Otro año con pérdida de poder adquisitivo está en marcha. El gobierno fomenta un cepo a las paritarias y la destrucción de puestos de trabajo, mientras los sindicatos intentan resistir.

Por Guillermo Griecco (*)

En plena pelea de los docentes por mejorar sus haberes y con las principales paritarias a punto de arrancar, estimaciones oficiales y privadas prevén que los aumentos salariales de este año volverán a quedar por debajo del índice de inflación, como ocurrió en 2016.

Mauricio Macri no se baja del caballo y sigue sin convocar a la paritaria docente nacional. El presidente habla de “Estado aguantadero” mientras prepara nuevas cesantías en el ámbito público. El conflicto que abrió el gobierno con los trabajadores de la educación se proyecta en espejo hacia otros sectores sindicales, con sus negociaciones paritarias en ciernes. Además de querer disciplinar a la clase obrera extirpando conquistas y minimizando derechos, la alianza Cambiemos está obsesionada en lo que ellos denominan bajar el costo salarial en dólares, pedido que viene haciendo el establishment empresarial. Para alcanzar ese objetivo el Estado neoliberal y su plan económico contribuyen a los cierres de empresas –sobre todo pequeñas y medianas–, despidos masivos, cepo paritario y políticas inflacionarias, como los tarifazos.

Gremios de peso, como la Unión Obrera Metalúrgica, Camioneros, Transporte, los albañiles de la Uocra, entre otros, calientan motores para adentrarse a sus respectivas paritarias. El contexto marcará la pulseada salarial: caída de la actividad, destrucción de puestos de empleo y pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Pese a los denodados esfuerzos del gobierno por establecer metas de inflación en torno al 17%, registros estadísticos oficiales y privados sobre el costo de vida permiten proyectar un índice de precios al consumidor que va del 25 al 30% para este año. En rigor, futuros aumentos salariales volverán a perder o apenas igualarán el porcentaje de inflación promedio estimado para 2017.

Esos mismos sectores sindicales vienen de perder entre 5 y 10 puntos de poder de compra en sus salarios en la carrera con la inflación durante 2016. Este año, los docentes santafesinos cerraron sus paritarias provinciales en el 25%. El gremio de Empleados de Comercio selló una suba salarial del 20%. La UOM, que junto a la Uocra fueron los gremios más golpeados por los despidos, intentará conseguir una recomposición salarial del orden del 30%, contra el 17% que ofertarán los empresarios. Los metalúrgicos anunciaron un plan de lucha (por ahora light) para empezar a presionar con sus demandas. Las paritarias de este año, como muestra la puja salarial que llevan adelante los docentes, auguran un partido chivo y con un árbitro estatal que patea y hace foul en contra de los trabajadores.

Mejor alumno reload

Casi como un halago a las políticas de Cambiemos, desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) indicaron que los salarios subirán este año un 25% en la Argentina y que ese porcentaje resultará menor que la inflación estimada. Para el organismo amigo de Macri la inflación promedio para el año será del 25,6%, lejos de la meta del 17% que persigue el Banco Central, y previó que “el aumento nominal de los salarios en 2017 será del 25%”. En efecto, los salarios volverán este año a ser derrotados por la inflación. Esa contracción en el poder de compra de los asalariados se refleja en la sostenida caída del consumo popular.

Según el Indec, la inflación de marzo fue 2,4%. El Observatorio de Datos Económicos y Sociales de la CGT relevó un 2,48% y agregó que en los últimos 12 meses acumula 35,66%. Para el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (Ipec), la inflación en Santa Fe fue del 2,8% en marzo y acumuló 7,6% en el primer trimestre del año. “Para cumplir la meta inflacionaria que se planteó el gobierno nacional, el aumento de precios no deberá superar el 1% mensual en lo que resta del año”, dijo Jorge Moore, titular del Ipec, en declaraciones radiales. Esa posibilidad parece cada vez más lejana.

Las paritarias, en un cuello de botella muy complicado

De acuerdo al indicador que elaboró el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) regional Santa Fe, el costo de vida para una familia de cuatro integrantes de los barrios periféricos de Rosario fue en promedio de 17.300 pesos en marzo de 2017. En tanto, el salario mínimo vital y móvil actual, equivalente a 8.060 pesos, no alcanza a cubrir ni la mitad de la canasta básica del sector vulnerable, como alimentación, vestimenta, servicios de vivienda y transporte, educación y salud.

Rápido y furioso, el macrismo ensucia la pista mientras se corre la carrera entre salarios y precios. La caída a pique de la industria y la destrucción del empleo son dos grandes obstáculos que deben sortear los trabajadores. Según datos de la Unión Industrial, la actividad fabril cayó casi 10% en febrero en la comparación interanual. En tanto, el Indec informó que en el primer año de gestión de la alianza PRO-UCR se perdieron 68.314 fuentes de empleo formales y dejaron de existir 4.462 empresas. El Indec también reconoció que el salario perdió 5 puntos en su poder de compra frente al índice de inflación en 2016.

Según un informe del Centro de Economía Política Argentina, en marzo hubo 4.823 despidos, siendo la construcción el sector más afectado. En el primer trimestre del año fueron en total 9.599 las personas que se quedaron sin trabajo y desde que asumió Macri, de acuerdo a los datos del Cepa, se contabilizan unas 250.000 cesantías y suspensiones. A la caída del empleo y la flexibilización laboral se suma la constante reducción en el poder de compra de los salarios, carcomidos por el proceso inflacionario que auspicia Cambiemos.
(*) El Eslabón, 22 de abril de 2017

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