La vida después de la guerra

Tres excombatientes santafesinos repasan sus experiencias, opinan sobre el conflicto y expresan sus posiciones sobre la actualidad de la política exterior.

En el Centro de Excombatientes de Malvinas, ubicado en Pedro Vittori al 4200, siempre hay movimientos: se realizan jornadas, encuentros y conmemoraciones. Pero los martes es un día especial, ya que los protagonistas de una de las páginas más dolorosas de nuestra historia se reúnen allí para estrechar sus lazos de solidaridad y compañerismo.

Algunos de ellos fueron entrevistados por Pausa, con motivo de la conmemoración de un nuevo aniversario del conflicto bélico argentino-británico.

Pensar en la patria

Edgardo Giorgi era conscripto cuando se desató la guerra. Realizaba actividades en la Marina. Formó parte del batallón “Apostadero Naval Malvinas”, un destacamento naval en Puerto Argentino. Sus funciones eran diversas: hacer guardias, atender heridos, llevar comida, balas y armas a la primera línea de combate. “Éramos el personal militar dentro de las islas”, resume.

Eduardo Giorgi (Foto: Olivia Gutiérrez)
Al ser consultado sobre las diferencias entre los ejércitos argentino y el inglés, Giorgi afirmó: “La diferencia más notoria entre ellos y nosotros es que, para ellos, las Fuerzas Armadas son hasta el día de hoy un trabajo. Nosotros éramos conscriptos de paso, que pasamos por un instrucción militar en distintas áreas. La mayoría no éramos personal que vivía de las Fuerzas Armadas. Pero las fuerzas militares británicas son como un empleo. Entonces ese tecnicismo, ese profesionalismo, podría haber influido. Pero después, en el tema lucha, sobre todo el Ejército ha hecho un papel demasiado digno, para lo que fue una guerra que no estaba en los planes de nadie”.

Sobre la decisión del entonces presidente de facto Leopoldo Galtieri expresó: “Si vos lo pensás hoy capaz que te querés agarrar la cabeza. Pero en ese momento uno pensaba en la patria, y no importaba quién era el general que te mandaba a una guerra. Nosotros estábamos defiendo un territorio que es nuestro hasta el día de hoy. Entonces dejás de lado si fue una locura o no, si el general fue mesiánico o no. Vos en ese momento estás bajo bandera y a vos lo que te interesa es defender la patria”.

Escapar del hundimiento

Por su parte, Marcelo González –también conscripto– era artillero en el Crucero General Manuel Belgrano al momento de su hundimiento: “yo relevaba la guardia de un cañón montaje a las 16 horas, justo cuando fue el primer impacto. Gracias a Dios que estaba afuera, que no estaba de guardia. La cantidad de muertos que hubo fue justamente porque estaban adentro”.
Marcelo González  (Foto: Olivia Gutiérrez)

“A los pocos minutos fue el segundo impacto. Ahí esperamos la orden del comandante para ir a las balsas. Cada uno tenía numerada una balsa. Te imaginas lo que fue ese momento, se iban todos afuera, todos desesperados. Y una vez que llegamos a la balsa, la tirás al mar y esperas a que se infle. Esos minutos fueron interminables”, agregó conmovido por el recuerdo.

Sin embargo, a pesar de tener tantas memorias y amigos que quedaron allá, él nunca decidió volver a las islas: “Se han hecho viajes a la zona del hundimiento pero no quise ir. Tengo muchos compañeros que han ido a Malvinas, pero yo no. Cada uno lo toma como quiere. A mí me parece que va a ser peor: no quiero remover las heridas. Ya bastante mal la paso cuando llega la época del 2 de abril, que son unos días bastante difíciles de superar”.

“Me enteré por televisión”

Miguel Ángel Gaete era un soldado de carrera en aquel entonces. Tenía 42 años y era suboficial principal. “Yo estaba en el Liceo General Belgrano de nuestra ciudad y el 31 de diciembre de 1981 me sale el pase hacia Comodoro Rivadavia. Allí tuve el cargo de encargado de la compañía Comando de Regimiento. Eran 160 soldados en total”.

