Planteada en los medios gubernamentales como un apriete de Hugo Moyano por sus causas judiciales, la protesta del 21 de febrero tiene su justificación en la demolición del mercado laboral.

Tras haber apoyado a Cambiemos en las elecciones de 2015 y haberse retirado temporalmente de la actividad sindical, Hugo Moyano vuelve a la calle este 21 de febrero, junto a buena parte de la CGT, sobre todo los alineados en la Corriente Federal de Trabajadores, las dos CTA, los sindicatos y partidos de la izquierda y los movimientos sociales, como la CTEP.

Por las organizaciones convocantes, se presume que será la mayor movilización de trabajadores de la era Cambiemos. Pese a las bajas de distintos sectores de la CGT, se espera incluso que los sindicatos de base desconozcan a sus líderes timoratos o acuerdistas y se sumen a la marcha.

La protesta suele ser presentada como un ataque de Moyano al Poder Judicial, en razón de las causas e investigaciones abiertas en su contra. Sin embargo, la marcha fue convocada antes de que los expedientes cobraran el vigor con el que ahora avanzan. Como sea, hay seis razones reales mucho más convocantes para que los trabajadores pongan los pies en las calles que la coyuntura tribunalicia de un dirigente.

1) Crisis y precarización del trabajo registrado

Aportan a la obra social, contribuyen al sindicato, tienen salarios regulados por paritaria. Los trabajadores registrados son la crema del mercado laboral y el mayor interés de los dirigentes sindicales, pues son su base de sustentación.

Desde noviembre de 2015 a noviembre de 2017 (último dato disponible), la cantidad de trabajadores registrados que pueden encuadrarse sindicalmente creció apenas el 0,54% (se excluyen los autónomos, los monotributistas y los asalariados en casas particulares). Como mínimo, para acompañar el crecimiento vegetativo de la población, debió haber aumentado el 2%. En el caso puntual de los trabajadores registrados del sector privado, el crecimiento apenas llegó al 0,17%.

El sector más afectado es el más dinámico, el que mayor valor agregado genera y el que mejor refleja si hay o no una política integral de desarrollo. El trabajo registrado industrial privado cayó un 5,3% desde el cambio de gobierno. En apenas 24 meses se echó al 88% de los trabajadores en blanco que habían sido empleados por el sector desde enero de 2009.

El 65% del trabajo registrado creado en la era Cambiemos es monotributista

El espejo de esta demolición es el fuerte aumento en la cantidad de trabajadores monotributistas o monotributistas sociales. Crecieron un 7,63% y un 22,97% respectivamente. Sumados, explican el 65,52% del nuevo empleo registrado desde noviembre de 2015.

Estas cifras describen un panorama de intensa precarización del trabajo, desafiliación social e incertidumbre personal que explica el mayor poder patronal y su mejor posición para avanzar en la destrucción de las leyes laborales.

La comparación con la situación anterior es tajante. Entre enero de 2012 y noviembre de 2015 se generaban cada mes, en promedio, unos 23.632 puestos de trabajo registrado. Desde que Mauricio Macri toma el poder, esa cifra baja a 11.746, menos de la mitad.

2) Aumento de la desocupación

Dejando de lado las cifras de 2016, hay que retrotraerse hasta marzo de 2010 para encontrar una tasa de desocupación tan alta como la que registró el Indec en septiembre de 2017: 8,3%. Por otro lado, la tasa de ocupados demandantes de empleo (15,4%) es la más alta desde junio de 2016, marcando la necesidad de los trabajadores ocupados de tener más salario para cubrir sus necesidades. Con los subocupados, que llegan al 10,8%, se supera el tercio de la población económicamente activa hundida en los peores problemas de empleo.

La desocupación no cede y alcanza al 8,3% en septiembre

De representación más compleja, estos trabajadores suelen encuadrarse al interior de las organizaciones sociales y territoriales. Estas formas de nucleamiento se generaron durante la década del 90, la última ola de destrucción del mercado laboral, ante el abandono casi total de la representación sindical.

Particularmente, en la región más populosa del país, el Gran Buenos Aires, la desocupación sigue en las dos cifras: 10,3%. En todo el país, hay 1.058.000 trabajadores sin trabajo. Los más afectados son los jóvenes: la desocupación en los menores de 29 años alcanza al 19,5% de los varones y al 15,5% de las mujeres.

3) Aumento del trabajo en negro

El estilo más corriente de la precarización laboral es convertir un empleado registrado en monotributista de contrato continuo o, peor aún, simple trabajador en negro. Pese a los esfuerzos que dice llevar adelante el Ministerio de Trabajo, lo cierto es que en todo el país, el trabajo asalariado no registrado aumentó del 33,7% al 34,4% entre el segundo y tercer trimestre de 2017, según informó el Indec. En la comparación internanual el resultado es casi el mismo: el trabajo en negro en septiembre de 2016 estaba en 33,8%. Pasa el tiempo y no pasa nada.

Crece el trabajo en negro en el país y en Santa Fe

La suma con la cifra de desocupados da miedo, sobre todo en el Gran Buenos Aires. Allí el 37,1% de los trabajadores está en negro. En Salta, el Gran Tucumán y Santiago del Estero ese porcentaje oscila entre el 40% y el 45%: prácticamente todos los trabajadores del sector privado están en negro.

