La columna de Adrián Brecha

Cinco tretas, fullerías, argucias, artimañas o consejos. Especial Navidad.
¿Papá Noel? ¿Santa Claus? ¿San Nicolás o Niño Dios? Muchos nombres para una sola respuesta. Llamalo como quieras, el gasto en regalos es el mismo.
Nos quedan 13 días (*) para terminar este fucking y maldito 2013. En menos de dos semanas no llegaremos a cubrir la totalidad de posibles despedidas, encuentros, agasajos o reuniones con motivo de festejo. Cualquier pretexto nos viene bien para regar las reuniones de buena y abundante bebida y algún que otro cordero o majar. Los epicúreos momentos derivan en una buscapina, sertal, limoncito o algún yuyo orgánico para apagar el incendio a tiempo, porque se avecina el vitel toné...
Sin duda el epicentro festivo será el 24 y 31. Momentos en que todo se mezcla, bastante, entre los mandatos del mercado, las ilusiones infantiles y las nostalgias familiares. Hasta el más ateo termina a los gritos a las 12 y se emociona con alguna película en la previa.
No sólo tenemos que soportar la publicidad con gordos de barbas blancas armando un arbolito de Navidad, sino que los directores de contenidos buscan en un ropero las peores películas que tengan como trama principal el festejo de la Navidad. Y, en un abrir y cerrar de ojos, el zapping es un villancico eterno, donde no faltará Mi pobre angelito y la cara de Jim Carrey, junto a las viejas megaproducciones de Hollywood con Elizabeth Taylor.
La Navidad, fiesta religiosa de origen pagano en exaltación al sol, nos obliga a tener hermosas reuniones familiares en las que año a año se repite una rutina perfecta. Un guión de hierro escrito por Alfredo José Hitchcock, donde el conflicto principal es reunir a un grupo de personas que se ve muy poco y se aprecia todavía menos. El final está previsto, pero nadie sabe cómo se sucederán los hechos en esas noches. O sí.
El plazo temporal tiene como punto cúlmine las 12.00 y al tío facho siempre lo queremos acribillar a cañitas voladoras, en la bañadera, mucho antes. Puede ser un tío, tía, abuelo, madre, cuñado, incluso una vecina amiga de la familia: no importa, siempre aparece el carcamán que dispara munición gruesa.
Las frases las conocen todos, suelen tener alguna nostalgia de los 90, por lo que vamos mejorando: ya no es tan fácil pedir por los milicos (al menos en Navidad). Si hubo saqueos cercanos a las fiestas la cosa se pone peor, así que, mejor, prepárese.
Lo interesante es cuando, luego del quinto brindis, y sin el menor cuidado, este personaje cuenta que jamás blanquearía a una empleada doméstica, porque ya le da la ropa que no le sirve más, y está bien, y cuánto más va a querer. Por eso, desde esta pequeña trinchera de caracteres nos abocamos a no perder la alegría y a darle algunas tretas para poder transitar las fiestas en total armonía y recibir el 2014 sin acudir al clonazepan o las flores.
1.- Mal que nos pese, se nos va otro año con la única certeza de que el tiempo ordena a la vejez, que destruya la belleza. Interprete esto como usted quiera y encárese a la prima sin culpa.
2.- Llega ese momento tan incómodo: ¿dónde y con quién? Póngase en capanga y que vengan todos a su casa, o tenga a bien elegir al familiar que posea pileta.
3.- Ud puede estar solo, hacer meditación con los ojos y asegurar que la felicidad se obtiene recitando mandalas a las 12.00, de todas maneras algún amigo insistirá y su alma solitaria se vera comprometida a llevar el clericó y encenderle los petardos a los pibes.
4.- Los balances son para los contadores, no se ponga a pensar en qué no hizo y en ningún caso prometa cosas que nunca hará. Recuerde que la bici fija y la cinta para correr son ineficaces como tendedero.
5.- Entre el placer y la profunda incomodidad, con la constancia de un tres tiros festeje mientras el hígado lo soporte.
(*) Publicada en Pausa #128, miércoles 18 de diciembre de 2013

 

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