En el primer semestre cayó el consumo en los comercios locales. A la par, aumentan las tarifas y el dólar impacta sobre los precios. Hay preocupación ante el cierre de negocios. Advierten por el corte de la cadena de pagos.

Clientes que en su gran mayoría abonan con tarjeta de crédito, incluso en el supermercado. Un fuerte golpe tarifario sumado a la carga impositiva. Baja rentabilidad y dificultades para pagar en tiempo y forma a proveedores. En esos tres factores se puede resumir el panorama que atraviesa al comercio local. Lo más significativo: el volumen de ventas. Durante el primer cuatrimestre de 2018 se advirtió una constante caída en las comparaciones interanuales. Acorde a los relevamientos del Departamento de Investigaciones Económicas y Sociales (DIES) del Centro Comercial de Santa Fe, en mayo pasado –comparado con el mismo mes de 2017– “un 28,3% declaró ventas similares, un 23,8% reconoció incrementos (en distintas proporciones) y un importante 47,8% de los encuestados informó bajas interanuales, incluyendo un 19,6% con bajas pronunciadas”. 

Al respecto, se observó un repunte en el rubro indumentaria luego de una retracción, consecuente con las condiciones climáticas que prolongaron el verano y retardaron la llegada de temporada otoño-invierno. Asimismo, las variaciones del valor del dólar provocaron cambios en las listas de precios, lo que afectó las habituales operaciones. Sin embargo, los comerciantes consideraron que mayo fue “levemente” mejor que abril.

Acerca de los incrementos de precios en los próximos 12 meses, el DIES obtuvo que el 39% manifestó incertidumbre, el 21% indicó que la inflación rondará el 30%; el 16%, un 25%; otro 16%, un 20%; y un 8%, el 15 % anual. Ante la consulta sobre si el comerciante tiene previsto invertir en su empresa, el 73,7% respondió que no y el 26,3% que sí. “Las altas tasas de interés vigentes, prácticamente, tornan imposible la concreción de inversiones importantes”, señala el informe.

“El año 2017 nos venía dando comparaciones interanuales en baja, hasta agosto, septiembre que se insinuó una leve recuperación, lo cual fue un poco optimista porque pareció que se frenó la caída. Diciembre es un muy buen mes para las ventas. Empezó enero de 2018 y fue malo, enero fue malo dentro de lo previsto porque enero siempre es malo. Pero febrero siguió malo, marzo siguió malo, abril también. Cerramos el primer cuatrimestre de 2018 mal comparado con el interanual, que ya venía bajando”, aseveró Carlos Arese, a cargo de los relevamientos que realiza el DIES.

Un mes después, en junio, un nuevo informe del DIES muestra cómo se agrava la situación. SI en mayo el 47,8% de los encuestados reportaba baja de ventas, en junio ese porcentaje subió al 72,6%.  Un 9,2% incrementó ventas y un 18,2% se mantuvo sin variaciones respecto de junio de 2017. El mismo informe señala un dato contundente: el 91,9% de los comerciantes planea no hacer ninguna inversión en los próximos meses.

Abiertos, cerrados

El mismo departamento realiza mensualmente 100 encuestas sobre la base de una muestra heterogénea que comprende diversos rubros y distintas ubicaciones geográficas. Si bien las preguntas se modifican mes a mes, una es constante y refiere a la comparación interanual. En ese sentido, se destaca el aumento de los locales desocupados –teniendo en cuenta también el incremento de plazas.

En el transcurso de mayo pasado, se contabilizó un total de 6041 locales ocupados, 618 están desocupados, 133 en alquiler y 19 en venta. Lo cual totaliza en 770 locales desocupados, un 11,31% del total.  Hace un año eran 719 los locales desocupados. En octubre, 718: en seis meses cerraron 52 locales.

No está fácil

Ante la consulta de Pausa sobre la situación del comercio en la ciudad a diferentes referentes del sector, la respuesta se unifica en dos palabras “está mal”. “La está pasando mal, hay caída de ventas. Además, tenemos el ‘tarifazo’. A los comercios les impactó terriblemente la tarifa de la EPE. Algunos comercios llegaron a tener más alta la boleta de la luz que el alquiler”, planteó Arese. Como las piezas de un dominó, la baja de consumo deviene en baja de ventas, en baja de rentabilidad y todo se inserta en un cuadro de aumento de costos, con las tarifas a la cabeza.

Jorge Baremberg, integrante del Centro Comercial, hizo hincapié en que desde 2015 la EPE “trasladó 11 aumentos y después se perdieron los subsidios. Pero siempre estuvimos pagando muy por encima de Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Esto también impacta en el bolsillo del cliente que también tiene la domiciliaria que le termina de deteriorar el poder adquisitivo. Es un doble golpe para nuestra actividad porque somos usuarios de uso intensivo. Y nos va sacando mercado porque se achica el poder adquisitivo”.

