Los datos oficiales sobre ciertos artículos básicos de consumo se encuentran en sus pisos históricos. ¿Cómo se llegó a este escenario de malaria?

La inflación le pasó el trapo a los salarios en 2016, con una diferencia que no se veía desde 2002, cualquiera sea el indicador que se tome: el IPC Moreno, el IPC Congreso o el IPC 7 provincias. La pérdida de salario real (o la pérdida lisa y llana del salario), combinada con el recorte que hubo que hacer para pagar las tarifas aumentadas dejó un año con un triste saldo en materia de consumo. No será distinto 2017: febrero marcó 2,5% de aumento de la inflación, según el Indec. Se prevé que marzo y abril correrán en igual sentido. Junto con el alza de 1,3% en enero, para cuando lleguen las primeras subas de las paritarias habrá que recomponer entre un 7% y 9% de poder adquisitivo perdido sólo en 2017 (olvidate de lo perdido en 2016). Con fortuna, el primer aumentito –ya que las subas salariales están segmentadas en cuotas– paliará lo perdido sólo en este año y dejará lo suficiente para… ¿menos de un mes más de inflación?

Desde una perspectiva estadística, los seres humanos se revelan relativamente predecibles. Si no hay plata, no se compra. Acaso, en esta ocasión, sea mejor para nosotros: el consumo de leche, carne vacuna, vino y cigarrillos se encuentra en su piso histórico. Pero ya nos lo enseña la nueva medicina new age: la leche es una porquería hecha de agua y antibióticos, la vaca puede y debe ser reemplazada por nueces y lentejas, el vino arruina el hígado y los deliciosos puchos… ¿qué más decir?

Así que, por la culata, el modelo Cambiemos nos obliga a la berenjena, el agua y la amarga alegría de la vida del eremita. ¿Se reflejará en las estadísticas del sistema de salud? Chi lo sa. A lo mejor compensa los recortes en los programas de medicamentos.

-5,5% Consumo de carne

Según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna, en 2016 cada argentino se lastró 56,6 kilos de exquisita vaca: 155 gramos por persona por día. Pero el “consumo per cápita” oculta que hay uno que se come cuatro bifes por día y otros tres que no se comen ninguno. De todos modos, más allá de esta cuestión metodológica, se trata del consumo más bajo de toda la historia argentina, al menos desde 1958 (año en que empiezan las mediciones). Vale decir: en 2011 también se comió la misma cantidad.

Respecto de 2015, la caída es de 5,5%. Puntualmente, diciembre 2016 fue el peor diciembre desde 2002.

-11% Consumo de lácteos

El consumo de lácteos de todo tipo –desde la leche esterilizada a la descremada en polvo, pasando por la chocolatada– llega a 41,9 litros/kilos por habitante en el año. Hay que remontarse a 2002 y 2003 para llegar a un consumo más bajo (40,78). Respecto de 2015, la merma es de un 11%.

La leche pasteurizada es el lácteo más consumido. En 2016 se tomaron 23,22 litros per cápita de lo que llamamos “la leche”, a secas. Es el consumo más bajo de todo el registro del Ministerio de Agroindustria. Está por debajo de la marca de 2002, que es de 23,31 litros. En comparación con 2015, la caída fue de 19,8%.

-9% Ventas de vino

El Instituto Nacional del Vino guarda estadísticas apenas desde 2009. El consumo de vinos en el mercado interno (sin considerar los importados) es el más bajo desde 2009.

Se comercializaron en 2016 unos 9.389.839 litros de vino. Fue un 9% menos que en 2015 y un 4% menos que la peor marca anterior, la de 2010.

Ya están publicados los datos de enero de 2017. En enero de 2016 se había producido una caída de 8,59% respecto de 2015. Este enero de 2017 está un 13% por debajo de aquel enero de 2016. Sin rodeos, enero de 2017 es el mes en el que menos vino se consumió desde 2009. La redundancia no es broma. Nunca se tomó tan poco vino como en enero de 2017.

-11,6 Consumo de cigarrillos

Será más saludable, pero los adictos al tabaco ruegan que dejar el vicio sea una decisión y no una imposición del bolsillo.

El Ministerio de Agroindustria guarda datos desde 2005. Otra vez: el consumo de puchos de 2016 es el más bajo de todos. Está un 11,65% debajo de 2015 y está 2,7% debajo de 2005, la peor marca anterior. Se puede suponer que la situación fue más aguda en el período 2001 a 2003. O no: pocas veces se vio un impuestazo como el que los puchos recibieron en mayo de 2016, el mes en el que menos atados se vendió en todo el registro.

Hay datos hasta febrero sobre este consumo: la situación empeoró. Si la caída interanual a diciembre de 2016 era de 11,65%, ahora llega a 12,14%.

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