Quizás es momento de aceptarlo y dejar de lado todo prurito. No insistir, dejar de discutir con propios y ajenos. Salir de la vereda de enfrente. Quizás si empezamos a entender que donde hay un derecho nace un negocio podamos evolucionar hacia una nueva Argentina. Hay que dejar atrás viejas lógicas, qué es eso de pretender que ante una necesidad nace un derecho. Avancemos, comprendamos por ejemplo que una plaza en realidad es la terraza de una cochera, que si los vecinos y vecinas se movilizan, manifiestan y proponen es por puro arte de contrariedad. Intentan poner palos en la rueda del progreso. Son como miguelitos en la ruta de la prosperidad. Está claro que lo hacen para molestar, seguramente es gente que tiene mucho tiempo ocioso. No logran ver, discernir el modo en que cristaliza una cosmovisión en favor de un grupo de pequeños y honestos empresarios que todos los días se levantan, piensan y actúan en pos de una patria, perdón, país que quiere insertarse en el mundo. Porque en el mundo las plazas son cocheras. Y la corrupción únicamente es del Estado. Los contratistas, las empresas, los CEOs por ley natural están exentos de todo contagio con la inmoralidad. El pueblo, perdón, la gente está harta de tanta corrupción en sus políticos.

La patria es el locro, Argentina debe ser parte del resto del mundo. Por más que no sepamos bien qué es ese mundo. O quiénes son los patovas que permiten ingresar o no a ese gran boliche de créditos, deudas y restricciones. Insertar, encajar, meter, intercalar, mezclar, incluir, interponer, entremezclar, entreverar la Argentina en el mundo. Para lograr eso es muy importante por ejemplo tener a un amigo y nombrarlo cónsul en Singapur, llevarse bien con los compañeros rubios del grado, no hablar con ningún musulmán porque explotan, entender que si es moreno es dudoso y tratar de ir a misa los domingos o mejor que todas las religiones tengan su espacio en las escuelas públicas, como reza el anterior Ministro de Educación que estudió licenciatura en Sistemas en la universidad CAECE y obtuvo un Master en Administración de Empresas en la Kellogg School of Management de EE.UU. Reality leaves a lot to the imagination, dijo John Lennon.

Abramos puertas a la tierra.

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