Juan dice yo consumo, se ríe, sabe también que consumir es un problema, hay pibes que pueden estar en los dos lados de la frontera, que manejan un lenguaje y el otro, eso no los hace sufrir menos, por el contrario. Ser un pibe con ropa, tatuajes y vida suficiente para que un desconocido se cambie de vereda y además tener la lucidez de saberse uno más con portación de cara de los que nadie parece esperar nada bueno, duele. Y duele más si no hay una mano de donde asirse. Juan dice yo no tengo mamá ni papá, los ojos se le van cubriendo de una capa finita de lágrimas que hacen fuerza para no caer, muero por abrazarlo por decirle que todo va a estar bien, al rato no más se endurece, las lágrimas no caen y hace algún chiste o le pega un manotazo a algún compañero. Conocer ambos lados de la frontera no significa necesariamente poder atravesarla, no aceptarla no implica que desaparezca. Juan consume y está solo. Aunque yo le diga que no está solo su única manutención es una beca que desapareció. Juan escucha yuta y dice puta. Juan está en problemas desde que a su viejo lo liquidó una bala, Juan tiene primos que venden y hermanos que mantener, y una sensibilidad que lo hace débil para algunas cosas, y una inteligencia que lo salva a veces pero además lo lastima. Una ronda trata de contenernos; pasa el mate amargo que varios rechazan y las miradas como la voces se van ablandando prometemos no juzgarnos pero algunos no entienden o no les sale. Paula dice que todos somos adictos a algo, que el problema no es la adicción, el problema es el cómo, esas palabras me llenan, pienso por un rato que no todo está perdido como creí a veces viendo a esa misma chica sacarse selfies compulsivamente. De qué se escapan Juan y Ana es la pregunta que pocos se hacen porque les basta encontrar nata en la superficie para fruncir la cara y abandonar la taza. No lo entiendo o no quiero entenderlo pero muchos se arman escudos de asco, miedo, propiedad privada. Es simple: acusar de adicto, de vago, juzgar el uso del celular a preguntarse por qué, qué puedo hacer yo. El problema no es la adicción, el problema es cómo se nos juega el consumo en los distintos lados de las fronteras. Juan, Paula y el resto de la ronda sabe que la cana entra al barrio a cobrar cuotitas para dejar vender, saben además que el que vende chiquitaje no es el narco, pero sólo Juan y Paula entienden posta post que pedir ayuda a la cana no tiene sentido. Solo Juan y Paula entienden que el Estado nos abandona. Paula sabe que sale hermosa en las selfies se lo confirman los megusta que acumula. Paula sólo sale de su casa para venir a la escuela e ir a la casa de su vecina. Sabe también que no es normal pisar barro para venir a la escuela todos los días, sabe que no es natural que el camión no recoja la basura y que nadie se merece eso. Pocos en la ronda entienden esto, algunos juzgan a los vecinos que tiran la basura. La basura es mucha mucha porque las calles están tan en cualquiera que el camión no pasa hace dos semanas. La basura es mucha porque los perros tienen tanto hambre que la destrozan. La basura es mucha porque la calle está tan en cualquiera que la droga que consumen los pibes de este lado de la frontera o es rivotril o es más mierda. La basura es mucha porque para consumir hay que pagar. La basura es mucha porque los que nos deberían cuidar no siempre nos cuidan o nos cuidaron, a veces no les importamos, a veces se mueren, a veces nos juzgan, a veces no les conviene.

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