Una enfermedad llamada doctor

El doctor Kiskesabe trabaja sobre el reverso de la medicina:
la yatrogenia, los males que los propios médicos producen sobre sus pacientes,
ya sea por error o por negocio.
Por Pato Che
Tras nuestra resurrección mecánica en Veracruz, nos
dirigimos hacia Poza Rica, donde nos esperaban el doctor “Nacho” Espinosa y su
esposa “Conchi”, para hablar sobre un tema tabú en la industria de la salud: la Yatrogenia, el mal que
causan los doctores.
La idea de hacer un documental al respecto se le ocurrió
hace unos años a Emma, cuando le compartí mi interés por las columnas que “mi
doc” escribe para varios periódicos mexicanos. Los textos del “Doc Kiskesabe”,
como se auto-proclama, ofrecen valiosa información médica, aderezada con un
particular sentido del humor y un estilo fresco que la hacen comprensible para
cualquier lector.
La mejor receta para estar saludable son las cuatro “C”: comer, correr, cagar y coger.
Pero su lectura no solo provoca sonrisas. Si bien se
disfrutan los chistes y los ejemplos de la vida real, las revelaciones sobre
los abusos y las prácticas de gran parte de la comunidad médica, generan,
cuando menos, indignación.
Por eso la idea de hacer documental, para advertir a los
pacientes sobre los riesgos que hay detrás de una visita “normal” al médico,
como lo hará Nacho en el el libro que planea publicar con sus columnas.
Así que después de varios años de intercambio de correos,
finalmente nos conocimos en persona con el Doc Kiskesabe, quien a pesar de sus
dos costillas rotas (producto de una caída de un caballo), nos hospedó en su
casa, nos cedió una larga entrevista y nos dejó hablar con sus pacientes.
El patito feo
Nacho Espinosa estudió medicina en la Universidad Veracruzana
en los 60, arrastrado por un fuerte deseo de ser médico que lo acompañó “desde
chamaco”, según nos cuenta.
Fue mientras cursaba su especialidad en medicina interna en
el Centro Médico Nacional (hoy Hospital Siglo XXI), que empezó a interesarse
por la Yatrogenia,
o como él le llama: una enfermedad llamada doctor.
“Durante mi residencia de medicina interna, algunos maestros
se preocuparon por el fenómeno de la Yatrogenia, cuando aún era un tabú. Ese grupo
correlacionó autopsias con historias clínicas y analizó dónde habíamos cometido
errores”, dice Nacho.
Los resultados fueron sorprendentes. De 624 casos revisados,
se encontraron “errores médicos” en cien, es decir, un 16%. El promedio fue
similar al de los pocos estudios sobre el tema, llevados a cabo principalmente
en Estados Unidos. El equipo logró llevar los resultados a algunos congresos y
conferencias, pero las puertas se comenzaron a cerrar. Tanto que Nacho fue
despedido del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en 1985, por develar
la cantidad de yatrogenias que se producen en la praxis diaria.
Negocio de la salud
El vocablo “yatrogenia” o “iatrogenia” está formado por dos
raíces griegas: yatros, cuyo significado es médico, y gennao: origen.
Literalmente, significa lo que genera el médico o la medicina, pero en la jerga
médica se ha utilizado para catalogar las consecuencias nocivas derivadas de
sus acciones, aun cuando su intención sea beneficiar al paciente.
“La
Yatrogenia ha existido desde siempre, desde la época de
Hipócrates, pero al sistema de salud le gusta hablar de sus éxitos, no de sus
errores. Las estadísticas se adecuan para mantener el sistema”, explica Nacho.
“El médico calla sus errores, porque necesita mantener un estatus. Temen que la
gente no acuda a los servicios, cuando es al revés: al reconocer los errores,
se aprende a evitarlos. Y el que no haya autocrítica ni en las escuelas ni el
los hospitales de enseñanza, propicia que este fenómeno vaya en aumento”.
