La Universidad que quiere Macri

Macri sobre la universidad

1.- Durante su conferencia de prensa en el Centro Cultural Kirchner, nuestro presidente afirmó -en consonancia con su idea de política entendida en términos empresariales, es decir, mayor beneficio a menor costo posible (luego deberíamos evaluar post facto para quiénes son los beneficios y a quiénes les va a costar poco beneficiarse y quiénes más)- lo que se puede ver en el videograph de TN, que encabeza esta publicación.

Por si alguno/a no vio la conferencia, y cree que la foto está sacada de contexto (siempre una foto está sacada de contexto, ya que naturaliza a un instante como si fuera toda la historia), esta sentencia presidencial viene acompañada de la siguiente reflexión de Macri, que voy a intentar reproducir respetando lo más que pueda el espíritu de sus dichos. A Macri lo sorprendía la cantidad de Universidades que se habían abierto en los últimos años y, sobre todo, la relación Universidad / matrícula estudiantil: muchas instituciones educativas para tan pocos estudiantes, básicamente. Por lo tanto, y esto lo charlé ayer con los estudiantes de la cátedra en la que juego de profesor, el presidente está planteando revisar la distribución del presupuesto para la educación universitaria porque, al parecer, se está gastando mucho dinero inútilmente en mantener instituciones que, otra vez al parecer, es irrelevante mantener abiertas porque benefician (si es que lo hacen) a unos muy pocos ciudadanos. Desde luego, esto se aplica a las universidades públicas que, en relación a las privadas, son las que más gastan del presupuesto nacional para educación.

2.- Para seguir contextualizando el videograph, a esto le deberíamos agregar que la próxima semana se llevará a cabo una evaluación a estudiantes y docentes de colegios secundarios y primarios (la misma que le sirvió a Macri para, en otra conferencia de prensa, decir que en la educación pública "se cae") y a estudiantes de los Institutos de Formación Docente, con un instrumento de evaluación que, según Flavia Terigi, está destinado a que arroje los resultados de antemano esperados, o sea, pésimos. Podríamos inferir -deduciendo- que el Ministerio de Educación está construyendo argumentos para confirmarse el prejuicio de que hay Universidades que sobran y que, las que no sobran, funcionan mal. Ergo, ¿para qué seguir gastando dinero en algo que no tiene futuro o que, si lo tiene, es nefasto? Todo cierra, y hasta parece lógico que así sea. ¿Por qué? Porque, lamentablemente, es lo que también la opinión pública (la opinión de la mayoría) afirma.

3.- Lo que resulta un tanto extraño y que ni Macri ni ninguno de los miembros de la cartera de educación ha explicado es cómo se les ocurre que para mejorar el sistema de formación terciaria y universitaria argentino lo que hay que hacer es esforzarse y funcionar con menos presupuesto. ¿De qué manera entiende Macri que la educación va a mejorar destinándole menos dinero que, luego, la universidad deberá optimizar porque es autónoma en el uso que hace de lo que el estado les otorga, y que nunca ha superado el 5% del PBI. ¿Cómo? Porque, y esto vale para casi todo aspecto de la vida, cuanto más presupuesto tengo para administrar en mi vida doméstica y cotidiana, mejores posibilidades de aumentar la calidad de vida tengo, ¿o no?

4.- Pero más allá de lo eminentemente económico, hay una cuestión de política educativa básica en estos dichos que se rigen por un principio central de la lógica de quienes concentran poder y capital y que se encolumnan detrás del gran pensador de la revolución de la alegría, Alejandro Rozitchner: "no pensar de manera crítica es saludable".

Alguien podrá creer que tiene razón cuando dice que la universidad actual, tal como se presenta, no estimula al pensamiento crítico. Mi primera respuesta, casi instintiva, es: "más seguro estoy que sin universidad se puede pensar muchísimo menos". Y esto es porque, por más deficiente que sea el sistema universitario argentino, todo esto que están leyendo lo aprendí en la universidad. Lo puedo escribir porque fui a la universidad; porque allí, así más no sea en las condiciones más miserables, se habilitan encuentros y diálogos pedagógicos, amistosos, amorosos, de aprendizaje y enseñanza que, con las puertas cerradas de la universidad, jamás se sucederían. Incluso, los que concentran poder tampoco podrían ser tan efectivos en su tarea sin la universidad.

5.- Sin dudas, es a la universidad pública, gratuita y abierta (dentro de los límites de un mundo neoliberal dominado por el capital financiero) la que deberá esforzarse para reducir el gasto público. Pero, ¿cuáles son las universidades públicas a las que se les pide "el esfuerzo"?

Desde luego, serán esas instituciones que albergan estudiantes de orígenes socioeconómicos bajos; universidades "populares", cuyos ritos de inclusión y exclusión son flexibles. Donde sus estudiantes no necesitan haberse educado dentro de una cultura estrictamente academicista para poder ingresar a un nivel educativo superior. Instituciones donde la mayoría son primera generación de universitarios en su familia. Universidades donde la discriminación está satisfactoriamente reducida.

Trabajo en una universidad de estas características. Una universidad popular posta. Con un estudiantado que proviene de todos los sectores sociales. Incluso, he tenido en mis clases alumnos indigentes. Chicos y chicas cuya pobreza es explícita. Son esos los sectores tradicionalmente excluidos del sistema educativo superior argentino. Los que están compuestos por sujetos que hasta no hace más de 20 años, siquiera imaginaba asistir a una universidad. No estaba ni en sus posibilidades ni en su ideario. Van estudiantes de esos grupos de individuos para los que todavía, en su imaginario, ir a la universidad significa la posibilidad de ser alguien; de ascenso social, en resumen, de sentirse incluido en esa elite a la que siempre miraron desde afuera.

Sé que trabajar con este tipo de estudiantes, por momentos, resulta incompatible con lo que aprendí durante mi formación académica. Pero el desafío sigue siendo el mismo: formar ciudadanos y profesionales críticos, reflexivos, pasionales y felices. ¿O acaso porque son pobres no tiene derecho a esa formación? ¿Acaso por ser pobres o no ser los privilegiados de un sistema político, cultural y económico no deberían tener la chance de asistir a un tipo de conocimiento académico / científico? ¿Tienen que aprender un oficio porque son pobres? ¿No tienen derecho a que exista una universidad que no los discrimine por su origen social? ¿A una universidad que no sientan ajena hasta, incluso, en la ropa que pueden pagar?

Se entiende que estamos teniendo que defender un derecho inalienable a todo ser humano, ¿no? Defendiendo lo que es una conquista de y por aquellos que siempre han sido postergados.

6.- ¿Se entiende, en definitiva, que Macri no le está pidiendo “un esfuerzo” a la Universidad, sino a los excluidos de siempre que, ahora también, lo estarán del derecho a una educación superior pública y gratuita?

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