Volvió el ídolo y dio vuelta como una media a Unión.

El año de Unión claramente se divide en antes y después de Leonardo Carol Madelón. Hasta el mes de julio, donde se da el regreso del ídolo, el Tate fue de mal en peor. Los malos resultados que se dieron al comienzo del año con la conducción de Juan Pablo Pumpido, se profundizaron luego con la llegada de Pablo “Pomelo” Marini.

De los siete primeros partidos, Pumpido sólo ganó uno y, además, perdió el clásico de local. Marini llegó para enderezar el rumbo, pero profundizó la crisis, el equipo jugó peor y los resultados también fueron para atrás: apenas ganó uno, empató ante Colón y perdió los cinco restantes. Si Unión seguía en esa senda en 2017, seguramente era un gran candidato a pelear el descenso.

El volantazo llegó a tiempo. Luego de algunos rumores sobre la llegada del defensivo Gustavo Alfaro, los dirigentes volvieron a buscar al hombre que hacía ocho meses antes había dejado la institución. Parecía que era muy prematuro el regreso, además Madelón venía de un fracaso importante en Belgrano de Córdoba, pero indudablemente Leonardo Carol está diseñado para dirigir a Unión.

Con un plantel corto, el DT le llegó al grupo con un mensaje claro. Por eso, de forma rápida Unión se convirtió en un equipo solidario y aguerrido, donde todos sus componentes saben lo que tienen que hacer. De esa manera llegaron algunas actuaciones muy buenas y otras  aceptables, pero suficientes para ponerlo al Tate en un lugar expectante en este receso de verano: tercero en la tabla.

La única mancha negra del nuevo ciclo de Madelón fue la eliminación ante Morón por  la Copa Argentina, el resto invita a la ilusión, esa que tiene el hincha tatengue de clasificar por primera vez a una preciada copa internacional.

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