En una misma línea, se expresó Roberto Slobodianiuk, integrante del Consejo Directivo de Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), del Consejo Directivo del Centro Comercial de Santa Fe y de la Comisión Directiva de la Federación Argentina de Artefactos para el Hogar. “No está fácil desde hace un rato largo. La venimos piloteando. Las realidades son diversas a lo largo del país, pero concluyen en una misma definición: no hay ventas, el consumo está totalmente caído, la plaza está seca y el consumidor en este momento no la está pasando bien porque no llega y está priorizando gastos”. Mientras la caída de las ventas y el incremento de los costos provocan cierre de comercios, lo que configura un panorama “de sobrevivencia”, se debe considerar también que toda pequeña empresa trabaja en función de “una escala de valores que es una pirámide”. Vale decir, “en la base está el empleado; en un comercio son dos, tres, cinco empleados que conviven todos los días. El comerciante trata de hacer todo lo necesario para pagar sueldos. Después vienen proveedores y luego servicios e impuestos. Con lo cual, se hace una deuda impagable e inflexible. Con un proveedor se puede hablar, pero el Estado cae con la deuda y multas exorbitantes”, graficó.

Las ventas minoristas de junio fueron las peores desde 2009

Como los números tampoco cierran para los consumidores, la mayoría acude a la financiación en cuotas, entre un 75 y 80% con tarjetas de crédito. De ese modo, “pagan fundamentalmente con tarjeta de crédito. Cuando hay 12, 18 cuotas y algunos bancos que promocionan hasta 24 cuotas, la gente no duda. Lamentablemente, tenemos una cultura inflacionaria. Por eso, cuando la gente consigue cuotas sabe que con una cuota fija se va a licuar en el futuro la inflación y en ese aspecto va a optimizar al poder adquisitivo”, argumentó Baremberg.

Pero ese no es el único comportamiento que da cuenta de la coyuntura socioeconómica. Con un dólar que oscila desde hace días en los 27 pesos, con picos que rozaron los 29, uno de los impactos inmediatos es el traslado a precios. “La pyme comercial no la está pasando bien porque, justamente, el efecto del dólar no es igual que el de otros países. En otros países, el mercado de cambio es mercado de cambio, no tiene nada que ver con la economía del propio país. Tenemos una economía mental y culturalmente dolarizada”, enfatizó Slobodianiuk. Pese a que la suma de los factores construye un cuadro de situación elocuente, cabe hacer foco en otro hábito creciente: “En supermercados que ya no se habla del chango. Ahora se habla del canastito de mano y se está haciendo en tres cuotas. Y financiar comida no es una señal satisfactoria”, agregó el dirigente de Came.

Si la pregunta se dirige hacia cómo se sostiene la dinámica diaria, la respuesta se resume en: “perdemos rentabilidad mes a mes”. Baremberg, a propósito, consignó que “hoy, con la presión tributaria, pagamos desde el día 1 al 30 impuestos porque tenemos que dilatar los vencimientos. Además, compramos mercadería que hay que pagarle al proveedor. Entramos en una dinámica de estar los 30 días pagando producto de que no tenemos la rentabilidad necesaria para capitalizarnos y pagar impuestos en menor tiempo y pagar proveedores”, sintetizó, con una luz de alerta con relación al pago a proveedores.

“A veces le decimos ‘reteneme el cheque hasta cubrir el banco’. Hay una situación en ese extremo: frename el cheque. Algo que me preocupa y ojalá no ocurra es que se corte la cadena de pagos. Que haya un aluvión de cheques devueltos y un aluvión de llamados a proveedores diciendo ‘no te puedo pagar ahora’. Creo que, lamentablemente, puede pasar”, estimó el comerciante y opinó: “Tuvimos dos años y medio en que este gobierno no tomó las medidas económicas que está tomando ahora. Tenemos un lapso de dos años y medio de venir desangrándonos y lejos de tener allá a lo lejos una luz, todavía se habla de un semestre muy difícil”.

Compra on line

Pese a las dificultades económicas, el Centro Comercial lanzó un sistema de compra on line (www.santafeshop.com.ar). Para los comerciantes, internet “ya no es competencia, hay que estar. Era un enemigo hace cinco años atrás. Con Santa Fe Shop los socios pueden vender con la cobranza a través de Mercado Pago o tarjetas de crédito. El comercio hace de exhibición o salón de entrega”, indicó Slobodianiuk. Baremberg añadió que el radio de influencia es de 50 kilómetros a la redonda de Santa Fe. “De esta forma asociativa es mucho más simple sostener un e-commerce”, destacó.

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