Un adelanto detallado de lo que va a pasar en el mes que ya comienza. El gobierno está frente a su año más difícil, y lo empezó exhibiendo su torpeza. En marzo, la calle, tu zaguán y las cifras oficiales le traerán más dolores de cabeza.

Si febrero está siendo un mes olvidable para el gobierno nacional, en marzo se aproxima una sucesión abigarrada de mazazos políticos y simbólicos sobre la imagen de una dirigencia cuya desintegración llama a la desconfianza. Ninguno de los hechos por venir forma parte de una conspiración o de la revelación de algún secreto vía carpetazo, ni siquiera se trata de ollas que estén a punto de destaparse como la del Correo Argentino. Cuestiones públicas rutinarias –y no tanto– impactarán de lleno en la gestión de Cambiemos. Una estrategia oficial que las abarque y las absorba por anticipado parece si no necesaria, al menos inteligente. Difícil es dar por seguro que el presidente las tendrá en cuenta para su único momento previsible de estrellato en el mes, el discurso de apertura de sesiones en el Congreso, el 1°de marzo, o si revolearán alguna escucha telefónica, causa judicial o prisión preventiva durante el último mes del verano.

Algunos escenarios ya fueron planteados en febrero, pero se caldearán el mes que viene. Por ejemplo, las paritarias, en las que el gobierno y la pasividad sindical en 2016 trazaron las coordenadas para una situación que no tiene salida. Las autoridades se envalentonaron ante la mansedumbre de la CGT y lanzaron al 18% como consigna para los aumentos. Para la mayoría de los trabajadores, es un aumento real del 8%, ya que el 10% anterior sirve para recuperar lo que ya se perdió en 2016. Como sea: jamás el gobierno hubiera sido tan corajudo si los límites hubieran estado más claramente planteados el año pasado. En la reversa, la ilusión del gobierno sobrepasa la calificación de cándida: pretenden llegar bien parados a octubre con aumentos salariales que no sólo no alcanzan para pagar las tarifas o los alquileres, sino que además repercuten en la continuidad de la recesión y el enfriamiento. Un 18% de aumento de los salarios equivale a un 2017 con el consumo, nuevamente, a la baja. Dos años de recesión equivalen a miles de negocios en quiebra.

Las paritarias, en un cuello de botella muy complicado

Ese círculo vicioso de empobrecimiento tiene como único motivo bajar la inflación para frenar la presión hacia la devaluación del dólar, en una economía de importaciones y endeudamiento.

Mas, pongamos en fechas las noticias del futuro.

6 y 7 de marzo | Paro docente en todo el país y, el 7 de marzo, movilización de todas las centrales obreras

¡Qué tiro por la culata el hashtag #VoluntariosNoAlParo! Además, de forma tan, pero tan anticipada. Una operación así es razonable cuatro o cinco días antes del hecho. Ahora, este derrape al mejor estilo Moreno o D’Elía convirtió en Rosa Luxemburgo a cada docente no convencido o distante de la combatividad sindical. A nadie le gusta un basureo tan abierto.

La CGT finalmente moverá un poquitititito el culo en razón de la ola de despidos desatada en el verano. El combo de importaciones, tarifazos y caída del mercado interno está llevando a la industria a retracciones muy superiores a la de la crisis internacional de 2008 y 2009. El tenor de los discursos en el palco es imprevisible, pero está claro que ya no hay demasiado margen para la moderación. Dicho de otro modo: habrá diálogo asambleario entre los asistentes y los oradores, la tibieza es una invitación a la rechiflada.

En algún momento de la primera quincena | En el zaguán de tu casa o tu comercio

¿Por fin te llegó la factura de la luz? Bueno, tranca. Todavía no salieron los aumentos del gas.

