Vera: la costumbre de vivir sin agua

Los vecinos de la ciudad cabecera del departamento Vera, al norte de la provincia, marcharon dos veces en lo que va de 2016 hacia la cooperativa de agua potable y al municipio. El reclamo que se agita a viva voz es uno sólo: “Queremos agua, por favor”. Para el miércoles 10 de febrero están preparando la tercera marcha.

Por Juan José Storti (*)

Son las 18:00 del viernes 29 de enero y María Eugenia, una docente del barrio San Marín de Porres, ubicado en el suroeste de la ciudad de Vera, cuenta con un poco de alivio lo vivido las semanas anteriores. “Pasé las peores vacaciones de mi vida, me la pasé sufriendo por el agua. No sabés lo que es levantarte, abrir las canillas y no tener agua ni para lavarte los dientes”.

Aquí en Vera, a unos 250 km. al norte de la capital provincial, son cada vez más los vecinos que sufren la problemática de la falta de presión de agua potable en sus viviendas, situación que se agrava durante los períodos de mayor consumo, como el verano, y que se empezó a visibilizar nuevamente en las marchas hacia la CO.S.VE.L.  (Cooperativa de Servicios Vera Limitada) y al edificio municipal el pasado 6 de enero y luego el 13 en busca de una solución urgente.

Lavar y cocinar con agua mineral

vera4Las lluvias de fines de enero dieron una tregua a las sofocantes temperaturas que llegaron a rondar los 50º en la segunda quincena del primer mes del año. De igual manera, María Eugenia puede narrar con la misma frustración lo que le tocó vivir desde los últimos días de diciembre.

“El tanque empezaba a cargar a las 12 de la noche para bañarnos. Después de que nos bañábamos todos, esperaba hasta la mañana temprano para poner el lavarropas, una tanda, porque si quiero lavar dos, la falta de agua te lo funde”. Es así como finaliza y comienza  un nuevo día sin agua para María Eugenia y su familia.

Su relato es un relato compartido por los muchos vecinos que habitan el populoso barrio San Martín de Porres. “Durante tres días de la  semana pasada el tanque no cargó nada. Las plantas no se podían regar. A los animales les dimos agua del bidón (agua mineral). Esos días estuvimos lavando y cocinando todo con agua mineral. Nosotros no tomamos el agua potable; compramos el bidón desde hace años, al agua de acá no la puedo tragar. Es muy salada y tengo problemas renales, así que tengo que tomar sí o sí agua de bidón”.

No es problema de una temporada

Isabel es empleada pública jubilada, vive sobre Belgrano, la segunda calle más importante de la ciudad, en pleno casco céntrico, a unas cinco cuadras del edificio municipal y a cuatro de la sede de la CO.S.VE.L. “Hace tres años tengo problemas con el agua. Hace dos años, cuando hicimos el reclamo, vinieron y me cambiaron un caño pero seguimos igual. Después me cambiaron otro caño, tuve agua unos días y luego ya no tuve más. Hay mucha gente que tiene problemas hace dos o tres años”, comenta Isabel, mientras hace un repaso de memoria de unas diez familias con las que se comunicó por el mismo problema.

“Hay mucha gente que ha desprogramado su reloj biológico. Se levanta de madrugada cuando más o menos sabe que está cargando su tanque, si es que carga, porque yo estuve toda una semana sin una gota de agua. Hay que dejar en claro que esto es una situación de larga data que ha colmado la paciencia, no es un problema estival. En época estival el problema se agrava”, aclara acerca de una de las razones que se argumentan desde la gerencia de la cooperativa como causantes de la falta de presión de agua.

Además, Isabel sumó su punto de vista sobre crecimiento demográfico de la ciudad y la falta de gestión. “Aparte de que no hubo gestión suficiente, como reconoció el gerente de la CO.S.VE.L., tampoco hubo una previsión y planificación del aumento poblacional en el sentido del hábitat. El hecho de que la ciudad se haya extendido no es una cosa que surgió de la noche a la mañana. Todo eso hace notar que no hubo previsión, ni tampoco hubo gestión”, objetó.

