El recuerdo de Vanesa, en los Carnabarriales de Alto Verde

Es domingo a la siesta en Alto Verde. En la calle Demetrio Gómez, a la altura de la Escuela Omar Rupp, un grupo de chicas y chicos están colgando unas guirnaldas. Es que hoy se festeja en el barrio los Carnabarriales que organizan Arroyito Seco y el Movimiento de Organizaciones Murgueras de Oeste (Momo) por tercer año consecutivo en el arrabal costero. El clima es diferente al de los años anteriores: han pasado solo tres días del femicidio de la docente Vanesa Castillo y todo el barrio sigue conmovido.

El crimen de la maestra golpeó fuerte en el corazón de Alto Verde. Se nota, se ve en el semblante de los vecinos. Por eso, las dos organizaciones que llevan adelante el carnaval dudaron mucho sobre la realización del evento. En la reunión del viernes 16 en Arroyito Seco –un día después del asesinato de Vanesa–, para definir si se hacía o no, las palabras de un adolescente de Arroyito le pusieron letras al comunicado que luego daría la organización: “Como todo el barrio, estamos conmovidos y tristes por el femicidio de Vanesa Castillo. Consideramos como colectivo que la mejor manera de recordarla y homenajearla no es quedarnos tristes, ni en silencio, sino encontrando alegría en esta fiesta popular. El carnaval, que históricamente significó la lucha contra todo tipo de tristeza, la celebración del encuentro con los otros y la alegría, es una oportunidad para ello. Recordar, respetar y seguir el ejemplo de Vanesa es luchar porque ningún pibe ni piba esté triste. Por eso hacemos carnaval”.

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Llegadas las 17 del domingo, los inspectores de tránsito cortan las tres cuadras que tendrá cada murga para tocar y bailar. Las puertas de las casas de los vecinos están casi todas abiertas, mucha gente entra y sale. Algunos niños pasan corriendo con botellas de agua y espuma, mientras una señora prende el fuego en una parrilla para vender unos choris. De a poco, se empiezan a ver algunos trajes murgueros y, lentamente, el repiqueteo de los tambores empieza colmar el ambiente. En total son 17 murgas de diferentes barrios de la ciudad que van a desfilar por Alto Verde: Macumbé, Sueño Dorado, Birrilata, Estrellas de Guadalupe, Pateando Tristezas, Ensamble de Villa del Parque, Los Nuevos Payasos de Alto Verde, La murga de los Renegados, 11 de Abril, La 99, Los Payasos de Alto Verde, Herederos del Sol, Ara Zunú, Pan con Chicha, Pompa Gira, Amanecer y La Peña Show.

Para las 20, la calle Demetrio Gómez está repleta: algunos dicen que son unas 5000 personas. Los murgueros, los vecinos, los niños y los bailarines se apropian la calle para compartir esta fiesta popular. Es difícil no bailar al compás de los tambores cuando una murga se acerca. Y el carnaval lo que hace es justamente eso: hacerte bailar con desconocidos, encontrarte con un otro ajeno, hacerlo más cercano, celebrar que estamos acá viviendo y para quemar, junto con el Dios Momo, las angustias y las opresiones que se sufren en las barriadas.

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Son las 20:30. Alguien pide atención por el micrófono. Cartucho, el conductor histórico de los Carnabarriales, solicita un minuto de silencio en homenaje a Vanesa. De repente, Alto Verde queda sumergido en un silencio que te pone la piel de gallina. El luto tiene el nombre de Vanesa, pero cada uno piensa en la docente y en alguien más: tu primo que lo mató la Policía en alguna calle de la ciudad, la bala perdida que mató a tu hermana, el padre violento que con sus golpes acabó con la vida de tu mamá...

Llegando a las 12 de la noche, la última murga va cerrando la fila. En la torre, como le dicen los altoverdenses al sitio donde actualmente termina el asfalto, está preparado el Momo para ser quemado. Mientras las personas van bailando, algunos pibes de Momo y Arroyito Seco pasan con baldes de agua, palos y botellas con nafta. Cuando todo está listo, tres personas con las antorchas encendidas dan inicio al ritual. El Dios Momo empieza a arder, como nuestras penas y agobios. La llama calienta aún más el ambiente: es un sol, nuestro sol, que surge desde el carnaval para que tiremos los que nos pesa. Una chica empieza a correr y a bailar en círculos alrededor de la llama. De golpe, ese círculo se expande y son un montón los que danzan junto al Momo. Unos 20 minutos después, recién empieza a apagarse la llama del Carnabarrial y, de a poco, la calle empieza a despejarse. Alto Verde va a descansar, mañana es lunes y la vida vuelve a comenzar después de carnaval, más liviana.

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