Cauce, opera prima de Agustín Falco. Una historia made in Santa Fe con machirulos, despidos y tono de cine negro.

Cuenta Agustín Falco que entre lo que aprendió siendo asistente de dirección de Fernando Birri, “siempre remarco algo que me dijo él una vez: a tu película la podés hacer como se te canten las pelotas, pero siempre tiene que ser crítica”. De ahí los personajes sutilmente ironizados que aparecen en Cauce, machirulos chetos y machirulos grasa, machirulos santafesinos. “Rodamos todo acá en la ciudad, también en Rincón, y están presente muchos personajes locales, el tipo de capital de provincia, época de crisis, las caracterizaciones juegan un papel importantísimo para el desarrollo de la historia. Aunque después fueron otras cosas las que se resaltaron a la hora de hablar de la película”, le dijo el director a Pausa.

La historia se dispara cuando Ariel sufre la consecuencia de la apertura de importaciones y lo echan del laburo. “El guión lo tenía desde principios de 2016, pero el hecho de que ahora parezcan tan marcadas las críticas al momento histórico que estamos pasando me trajo algunos contras, entre los comentaristas de Facebook más que nada, también con algún que otro medio que señaló que la historia parte de una contextualización inconsistente. Pero que se genere discusión al respecto me resulta muy satisfactorio”.

Este film es la ópera prima de Falco, que antes dirigió la serie Habitación 13 y también es fundador de MuchaSiesta, la cooperativa de producciones audiovisuales que aportó los recursos humanos a esta producción que se estrenó mundialmente en agosto, en el Festival Internacional de Cine de Quito. Los dos proyectos se igualan también en el tono: son más bien policiales, con elementos de cine negro, “en la película reconozco cosas que vi de Scorsese, de Pablo Fendrik, el personaje del Tano me parece tarantinesco”.

Las imposiciones de la heteronormatividad hacen que Ariel no pueda sobrellevar su despido de la mejor manera, está aturdido, se toma un saque en el auto antes de entrar al cumpleaños de su suegro. Al rato ya está agarrando viaje en un negocio turbio “para que tu mujer no te rompa las pelotas”, como le dice justamente el Tano. El machismo es uno de los grandes temas de la película, que se lo ve así nomás pero que tampoco está exagerado, ni en el guión ni en las interpretaciones.

La mayoría de las escenas son extensas, normalmente eso haría que la historia sea más lenta. En Cauce no pasa esto. El recurso de los planos secuencia está tan bien trabajado que logra una tensión permanente en y afuera de la pantalla. A una forma poco convencional de plantear una película intensa, una resolución excelente de los riesgos asumidos, sin necesidad de abusar de los tiros y las persecuciones: con una linterna quemando la oscuridad del monte es más que suficiente.

Otra complejidad de trabajar con planos secuencia es la coordinación de actores y técnicos. Es apenas una de las huellas de qué tan bien se capitalizó el trabajo grupal: “Lo primero que recomiendo para el momento de empezar un proyecto es escuchar a los compañeros, sus opiniones sirven siempre. Estamos pasando por momentos muy difíciles para hacer cine, porque se le está dando más prioridad a su utilidad comercial que a su potencial cultural, así que haber conseguido hacer esta película, de la que todos estamos orgullosos, no se hubiera podido sin la fuerza de un grupo”.

El puerto, barrio Guadalupe, el río Ubajay, manejes en un boliche, bolsos con dólares y fierros en la cintura: ninguna de las situaciones se resuelve de la manera más prudente. “Ariel parece estar siempre en el peor momento en el lugar equivocado”. La figura de la corriente y la evolución del personaje a lo Breaking Bad se vinculan con el título de la película. Una cosa lleva a la otra.

La producción conjugó a la Cooperativa MuchaSiesta y a Aleph Cine, contando con apoyo de la Municipalidad a través del programa Santa Fe como set de filmación. “Si bien no hay cada vez más incentivos, los hay y están para ser aprovechados, hay que ser muy persistente en ese sentido”, remarcó también el director.

Al elenco santafesino se sumaron los rosarinos Juan Nemirovsky y Luis Machín. Alberto Ajaka (que además trabajó como tutor de guión), Agustina Ferrari, Martín Slipak y Manuela Viale llegaron desde Buenos Aires. La película está en el Cine América (25 de Mayo 3075) hasta el 29 de noviembre.

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