Verano o invierno, “sin agua me quedo”

“Hace nueve años que tengo problemas con el agua”, comenta una comerciante. Blanca tiene su local de celulares en las puertas de barrio San Martín, sobre calle Allende Lezama, a unas cuadras de las vías que hace algunos años eran transitadas por los trenes del  Ferrocarril Belgrano, que unía la provincia de Santa Fe con el Chaco, en ese sector de la ciudad que los todos verenses conocemos como “atrás de la vía”, formado por los barrios Triángulo, San Martín y Martín Fierro de norte a sur.

La comerciante acompaña su demanda con una risa cargada de ironía, como si fuera ese el antídoto a la larga espera de una solución que quedó flotando en el aire: “Llegue el verano o el invierno, sin agua me quedo igual y eso que no tengo jardín. Al reclamo también lo vengo haciendo hace nueve años, me dicen que no tengo presión porque está muy alto el tanque”.

vera

“En casa somos cuatro. Siempre tuve que reciclar el agua para poder manejarme, lavo ropa de vez en cuando, tengo que juntar el agua sucia del lavarropas para limpiar los pisos. Jamás puedo baldear la vereda”. Luego de enumerar algunos otros de sus hábitos relacionados  a la racionalización del uso del agua, recuerda los cinco días de la penúltima semana de enero, casi como si fuera una “semana trágica” de la que todo entrevistado tiene algo que acotar.

Blanca también es de las que cocina y lava platos con agua mineral en días de baja presión ya que “al agua la usamos para las cuestiones más básicas: limpieza e higiene”.

Cuando no hay agua, hasta la construcción se para

“Hace dos años trabajaba en dos empresas constructoras, en una pusimos abogados para que nos paguen y en la otra nos pagaron cuando nos largaron. Junté toda esa platita y compré el tanque y toda la instalación de agua fría y caliente, después compramos el termotanque. Cuando lo instalé, la primera semana anduvo todo bien, a la segunda semana no teníamos agua en el tanque, tuvimos que desconectar todo para que no se nos queme”.

La historia Chicho es la de la mayoría de los vecinos del barrio Aeroclub, un sector de San Martín de Porres más próximo al Aeroclub Vera, de donde deriva la denominación popular. Él es un albañil de oficio, ha trabajado en un centenar de obras en nuestra ciudad y fuera de aquí y como cualquier otro buen hombre amamantado en la cultura del trabajo, ha sabido ahorrar peso a peso para transitarla vida en condiciones dignas.

Es el propio Chicho quien traza los contornos de la problemática un poco más allá de los límites del sentido común de los que miramos de afuera. “A mí me condiciona hasta en el laburo, vas programado para hacer un contrapiso y si no cargaste el tanque o dos tachos de 200 litros, fuiste”.

Así son los días de calor según Chicho: “No se puede preparar la mezcla, tenés que esperar o parar la obra. Si la familia lavó y quedó sin agua, sonaste. Por ejemplo, ahora cargamos los tachos al mediodía para trabajar tranquilos a la tarde y a la noche hacemos lo mismo para tener agua al otro día”. A pesar de haber pasado cinco días de diciembre y quince de enero sin agua, Chicho reconoce que lo salvó tener una canilla conectada directamente a la red para el consumo y la higiene. “Nos bañamos con baldes, como en la época hermosa cuando éramos chicos”, se despacha sonriente.

Nuevos anuncios de obras

Las calles de la mañana verense siempre son convulsionadas. A primera hora, los ciudadanos ya comienzan a hacer filas para alejarse de la burocracia lo más rápido posible y terminar con el pago de cuentas y demás trámites antes que el calor y la humedad se tornen imposibles. Ahora mismo me encuentro frente a una de esas filas, mientras espero por la entrevista con el gerente de la Cooperativa CO.S.VE.L., Luis Moggi, y con el ingeniero hídrico Rubén Sarabia. También ellos lucen un poco más aliviados, parecen tener buenas noticias.

