Ni para los puchos: vuelve a caer la venta de cigarrillos en julio

El tarifazo al tabaco desató una ola de abstinencia que no para. Julio de 2016 fue el segundo peor mes en la historia de las ventas de cigarrillos. De enero a la fecha, las ventas acumuladas también son las más bajas desde que hay registro.

Julio de 2016 fue otro mes horrible para de un año de angustia para los fumadores. La recesión y la falta de dinero hacen que este sea el peor año para los adictos al tabaco, desde que hay registro. En el mes que se fue se vendieron  127.057.127 atados de 20 cigarrillos. Es un -9,69% por debajo de la cantidad vendida en junio. Año contra año, en julio de 2016 cayeron las ventas un -26,5% respecto de 2015. En el acumulado de enero a la fecha, la caída es de -11,39%. La cantidad de cigarrillos vendida desde enero a la fecha es la más baja desde que se tenga registro (2005).

El punto de quiebre se produjo entre abril y mayo, cuando las ventas cayeron un -44%. Esto se debió al feroz aumento en los precios de los cigarrillos, que impactó directamente no solo en las ventas sino en los gustos. Los fumadores dejaron el vicio, o fuman menos o fuman puchos mucho más baratos.

Otro récord del tsunami de abstinencia: si mayo fue el piso histórico, la cantidad más baja de ventas, junio quedó en segundo lugar… hasta que se conocieron los registros de julio. Los tres meses con las más bajas ventas de puchos de toda la historia son mayo de 2016, julio de 2016 y junio de 2016, en ese orden.

¿Salud o necesidad?

De abril a mayo, los precios de los cigarrillos subieron en promedio de $25,88 a $39,09. Es un aumento de un 33,79% en una adicción. Después del bajón de mayo, las ventas se recompusieron un poco y subieron, aunque no lo suficiente para volver a la normalidad: como antes se señaló, julio y junio ocupan el segundo y el tercer lugar en el ranking de los meses con menos ventas de cigarrillos.

¿Cuántos de los fumadores que renegaron del vicio en mayo y volvieron a él en junio y julio están jugando con una balanza que tiene de un lado la adicción y del otro el bolsillo? ¿Qué sentirá el puchero viejo en su constatación diaria, en el kiosco, de los efectos de la malaria? ¿Hacia dónde direcciona su malestar una abstinencia que se origina en razones macroeconómicas?

Estamos hablando de adictos, en todas las clases sociales. Algunos festejarán este empellón a una salud forzada, otros maldecirán en lenguas cada vez que tienen que pelar un Sarmiento para calmar el ansia. El tarifazo al tabaco no afecta las necesidades básicas de una población, pero sus derivaciones son palpables en la vida cotidiana. Su repercusión todavía no ha sido debidamente considerada ni atendida.

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