4) Bolsillos cada vez más flacos

La pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores en 2016 y 2017 oscila según los aumentos salariales que cada sector haya logrado conseguir en sus negociaciones paritarias. No es lo mismo ser mozo de Luis Barrionuevo que aceitero de Daniel Yofra. También, el año electoral no fue tan duro como el combo de ajuste, despidos y devaluación de 2016. Para el Indec, incluso, en 2017 hubo aumento del poder adquisitivo (¿?), lo que nos lleva a usar el “Método Kestelboim”

Dos precisiones:

Según la optimista y oficialista Cámara Argentina de la Mediana Empresa, desde noviembre de 2015, la caída de las ventas en comercios minoristas marcó un récord histórico. Solamente tuvieron subas en octubre, noviembre y diciembre de 2017. En enero, volvieron a caer. De manera acumulada, cayeron 7% en 2016 y 1% en 2017.

• El consumo de carne, leche, vino y cigarrillos se encuentra en sus pisos históricos. O hay un tsunami de veganismo o el mango no alcanza.

También se puede acudir a otras fuentes. La Universidad de Avellaneda estimó en base a datos oficiales las variaciones en el salario real, según los acuerdos sindicales

2016 2017 Acumulado
Sindicatos con mayor poder de negociación -6% 2% -4,10%
Sindicatos con menor poder y cláusula gatillo -8% -1% -8,90%
Sindicatos sin cláusula gatillo -8% -3% -10,80%

5) Ajuste de las jubilaciones

La reforma previsional sancionada con escándalo y represión en diciembre toca directamente a todos los trabajadores sindicalizados que tengan dentro de sus planes vitales la ilusión de envejecer. Pero también impacta en los desocupados (que son más que antes) los trabajadores en negro (que también son más) y los monotributistas (que son muchísimos más), porque los afectados son todas las personas relacionadas al sistema nacional de seguridad social. El recorte impuesto por el gobierno afecta a 17 millones de personas.

De manera (no tan) indirecta, la extensión de la edad jubilatoria impacta muy negativamente: ahora los abuelos competirán en el mismo mercado laboral que los nietos, cuya desocupación, como antes se señaló, es rampante.

¿Qué significan 100 mil millones de pesos menos para los viejos y los pobres?

El último aumento con la Ley de Movilidad de 2009 fue en septiembre de 2017. Esas 17 millones de personas que reciben estipendios de la seguridad social recuperaron cinco puntos de poder adquisitivo real. Esa nafta se agotó rápido. Para noviembre de 2017, la inflación acumulada en tres meses llegó a 4,8%. Con el 3,1% de aumento del Índice de Precios al Consumidor en diciembre, esos salarios ya quedaron atrás: la inflación entre septiembre y diciembre del año pasado acumuló un potente 8,1%. Con el dato de inflación de enero, la suba acumulada respecto de septiembre ya llega a 10,07%. Para evitar la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados, los pobres, los discapacitados, los veteranos de guerra, el aumento de 5,71% planificado para marzo debió haber sido ejecutado en enero, y ya estarían perdiendo poder adquisitivo en febrero.

6) Ataque continuo

En último lugar, sí, está la relación entre los sindicatos y el gobierno.

Tras unas paritarias muy tranquilas en 2016, el primer mordiscón vino del lado del Poder Ejecutivo, con el veto a la Ley Antidespidos que, en los hechos, era una sencilla obligación de doble indemnización. Esa ley se sancionó en un marco de estallido de la desocupación, que escaló hasta el 9,3% en junio de 2016. El veto vino acompañado de un muy publicitado acuerdo con grandes empresarios para suspender los despidos, que rápida y abiertamente fue incumplido.

El año transcurrió con la más fuerte pérdida del poder adquisitivo de los asalariados. Las paritarias quedaron muy debajo de una inflación superior al 40%, mientras que los tarifazos comenzaron a sentirse hacia final de año.

En 2017, con la disolución de hecho (ahora legalizada por decreto) de la Paritaria Nacional Docente, la tensión fue en aumento. Las movilizaciones de maestros y profesores signaron el comienzo del año pasado, el dirigente Roberto Baradel fue bastardeado por el presidente en una improvisación durante su discurso de apertura de sesiones legislativas en el Congreso. Luego comenzó la arenga continua contra la “mafia de los juicios laborales” y, finalmente, el remate llegó con la reforma previsional y el acuerdo por la reforma laboral, por ahora roto.

El 2018 arrancó pocos días antes del 1° de enero, con la conferencia de prensa en la que se anunciaron las nuevas metas de inflación, que a esta altura debería llamarse “techo de las paritarias”. El gobierno busca cerrar en todos los niveles aumentos del 15%, pese a que los propios analistas oficialistas o alineados de bancos y consultoras ya dan por hecho que la inflación de este año rondará el 20%, cuando no dicen que será más alta que la de 2017. Para el caso, es muy esperable que haya nuevas devaluaciones y son concretas las próximas subas en las tarifas y los transportes.

 

El resumen es sucinto, la mejor síntesis la ofreció hace un año el actual senador por Buenos Aires, Esteban Bullrich, cuando era ministro de Educación: “Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre  y disfrutarla”. Por su vocabulario y sintaxis, suena como reflexión de Cacho Castaña sobre el abuso sexual. Al menos, así parece que lo está entendiendo el movimiento obrero organizado.

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