Los desaparecidos

Otro yo mismo, por Mari Hechim
Es 24 de marzo y no voy a ponerme a escribir sobre ningún
Tristram Shandy, libro o momento, porque esta fecha ocupa todo el universo de
mi ser. Muchas veces he escrito sobre este episodio de la historia argentina
que nos trajo a todos tanto dolor, crujiente dolor, empecinado dolor, dolor
infinito y a raudales. He hablado de esta fecha en actos, he escrito sobre esta
fecha en periódicos. He recordado a los compañeros con sus nombres, desde los
que fueron fusilados en 1972 en Trelew, hasta los que cayeron en 1982. Los que
sufrieron en su cuerpo el terror, los que fueron torturados y asesinados, y los
que murieron de pena, un par de años más tarde, tendidos en un sofá y fumando.
He ido a la plaza cada aniversario y he llorado de tristeza tantas veces. He
solicitado que hiciéramos análisis de las experiencias de esos años,
autocríticas, recapitulaciones. Y que tuviéramos en cuenta a todos los
responsables, tanto militares como civiles. Pero hoy quiero callarme. Hoy
quiero callarme a los gritos:
Distribución de desaparecidos por profesión u ocupación (en
porcentajes)
Obreros: 30,2%
Estudiantes: 21,0%
Empleados: 17,9%
Profesionales: 17,8%
Docentes: 5,7%
Autónomos y varios: 5,0%
Amas de casa: 3,8%
Fuerzas de seguridad: 2,5%
Periodistas: 1,6%
Actores y artistas: 1,3%
Religiosos: 0,3%
Desaparecidos según edad
De 0 a 15 años: 1,65%
De 16 a 25 años: 43,23%
De 26 a 35 años: 38,16%
De 36 a 45 años: 10,13%
De 46 a 55 años: 4,25%
De 56 a 65 años: 1,92%
Más de 66 años: 0,66%
Lugar de desaparición
En la vía pública: 24,6%
El domicilio: 62,0%
El trabajo: 7,0%
Lugar de estudio: 6,0%
Dependencia militar o policial: 0,4%
Momento de desaparición
De día: 38,0%
De noche: 62,0%
Fuente: Informe de la Comisión Nacional
sobre desaparecidos de la dictadura argentina (Conadep, 1976-1983).
De todo esto podemos resumir lo que salta a la vista: la
mayoría de los desaparecidos fueron trabajadores; tenían entre 15 y 25 años;
fueron arrancados de su domicilio; de noche. El 62%, de noche. Esa noche que
todavía tenemos pegada al cuerpo y, ya lo sabemos, nunca dejará que amanezca
por mucho que la tierra siga girando y cambien los gobernantes y las
circunstancias históricas, porque fue demasiado. Demasiada sangre derramada.
Demasiado dolor.
Publicada en Pausa #150, miércoles 25 de marzo de 2015.
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