Ahora, por la representación igualitaria

Mujeres de diferentes partidos, congregadas por el Inadi y la paridad de género.

El impulso hacia la paridad de género avanza en la mayoría de los partidos políticos, con un alcance que supera al Poder Legislativo y va por los roles en el Ejecutivo y el Judicial.

Aunque con el correr de los años ha ido incrementándose el número de legisladoras, intendentas y gobernadoras, pasando por la primera presidenta democráticamente elegida en la historia del país, la paridad de sexos sigue siendo una materia pendiente en los diversos órganos de gobierno y en los espacios de poder en general.

Desde 1991, Argentina tiene una ley nacional de cupo femenino (Nº 24.012), la cual obliga a los partidos políticos a tener un 30% de mujeres en sus listas de candidatos. Un porcentaje que no siempre se cumple, o se cumple con algunas trampas, y que lejos está de representar al 51,3% de la población nacional, las mujeres.

A 25 de años de la sanción de aquella ley y comenzando a dar los debates en pos de una nueva legislación que establezca la paridad, el Inadi delegación Santa Fe organizó un panel en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UNL, con la presencia de la ex diputada nacional Alicia Tate (UCR), actual directora de la Unidad de Derechos Humanos, Trata de Personas y Narcotráfico del Consejo de la Magistratura; Adriana Molina, concejala de la ciudad de Santa Fe (UCR-Frente Progresista); Rosana Zamora, concejala de la ciudad de Santo Tomé (PJ); y la diputada provincial Alicia Gutiérrez (SI-Frente Progresista).

Un techo por romper

“Casi todos los partidos estaban en contra de la sanción de esa ley, porque significaba renunciar a una cuota de poder, que no estaban dispuestos”, recordó Alicia Tate, una de las mujeres que en aquellos años luchó por el cupo y que una década después presentó en la Legislatura provincial un proyecto que ya planteaba la paridad. “En ese momento había quienes nos decían que teníamos que pedir el 50, no el 30. Pero sabíamos que si pedíamos el 50 teníamos el no asegurado, había que ir paso a paso. Ahora ya es momento de ir por más”.

El cupo del 30%, que fue  pensado como un piso para la inclusión, hoy se ha convertido en un techo de cristal, por eso se hace cada vez más imperiosa la paridad, no sólo para los espacios legislativos, sino también en los ejecutivos, la justicia y al interior de los partidos. “Podemos tener leyes de cupo para las candidaturas, pero mientras no tengamos participación de las mujeres en la conducción de los partidos, no vamos tener suerte, porque son los hombres los que digitan las candidaturas, por eso las mujeres nunca están”, afirmó Tate.

Alicia Gutiérrez, por su parte, remarcó la presencia de las mujeres y su compromiso en las organizaciones sociales: “el 80% son mujeres. Hay una alta participación, y esto no es de ahora. En el 2001 se vió bien eso, en los comedores, en los trueques, las que estaban al frente eran mujeres. La participación es mucha, pero eso no se ve reflejado ni en los partidos ni en los gremios. Son muchísimas las mujeres en política, pero son muy pocas las que llegan a la cúspide”.

Números que hablan

[quote_box_right]Mitad y mitad: del cupo a la ley de paridad

Desde el proyecto presentado en 2002 por Alicia Tate, se han replicado los intentos por la aprobación de una ley que establezca la paridad en el ámbito provincial.

Una de las iniciativas presentadas este año, es la de la diputada Silvia Augsburger (Frente Progresista-Bloque Igualdad y Participación), que va un paso más allá y busca la participación igualitaria en diferentes ámbitos del sector público y no sólo en el Poder Legislativo.

En este sentido, la diputada Augsburger explicó: “Junto a Rubén Giustiniani presentamos la Ley de Paridad para que se aplique la participación igualitaria de varones y mujeres en los órganos pluripersonales del Estado provincial y en los entes públicos no estatales”.

La legisladora socialista hizo referencia a la necesidad de superar el “techo de cristal” impuesto por la ley de cupo e ir hacia la igualdad real que plantea la paridad: “Hoy la paridad se está discutiendo en diversos niveles del Estado. Lo que vemos es que a 20 años de la sanción de la ley de cupo, ésta se transformó en un techo y no en el piso que se esperaba que fuera, por eso, avanzar hacia la paridad es garantizar la participación igualitaria de mujeres y varones”, expresó Augsburger.[/quote_box_right]

Desde la vuelta de la democracia hasta la sanción de la ley de cupo, sólo dos mujeres llegaron a ocupar cargos en la Legislatura provincial, Sarah Picazo (UCR) y María Angélica Gastaldi (PJ). “Esta experiencia nos demuestra que, sin la ley de cupos, ninguna mujer habría llegado a las listas”, afirma Tate.