Miguel Ángel Gaete (Foto: Olivia Gutiérrez)
Gaete, a pesar de tener un rango mayor en el Ejército, desconocía las decisiones de sus superiores: “Nosotros ignorábamos completamente todo lo que estaba ocurriendo. Inclusive el 2 de abril a las 6 de la mañana, cuando me levanté, prendo la televisión y me encuentro recién ahí con la noticia de que las Fuerzas Armadas habían tomado las islas. Me enteré de la guerra por televisión”.
Enseguida, se refirió a la escasa provisión de alimentos que los soldados recibían: “Llevamos mucha comida: 22 vacas y 50 corderos vivos. Pero muy poca de esa comida se pudo repartir entre los soldados, porque hubo una orden de no entregar carne por diez días a los soldados”.
Gaete estuvo en las islas a lo largo de toda la guerra. Con la avanzada inglesa, cayó prisionero: “El trato de los ingleses fue bueno. Hicieron lo que la Convención dice. Nos revisaron, nos desvistieron y nos trajeron a Argentina”.
La guerra dejó una marca indeleble en su vida: “A mí se me murieron cinco soldados. Dos se murieron de hambre. Yo los enterré y todo”. Además, “yo bajé 21 kilos durante toda la guerra. Cuando mi mujer me vio se quería morir. Estaba irreconocible”, concluyó.

La posguerra

“La posguerra de cada soldado dependió mucho de la contención familiar que tuvo cada uno. Yo tuve la suerte de tener una contención familiar, una contención psicológica por cuenta propia. No se hizo cargo de la contención psicológica la fuerza a la que yo pertenecía en ese momento. Es más, hubo un plan de desmalvinización, nos ‘escondían’. Yo tuve la suerte de que por mi forma de ser me pude reinsertar en la sociedad y armé mi familia. Pero lamentablemente hay algunos compañeros que no corrieron la misma suerte que yo. Y ellos son los que merecen todo tipo de atención”, recordó Giorgi.

En el mismo sentido, González dijo: “Algunos excombatientes comenzaron a juntarse apenas se terminó la guerra. Pero no tenían demasiada fuerza. Pasaron unos años hasta que se formó una buena comisión, con un estatuto y todo legal. Y recién ahí comenzamos a tener aparición, pero tampoco te daban mucho cartel, mucha cámara”. Asimismo, se lamenta de que la asistencia psicológica por parte del Estado no se hubiera hecho cuando apenas regresaron: “Eso es una cosa que ya a esta altura no la podés remediar”.

Con respecto a su situación actual, González agregó: “Nos sentimos más reconocidos. La magnitud del cambio ha sido notable. Pero pasaron 30 años, si a esta altura no tenemos un reconocimiento… Todo lo que se logró fue por el esfuerzo nuestro, porque nadie te va a dar nada”.

Vía diplomática

Finalmente los entrevistados se refirieron a la situación actual del conflicto: “Me parece que esto es una cortina de humo para tapar otras cosas que el gobierno está haciendo o está por hacer. Igual, está bueno porque va a hacer que la gente nos recuerde, que nos tengan en cuenta. Pero yo estoy tan descreído de la política en estos momentos, que no creo que sea sincero lo que está haciendo la presidenta” expresó González.

En un tono un poco más optimista, Giorgi declaró: “Realmente el reclamo por vía diplomática me parece correcto. Esa es la única vía que tenemos: que a nadie se le ocurra volver armados a las islas. Quiero que la lucha sea intensiva para recuperarlas. Yo soy un convencido de que las vamos a recuperar. La postura inglesa se va a ir desvaneciendo con el correr de los años, sobre todo por el problema económico global que sufre el mundo. En algún momento no las van a poder sostener más. Pero como todo, va a llevar su tiempo, va a costar”.

“Espero que no quede en un hecho político y nada más. Que sea en honor a los compañeros que no volvieron, a los que están allá y a nosotros, que estamos, vivimos, y que tenemos la posibilidad de luchar por esta causa tan noble que es Malvinas”, finalizó.

Sus actividades

El Centro de Exsoldados Combatientes de Malvinas de Santa Fe se integró apenas terminada la guerra. Allí se brindan charlas orientadas, principalmente, a establecimientos educativos. Actualmente están trabajando en la concreción de una sala de exposición de elementos malvineros. Y además tienen un premiado programa radial: “Soberanía nacional”, que se emite desde hace siete años por LT9 AM 1150 los domingos a las 22:30.

Publicada en Pausa #90, miércoles 28 de marzo de 2012

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