8 de marzo | Paro Internacional de Mujeres

El movimiento de mujeres es el de mayor avance y dinámica transformadora de todo el gran arco progresista y popular del país. Sus posturas atraviesan y convulsionan transversalmente a casi todas las formaciones sociales (el feminismo PRO, no obstante, permanece como algo desconocido o insignificante). Este año, a los reclamos relativos a la igualdad de derechos y la violencia de género, se suman las demandas que resultan de la crisis; todas ellas tienen en común denominador al gobierno. Además, de forma mucho más marcada que en las anteriores movidas que devinieron del Ni Una Menos, las mujeres trabajadoras organizadas sindicalmente pisaron fuerte en pos de darle una impronta propia a la protesta. El recrudecimiento de la brutalidad machista y las denuncias de recortes en las áreas dedicadas a la mujer son combustible suficiente para agitar la fecha.

16 de marzo | Indec publica los principales indicadores del mercado de trabajo en el cuarto trimestre de 2016

En castizo: el porcentaje de desocupación. Con todos los indicadores de comercio, industria y construcción a la baja, sería realmente desconcertante que la cifra no supere las dos cifras o, al menos, los datos de junio (9,3%) o septiembre (8,5%). Si el Indec da como resultado una mejora en la ocupación, su credibilidad quedará en juego.

Este dato –como todas las cifras estadísticas de marzo– ya se está cocinando en el organismo. Es razonable que el presidente disponga de algunos anticipos previos a la elaboración de su discurso del 1° de marzo. El uso de esa información dependerá de la maestría de sus escribas.

21 de marzo | Indec publica el Informe de avance del nivel de actividad al cuarto trimestre de 2016

Eso es el crecimiento del PBI. El gobierno puso todas sus fichas en la reactivación, el crecimiento y la inversión como motores de la economía, en supuesta contracara del despilfarro distribuidor del populismo. Lo cierto es que al tercer trimestre la caída acumulada en el año ya llegaba al 2,4% respecto de 2015. Si la tendencia siguió en la misma dirección, el gobierno podrá anunciar que en 2016 la caída de la actividad hizo retroceder a Argentina no uno, sino cuatro años para atrás.

Recordatorio: en abril de 2016 el FMI había previsto que la caída iba a ser apenas del 1%. Como hipótesis, sirve de guía calcular que a los vaticinios oficialistas de crecimiento siempre hay que sacarle dos puntitos.

24 de marzo | 41 años del inicio de la última dictadura

El año pasado, la marcha del 24 fue una demostración viva de la historia. Este 24 de marzo promete reduplicar la apuesta con un gesto más marcado hacia lo que viene. La marcha tiene una serie de antecedentes que actúan como yesca: desde Mauricio Macri hablando de nueve mil desaparecidos hasta la gaffe del feriado del 24 de marzo y el desubicado negacionismo del titular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión.

Una plaza que vivirá por siempre

Un 24 de marzo ecuménico y catártico es previsible en todas las plazas organizadas del país. Las voces de esas plazas, junto con las del 7 y 8 de marzo, servirán de ordenadores para los sectores más castigados por el nuevo modelo. Es el último palco que cierra un mes –y un año– de desamparo para la clase obrera, retracción para las capas medias y desorientación en sectores intelectuales y profesionales.

28 de marzo | A ver cómo te va

En una proeza espaciotemporal, el presidente anunció el 28 de septiembre que su gestión, finalmente, había comenzado, y que, en consecuencia, los largos meses de inflación, ajuste y despidos iniciados el 10 de diciembre no tienen entidad, no están, están desaparecidos. No los vivieron del mismo modo los –al menos– 1.440.000 nuevos pobres que se generaron en ese pequeño lapso, si es que eran ciertas las cifras de la Universidad Católica a las que el propio presidente refirió en su primer discurso de apertura de sesiones.

Resta saber ahora si el Indec traducirá en números la profundización de una crisis que se expresa en todo el resto de los indicadores oficiales existentes, como los del ministerio de Agroindustria referidos a cuánta carne, leche y cigarrillos dejamos de consumir. El salto atrás supera al 2009 y bordea las malarias del 2002. Habrá que ver entonces ese martes 28 de marzo, después de las 16.00, qué tuitea el Indec y en cuántos puntos aumentó el 32,6% de pobreza. Por una cuestión de ponderación estadística –la forma elegante de referir al manoseo de los números– hay un serio riesgo de que el Indec no traduzca la gravedad de la situación actual.

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