Brote de bailadores

Tremor, Toponauta y Rap Activo en la Suena Rizoma.

Tremor, Toponauta y Rap Activo se treparon el sábado pasado al escenario del Suena Rizoma, el festival de primavera que busca ofrecer una puesta musical basada en una noción filosófica que habla de estructuras despojadas de jerarquías y en crecimiento constante. El Mercado Progreso fue el lugar que acogió a los más de 200 bailadores que sortearon los perjurios de una ventisca que se le fugó al invierno.

El espacio recuperado para la cultura que queda en Balcarce al 1600 está iluminado sólo por los botones de la consola de sonido, cuando los celulares notifican que la hora prometida por Facebook ya está por cumplirse. Desde adentro se ve uno de los faroles de la Plaza Pueyrredón, que alarga su luz hasta los pies de algunos árboles intervenidos. Ya hay algunos cuerpos recorriendo y bailando con cervezas artesanales y vino adentro del domo, diseñado por Coti Constanza, que replica la idea de que cada punto de encuentro es también un nuevo punto de partida.

A las 22.45, Tremor subió con su década de historia a cuestas para desarrollar un decálogo de canciones en los que se combinan el folk y lo electrónico a partir de una fórmula de apenas tres integrantes: Gerardo Farez en sintetizadores y melódica, Camilo Carabajal con su bombo legüero y el multi-instrumentista Leonardo Martinelli programando, en guitarras, charango y ronrroco (su trabajo polifacético le mereció en 2006 un premio del Laboratorio de Experimentación Artística, con Gustavo Cerati encabezando el jurado). El cuerpo de los instrumentos con espíritu latinoamericano acoplados en el clima digital general obligaron al baile, al pedido de bises y a un contento general para con la banda que, antes de llegar a Santa Fe, ya había pisado suelo mexicano, estadounidense y europeo.

Baladas, pop, psicodelia y la influencia de los mejores letristas del rock nacional son algunos de los matices por los que paseó Toponauta a su público, que devolvió a la banda el buen humor que mostró por volver a su ciudad (el proyecto que se encamina a cumplir 15 años en el ruedo, está radicado en Buenos Aires). Incluso hubo ratos de “catarsis”, según la voz de su cantante y guitarrista Francisco Cantero, que se alineó con su hermano y bajista César Cantero, Romina Rojkes en rhodes y teclados y con Pali Guarnieri, para presentar temas de sus cuatro trabajos discográficos.

Pasada la medianoche, todavía confluían niños, adolescentes, jóvenes adultos y aún mayores para formar ese colectivo heterogéneo que es el “rizoma”, ese ente que en todo lugar advierte la latencia de crecer hacia cualquier lugar, sin preponderancia de ninguno de sus miembros.

Rap Activo, entre la protesta y la celebración. Foto: Maylen Bangerter.
Rap Activo, entre la protesta y la celebración. Foto: Maylen Bangerter.

El filósofo GillesDeleuze y el psicólogo Félix Guattari tomaron el ejemplo a partir de la estructura de algunas plantas, mensaje que a su modo adoptó Rap Activo, la banda que culminó y clausuró la noche. Rap Activo, formada en 2008, se presentó en su formato extendido para reforzar su propuesta rapera que habla de y desde su Santa Fe nativa, protesta y festeja desde las voces de Nacho Sobrevilla y Matute Ignacolo, el bajo de Gonzalo Goitia, los teclados de Nicolás López Soto y Rodrigo Pérez, el saxo de Nicolás Sancio, la guitarra de Julián Bottegoni y hasta la batería de Sebastián Castilla.

El brote se afianza como un momento indispensable para acceder a nuevas producciones pero, más que nada, a nuevas formas de producir y de vivir la música, que cada vez menos se limita a su plano sonoro y que cada vez más se estira hasta tocar las posibilidades del movimiento, los colores, las texturas, el vino y demás infusiones nobles.

 

Publicada en Pausa #163, miércoles 14 de octubre de 2015

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