La
Yatrogenia puede ir desde un mal diagnóstico, generalmente
con medicación excesiva, hasta procedimientos quirúrgicos innecesarios,
incluyendo cesáreas. Se ejerce por “omisión” o “comi$ión”, dice Kiskesabe, pues
en la mayoría de los casos hay un trasfondo económico: es la propia industria
farmacéutica (apoyada por los grandes consorcios mediáticos), la que ha hecho
de la salud humana, un negocio. Así, es común que los doctores receten
medicamentos que el paciente no necesita, realicen intervenciones innecesarias y
riesgosas, y mantengan al enfermo en un eterno deambular por salas de
hospitales, sin que se puedan encontrar las causas de su mal.
Y lo peor, el problema aumenta con la creación de grupos de
arbitraje médico, que si bien son una herramienta legal para los afectados,
propician que los médicos obliguen al paciente a llevar a cabo costosos
estudios, para cubrirse las espaldas ante una posible demanda.
Un consultorio singular
Al consultorio de Nacho llegan pacientes de todos los
rincones del estado de Veracruz. Y aunque vienen de estratos sociales muy
diferentes, cuentan las mismas historias: han deambulado por consultorios de
diversas especialidades, cargando abultados expedientes y un sinfín de
medicamentos carísimos, sin que puedan hallar solución a sus males.
“Lo primero que él hace es quitarle a sus pacientes todo el
bolsón de medicamentos, con lo que inicia una desintoxicación” cuenta la señora
Aide Roche, una de sus pacientes. “Él explica de una forma muy graciosa, muy
simpática, pero nos da a ver hechos concretos de cómo está la problemática en
nuestra salud, principalmente si venimos de otros sectores, donde nada más nos
traen con la enfermedad de acá pa’ allá”.
“Él describe la medicina institucional como realmente es:
vueltas para allá, vueltas para acá. Es un entretenimiento y van dando de
largas, pero no se enfocan en lo que es”, dice Antonio, otro paciente. “Estuve
dando vueltas más de un año y me mandaron a hacer cinco estudios, dizque muy
bien hechos, pero en realidad no me hicieron absolutamente nada. Esta es la
segunda vez que vengo con Espinosa Solís y me quitó los tratamientos, ahora
solo tomo una pastilla”.
A Kiskesabe, le consultan incluso otros médicos, como el
doctor Ramón Guerrero, quien coincide en que lo que distingue a Nacho entre sus
colegas, es su sencillez y su sinceridad: “Dice las cosas como son, la verdad
así planita, planita”. Su esposa Rosa Edna Juárez cuenta conmocionada cómo en
una ocasión Espinosa salvó la vida de su madre, quien llegó en un estado
cardíaco crítico, pero gracias a un diagnóstico certero, pudo atenderse a
tiempo. María del Carmen Gamundi, secretaria de Nacho desde hace trece años,
nos cuenta: “yo le he dicho al doctor que él podría ser un médico rico, si
fuera de esos médicos que les gusta explotar a sus pacientes. Pero él atiende a
todos por igual, dentro y fuera del consultorio, porque todos somos seres
humanos. Eso es lo que lo hace diferente”.
Hoy, a sus sesenta largos, Nacho sigue ejerciendo una
medicina humanista que es cada vez más difícil encontrar en los hospitales del
mundo. Y advierte sobre la necesidad de agregar una clase más de medicina, la
“cuaternaria”, que sería la encargada de cuidar a los pacientes del mal que les
causan sus doctores.
Sin embargo, aclara Kiske, la mejor receta para estar
saludable es vivir al día y sin presiones, siguiendo en lo posible la regla de
las cuatro “C”: comer, correr, cagar y coger.
Para más información sobre Yatrogenia (o para contactar al
Doc Kiskesabe): www.kiskesabe.com
Publicada en Pausa #125, miércoles 6 de noviembre de 2013
Disponible en estos kioscos

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