Viagra para todos... ¿y todas?

Por Licenciado Ramiro

Hace unas semanas, el ministro de salud de la provincia, Miguel Ángel Cappiello, anunció que Santa Fe producirá y distribuirá de manera gratuita a partir de diciembre próximo sildenafil, principal droga del viagra. Parece que además de solucionar el problema eréctil, este medicamento sirve para tratar enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la insuficiencia renal crónica que, luego, sí generan aquel pequeño (o enorme, no sé) problema.

Ahora bien, si ustedes creen que yo me iba a tomar este tema para el churrete, dejen de leer acá nomás porque están equivocados… y si no me creen, sigan leyendo y verán que es así.
Resulta que apenas conocida la noticia, una amiga me envía en un enlace la misma y me dice: “Mirá, el socialismo le encontró la solución al problema de la inseguridad”. Yo, lo primero que pensé es “no entiendo el chiste”, ya que mi lucidez en darme cuenta de los chascarrillos no me caracteriza. Al comentarle mi perplejidad, me dijo que no era ningún chiste y me ordenó: “Pensalo”. Le hice caso de manera obediente y tal vez haya entendido el trasfondo político del “viagra para todos”.
Para arrimar a alguna reflexión, en primer lugar, debemos partir de la siguiente premisa, reproducida oportunamente por el exgobernador de la provincia, Hermes Binner, a saber, “la inseguridad es una sensación”. Perfecto. Si acordamos con él, pues entonces, hay una entrada para argumentar porqué el remedio éste solucionaría varios problemas de un tiro (¡vaya paradoja!). Si a las declaraciones del exmandatario le sumamos una hipótesis de mi autoría, las chances de desentrañar la estrategia del gobierno aumentan considerablemente. Mi hipótesis (que ciertamente es una hipótesis universal y para nada original) reza lo siguiente: el buen sexo hace a la felicidad o, al menos, nos hace sentir mejor, nos alegra.
No hay que ser demasiado lúcido para ir viendo que sexo y seguridad comienzan a articularse ¿eh?… Los socialistas se dieron cuenta de que si uno sale contento de su casa gracias a una suculenta sesión de amor (y sexo, sobre todo sexo), el día se tiñe de rosa y todo el año es carnaval. Y más aún si es conciente de que volviendo rápido a su hogar lo espera otra entrañable sesión. Ya que el efecto de la pastillita dura como 4 horas, todo lo que le suceda en el lapso que va de una sesión a la otra, es completamente secundario… inclusive, si lo afanan. Y ahí está, señoras y señores, la solución al problema de la sensación de inseguridad: la sensación permanente de calentura. Socialistas, me saco el sombrero. Mis reverencias.
Ah, ¿pero que todavía no me cree que sea así? Bueno, veamos algunas hipotéticas situaciones.
Ya dijimos que cuando uno anda satisfecho el resto de lo que pasa en el universo le importa poquito y nada. O sea, nos afanan y es algo ínfimo, sin relevancia, que sucede en el día. Y acá no importa si la víctima es varón o mujer; la satisfacción es una sensación sin géneros.
Pero ahora me pongo en el lugar de usted señora, víctima del atraco. ¿Se imagina que le robe un caco, un malviviente que esté bajo los efectos del viagra? El atraco podría derivar en un ¡literal atraco! ¡¿Qué me cuenta, eh?! ¡Un asalto cachondo, querendón! Hasta capaz le termina gustando y todo… y quién dice si no terminan en una confitería compartiendo un cortado y nace una hermosa historia de amor.
También puede darse la situación inversa y ser usted, señora, quien responda al atraco con otro atraco. Complacida por su amante narcotizado, sufre el robo pero ve con ojos libidinosos al asaltante y ante el exhorto del delincuente, “¡Dale, dame el celular!”, usted le responde: “Ay, bueno lindo, pero llamame ¿eh?” O sino, “¿Para qué el celular si podemos irnos ahora juntitos y no perder el tiempo, precioso?”
Posible refutación: ¿qué sucede si es un varón quien es asaltado por otro varón? Y bueno, se pueden dar varias situaciones.

1.- La víctima sigue bajo el efecto del viagra y reacciona indiferente al robo.
2.- El asaltante está bajo los efectos del viagra y todo sucede como sucede hasta ahora… es imposible dejar a todo el mundo conforme.
3.- Ambos están satisfechos y cerveza mediante comparten las experiencias sexuales vividas recientemente… aunque el asalto fue efectivo.
4.- Ambos están “viagrizados” y deciden experimentar algo nuevo.

Conclusión: mi amiga tiene razón… No sé si por experiencia propia, o por qué, pero tiene razón. Si la inseguridad es una sensación, qué mejor manera de solucionarla que estimulando otras sensaciones mucho más placenteras. Por eso, junto con el calorcito, se me toma un liso, un viagra, y felices todos y todas.

Publicado en Pausa #104, disponible en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé

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