Pero después de la ley, aunque la participación en las listas fue aumentando, recién en el período 2003-2007, durante el segundo gobierno de Jorge Obeid, la cámara de diputados provincial presentó un 34% de mujeres en su conformación. Realidad totalmente distinta cuando se observan los números del Senado: el mayor porcentaje que se ha dado allí fue del 11% (2 mujeres) y, aun así, este es el mayor número que ha integrado ese cuerpo.

Según los datos presentados por Adriana Molina durante su alocución, en el actual período (2015-2019) es donde se registra el mayor porcentaje de participación femenina en la Cámara baja: 36% (18 diputadas). Mientras que en la gestión de Antonio Bonfatti (2011-2015) fue donde tuvo lugar el mayor número de mujeres en el Poder Ejecutivo, llegando a representar el 25% (tres ministras sobre doce).

En cuanto a la ciudad de Santa Fe, el Concejo presenta un 29% (las mujeres ocupan cinco bancas) y Ejecutivo municipal un 45% (10 secretarias y directoras), siendo uno de los gabinetes más equilibrados de la provincia.

Lugares y poder

Otro de los puntos de discusión durante la jornada fue el de los espacios a los cuales son asignadas las mujeres que logran acceder a estos puestos. Al respecto, Rosana Zamora explicó: “cuando estamos en esos cuerpos, vemos que nos ubican en lugares que parecen determinados para mujeres: en las comisiones, las mujeres estamos en aquellas que tienen que ver con la reproducción, con las licencias por maternidad, pero no vamos a estar en donde se debaten temas constitucionales, de presupuesto, de números, esos son espacios destinados a los hombres. Y en los Ejecutivos también, estamos en Desarrollo Social, en Educación, pero los ministerios que se refieren al manejo de la cosa pública, del dinero básicamente, son manejados por hombres”.

En esta misma línea, Alicia Gutiérrez agregaba: “En la Comisión de Asuntos Constitucionales hoy hay una sola mujer, en la de Presupuesto algunas más, pero no se llega a la paridad. Yo presido la Comisión de Derechos y Garantías, otra mujer preside la de Salud y no hay ninguna más. En mi comisión hay un solo hombre, el resto todas mujeres. Por ahí pasan, entre otros, los proyectos de paridad y todos los que tienen que ver con los derechos de las mujeres, pero después llegan a constitucionales o presupuesto y en muchos casos quedan ahí”.

En las próximas semanas, la comisión presidida por Gutiérrez comenzará a tratar el proyecto presentado por la diputada Silvia Augsburger (Bloque Igualdad y Participación, Frente Progresista) que plantea la paridad no sólo en el Poder Legislativo sino también en el Ejecutivo, en el Judicial y en las entidades públicas no estatales.

Leyes transformadoras

Las situaciones de inequidad entre varones y mujeres se extienden por todos los ámbitos sociales, sean privados o públicos. Desde la desigual distribución en las tareas hogareñas, pasando por la brecha salarial, y llegando a los espacios de poder, las transformaciones culturales necesarias para revertir este escenario son mayores a la sanción de una ley, pero ésta sigue siendo necesaria y fundamental.

“Las leyes ayudan a transformar estados de la sociedad, en este caso, contribuyen a modificar una situación de desigualdad”, expresaba Molina. “Tenemos ejemplos de esto en nuestra historia: en los 80, las leyes de divorcio vincular y de patria potestad compartida; en los 90, las de derechos sexuales y reproductivos, y la de violencia doméstica. Y más adelante, la ley de matrimonio igualitario y la de identidad de género. Todas han sido leyes transformadoras, que no cambiaron toda la situación completamente, porque sabemos que, como en el caso de éstas últimas, sigue habiendo situaciones de discriminación por orientación sexual e identidad de género, pero han sido herramientas fundamentales para la ampliación de derechos y la lucha hacia la igualdad. Una ley de paridad plantea eso, no va a resolver la desigualdad, pero va a contribuir en la transformación de esa situación”.

 

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