Se terminó el año y los balances, los resúmenes, las despedidas, los “te quiero mucho, hermanito” y los anuarios. Como el del Pausa para el que ya escribí.

Sin embargo, como el año fue bastante horrible en lo político y lo económico, me parece innecesario y hasta cruel repetir los garrones, las injusticias y los desastres a los que el gobierno actual nos sumió. Además, ¿ustedes quieren malas noticias? Tienen toda la web rodeando a esta columna para leerlas. Sí, este periódico es un pasquín de las calamidades, pero me gusta.

Igualmente, para el humorista (quiero aclararles que yo siempre escribo muy en serio, y que ustedes sean malas personas que se ríen de mis desgracias es otra cosa), siempre que los gobiernos son malos, hay laburo asegurado. Más aún cuando tenemos una caterva de personajes que sueltan la lengua sin filtro y nos regalan un fantástico glosario de sarasas con las que, palabras más palabras menos, nos cuentan cómo nos van a sopapear sin anestesia. Sí, podría cerrar el año haciendo dicho resumen. Pero ocurre que “la corpo” hace 12 horas me cortó Internet y no puedo googlear esas frases que, obviamente, no me las acuerdo. Había algo de un túnel, del consumo, del “si les decía lo que iba a hacer no me votaban” y seguramente alguna perlita de Antonia y de Balcarce, el perro presidencial.

Balcarce, un perrito muy travieso.
Balcarce, un perrito muy travieso.

Por ello he decidido que en vez de escribir sobre lo que pasó, voy a escribir sobre lo que viene. Sí, y que está articulado con lo que pasó, porque lo que se (me) viene son sofocantes y húmedos enero y febrero en Santa Fe gracias, precisamente, a Macri y sus secuaces. (Sepan lo mucho, pero mucho que me gustan los adverbios como, por ejemplo, “eventualmente”). ¿Y qué se puede hacer un verano en “la Cordial”? Veamos. Básicamente: cagarse de calor. Pero hay maneras y maneras de hacerlo. Por caso, si usted es empleado público, puede asociarse a ATE o UPCN e ir a los bellos predios que tienen con pileta. Eso hice yo… y no voy nunca porque se llena de gente, que encima va con sus críos hiperkinéticos que no paran de romper los quinotos y no me dejan disfrutar del agua en paz. Y no quiero ni mencionar siquiera a los y las que mean en la pileta. Y la verdad que para ir a transpirar debajo de un árbol y cada tanto pegarme una ducha en los vestuarios, me quedo en mi casa cagándome de calor ya que, al menos, tengo Netflix.

Sí: Netflix. Pero sólo cuando a la EPE no se le ocurre dejarme sin luz durante horas. En los primeros 10 días de diciembre ya me cortaron el servicio cuatro veces. Sí, claro que los tengo contados, sino no tengo de qué quejarme, y si no me quejo no funciono. Y agarrate si te la cortan a la noche también. Porque vos decís “bueno, pero a la noche refresca un poquito, abrís la ventana o te tirás una manta afuera”. ¿Vos me estás jodiendo? Dormís levitando porque los mosquitos te levantan dos metros del piso y si vivís en un departamento, rogá que no te tiren por el balcón. “Eh, che, pero con vos no hay caso. Ponés espirales”. Sí, es verdad. Pero pregunto: ¿quién carajos puede dormir bien aspirando el infumable olor de los espirales? Además, ¿fresquito? ¿Desde cuándo en Santa Fe corre viento a la noche? A menos que vivas en Guadalupe o cerca de la costa… donde los mosquitos andan en manada y excitados. Y también hay jejenes, que son más sádicos que los otros chupasangre. No, no estoy hablando del gabinete de Macri.

¿Cine? Ambiente climatizado garantizado. Pero una entrada sale 300 mangos, cuchi. Y sin pochoclo. Seguí participando. ¿Teatro? Muy intelectual. ¿La pileta de un amigo? Sí, tengo un amigo con pileta que no nos invita nunca. Y no solo eso, sino que encima sube fotos a las redes con otros amigos en su pileta. A vos, que sabés quién sos, quiero decirte que Simón, el Facu, el Cordo y yo te queremos mucho. ¿Playa? Hace muchos años en Santa Fe se inventó algo llamado contaminación. No quiero que mis nietos salgan con cinco ojos y tres dedos en cada una de sus nueve manos. Además, en la Setúbal desembocan las cloacas de los barrios tops de la ciudad. Te tragás una caquita, pero de la alta alcurnia, gor.

En fin, no me haga enojar más de lo que ya estoy, lector comunista. Ya sé que estos son problemas de pequeño burgués acomodado, como dicen mis amigos Barba y Weinbaum. Y también sé que hay cosas peores. Como esas otras cosas sobre las que escriben los que sí saben en este periódico, para el cual espero seguir escribiendo el año que viene; bien a la derecha de la misma página que lo vengo haciendo desde hace seis años cada 15 días. Y que, sorprendentemente, usted aún sigue leyendo.

Será hasta marzo, si es que sobrevivimos a la calor.

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