La policía y un poder desbordado

El artículo 10 bis de la Ley Orgánica de la Policía de la Provincia vuelve a estar en el centro del debate, luego de que una nueva detención arbitraria tuviera lugar en la ciudad.

¿Qué dice el 10 bis? Que el personal policial podrá detener “cuando hubiere sospecha o indicios ciertos respecto de personas que pudieran relacionarse con la preparación o comisión de un hecho ilícito podrán ser demorados en el lugar o en dependencia policial hasta tanto se constate su identidad. En este caso, la demora no podrá exceder las (6) seis horas corridas y en el transcurso de las cuales, los que sean trasladados a dependencias policiales, no podrán ser alojados en lugares destinados a los detenidos por delitos o contravenciones y tendrán derecho a una llamada telefónica tendiente a plantear su situación y a los fines de colaborar en su individualización e identidad persona”. El problema es que, por lo general, cualquier joven de piel un poco oscura y cierto tipo de vestimenta, encontrado fuera de su barrio, es un sospechoso al cual la policía le aplica este artículo, y esto no es una suposición, ya que según los datos brindados por el Ministerio de Seguridad de la Provincia, sólo el 3,44% de los detenidos por averiguación de antecedentes efectivamente poseían pedido de captura.

La derogación de este artículo viene siendo reclamada desde hace mucho tiempo y el reciente caso dado a conocer por La Antirrepresiva Santa Fe, vuelve a encender las alarmas.

Según el comunicado difundido por la organización, el pasado viernes, Damián, un joven de 18 años de la Vuelta del Paraguayo, fue detenido en una esquina de calle Ituzaingó cuando estaba parado esperando a una compañera con quien iría a un taller de rap en La Esquina Encendida. “El día anterior, al hacer recorrido similar, lo habían parado 4 veces y en todas ellas había tenido que mostrarle su documento a los policías. Ese día, se lo había olvidado. Los policías lo vieron parado en una esquina de Ituzaingó, frenaron, le hicieron apoyar las manos en la pared, lo revisaron, no le creían que tenía que encontrarse con una amiga en el centro. Para ellos no está bien que pibes morochos como él anden cerca del centro. Para los policías, el mero hecho de que Damián esté en ese lugar resultaba “sospechoso” y esa fue la excusa por la cual lo subieron al patrullero y lo trasladaron a la seccional tercera”, expresa el comunicado.

Una vez en la comisaría, Damián permaneció durante 5 horas esposado, sin la posibilidad de moverse, ir al baño ni realizar una llamada, pedido que le fue negado, aún cuando Damián sabía que es un derecho que le corresponde.

“Es claro que el 10 bis resulta una herramienta que la policía utiliza para rendir cuenta de que ‘está haciendo algo’ y nosotros denunciamos: está violando sistemáticamente los derechos de muchos jóvenes. Damián no pudo asistir a un taller cultural que le interesaba mucho y en cambio pasó su tarde de viernes con frío, esposado, y sin saber que iba a pasar con él. Sólo por ser morocho y haber salido de un barrio empobrecido. Sentimos y denunciamos estas acciones policiales como serias violaciones a los derechos de los jóvenes a transitar por su ciudad, a hacer lo que les gusta, a vestirse como quieren. La apariencia de los pibes de los barrios no es un delito”, finalizaron desde La Antirrepresiva.

 

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