Luis Moggi, gerente de la cooperativa de agua potable COSVEL de Vera.
Luis Moggi, gerente de la cooperativa de agua potable COSVEL de Vera.

Durante el primer tramo de la charla, dan un pantallazo amplio del problema desde un punto de vista técnico, reconociendo errores pero también enumerando las obras que para el común de los ciudadanos se tornan invisibles, pero que han servido para solucionar otros problemas de agua derivados de las características geográficas e hidrográficas de nuestra ciudad.

“En condiciones normales estamos en 1 o 1,5 kilogramos de agua por centímetro cuadrado (kg/cm2) y cuando hay mayor demanda por una ola de calor bajamos a 0,8 kg/cm2 o casi al límite de lo que exige el Ente Regulador de Servicios Sanitarios (Enress), que es de 0,7 kg/cm2. Eso hace que no llegue el agua al tanque y que queden sin agua algunos vecinos”, explica el gerente Luis Moggi.

El ingeniero Rubén Sarabia forma parte de la consultora S&D y realiza estudios hídricos para las cooperativas prestadoras de servicios de toda la región y de diferentes provincias. “Desde 2011 estamos gestionando, algunas veces con éxito y otras no, obras para ir solucionando todo esto”, indica el ingeniero.

“Un sistema de agua potable tiene varias partes: lo primero es la captación, de dónde sacamos el agua, en este caso del acuífero. Luego un sistema de impulsión para que suba al tanque y otro para que baje a la red y llegue con suficiente presión a todas las viviendas. Son tres grandes etapas”, explica Sarabia.

Los trabajos de gestión de obras siguieron siempre un orden lógico desde la etapa de captación y almacenamiento hasta la distribución, etapa que no se completó y donde se concentrarán todos los esfuerzos y los recursos en un corto plazo. “Las primeras inversiones se hicieron en la etapa de captación, de lo contrario no hubiera tenido sentido y desde el punto de vista de la cooperativa hubiera sido una mala política”, sostiene el ingeniero.

Sarabia enumera las obras que se hicieron para que los niveles de almacenamiento de agua y su control hoy no sean el verdadero problema, como sí lo sigue siendo el de la presión: “Se duplicaron los números de perforaciones, no solamente en número, sino también en calidad porque logramos encontrar los sitios donde había agua (bolsones, como se conoce en la jerga) de excelente calidad. Acá el problema es la salinidad, cuando llegamos había perforaciones que tenían 2000 y 3000 miligramos por litro (mg/l.) cuando el límite recomendado es 1500 y el exigible es 1000”.

Una postal: siesta desolada en la Plaza independencia de Vera.
Una postal: siesta desolada en la Plaza independencia de Vera.

“A los vecinos los entendemos cuando dicen que no estamos haciendo obras, pero no es así, esta es una de las cooperativas que más obras ha hecho. Se han hecho obras de captación, de impulsión, de reserva, de automatización y ahora nos encontramos justo en las obras de refuerzo. Todas estas obras que se hicieron permiten que hoy haya agua, lo que tenemos es un problema de presión”, detalla.

El esperado nuevo anuncio es el Sistema Hidroneumático de Agua Potable, que presuntamente será financiado por la provincia a través del Plan del Norte Santafesino, presentado por el gobernador Miguel Lifschitz, en Vera, a principios de enero. “Hablamos con autoridades de la provincia y nos dijeron que se le está dando prioridad a nuestro proyecto dentro del Plan Norte, eso nos garantiza fondos”, se entusiasma el ingeniero Sarabia.

¿Será la solución definitiva para el problema de la falta de agua? Casi 25 mil verenses están esperanzados en que así sea.

(*) Edición Vera. Especial para Pausa.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí