Avance, retroceso

Un triunfo del medioevo: la unión civil perdió estado parlamentario.

Salir del closet ya no es lo que era. Comenzó a aceptarse la diversidad de orientaciones sexuales y hasta se habla de una “discriminación positiva” cuando aparecen expresiones como gay friendly. Darse a conocer y poseer los mismos derechos civiles son los objetivos de quienes conforman el colectivo LGTTB (lesbianas, gays, travestis, trans y bisexuales).

Algunas conquistas ganaron terreno. Sin embargo, falta un marco legal que termine de otorgar igualdad para todos y todas. El proyecto de Ley de Unión Estable de Parejas, redactado por las organizaciones con el apoyo de algunos diputados, regula y protege las uniones entre quienes convivan en trato familiar y no deseen o no puedan contraer matrimonio. La Unión Estable de Parejas –conocida como unión civil– se basa en el principio de no discriminación; de instituirse, podrán acceder todos los ciudadanos de la provincia, fuera de su sexo, orientación o identidad y expresión de género.

La asociación civil Vox es una organización que trabaja desde hace cinco años por los derechos de lesbianas, gays, travestis, trans y bisexuales. Se creó en nuestra ciudad y en 2005 se extendió hacia Rosario. En junio, durante la marcha que conmemoró el Día de la Dignidad de gays, lesbianas y trans, los representantes de Vox auguraron: “Llegaron tiempos de cambio. Continuamos apostando a un cambio cultural; buscamos un lugar donde la diversidad sea marcada por nuestra identidad. Esta marcha es símbolo de un cambio en la conquista de los derechos civiles y sociales, un cambio no sólo para el colectivo LGTTB, sino también en nuestra calidad democrática”. En aquella ocasión, el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad y la adhesión del Inadi fueron traducidos por los militantes como una “mayor apertura desde el gobierno y sus entes”.

Silvina Sierra, de la organización de lesbianas feministas Las Diversas, también marcó la necesidad de darle tratamiento al proyecto de ley: “es importante que salga porque habrá mucha gente beneficiada; si no, para la ley no sos nada”. No obstante, indicó que si bien es importante la legislación, “antes se deben generar políticas públicas para terminar con la discriminación y el prejuicio que tiene gran parte de la sociedad para con gays y lesbianas”.

Más allá de los apoyos, no todo fue un lecho de rosas. Las críticas religiosas sobre la unión civil se convirtieron en los primeros gestos en contra del cambio legislativo: un grupo –denominado Federación de Asociaciones y Uniones de Padres de Familias de Colegios Católicos– dirigió una carta a la vicegobernadora Griselda Tessio, en la que se decía: “Pretender legalizar estas uniones agravia a los padres de familia que pretenden continuar enseñando a sus hijos que la única unión estable es la de una mujer con un hombre”. Sin dar entidad a la reacción, la Cámara de Diputados otorgó media sanción a la ley.

Finalmente, perdió estado parlamentario en el Senado por tercera vez: la Cámara Alta no la trató en la última sesión del año. La mayoría signada por “la vieja política” se hizo notar.Desde Vox anunciaron que volverán a presentar la iniciativa en 2009. “Queremos promover el debate con distintas organizaciones y asociaciones que protegen a la familia para que conozcan los verdaderos alcances de la ley, que sólo viene a reconocer un hecho existente”, señalaron. Concretamente, para demostrar que la ley –y sus creadores– tienen una deuda pendiente con ellos.

Publicado en Pausa #31, 12 de diciembre de 2008.

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