Macri en el gobierno, Magnetto al poder

El Grupo Clarín no paró de crecer en todos los gobiernos. Su CEO, Héctor Magnetto, supo negociar con (y extorsionar a) empresarios, militares y políticos para hacer crecer a su empresa.

En 1977 se adueñó de Papel Prensa, la fábrica de papel que consolidó su posición mediática y solventó sus finanzas. Ya en democracia, Clarín se quedó con Radio Mitre durante el gobierno de Alfonsín y con Canal 13 con Carlos Menem. En 2007 logró la fusión Cablevisión-Multicanal firmada por Néstor Kirchner.

Clarín también negoció con las autoridades las legislaciones del sector. Convalidó el decreto-ley de radiodifusión firmado por Videla en 1980 y logró una modificación a comienzos de los 90 que le permitió acceder al mercado televisivo. Tras la salida de la convertibilidad, en 2002, consiguió la pesificación de su gigantesca deuda gracias a la ley de bienes culturales impulsada por Eduardo Duhalde. Sin esa normativa, el grupo quedaba prácticamente en bancarrota.

Diarios, imprentas, radios, canales de TV, cableras y servicio de internet: Clarín no paró de creer. Para 2008 solo le restaba acceder a las telecomunicaciones. Telecom era su botín preciado. Para eso necesitaba un nuevo aval gubernamental. Justo entonces se precipitó la disputa por las retenciones a las exportaciones de soja.

El “conflicto del campo” dejó en evidencia la postura de los principales medios en favor de las patronales agrarias. Ese fue el escenario de la ruptura de Cristina Kirchner con Héctor Magnetto, que forzó un impase en el crecimiento del multimedio.

Cristina impulsó en 2009 una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual que además declaraba el acceso a la información como derecho (no como mercancía) y que habilitaba la democratización de la propiedad de los medios mediante la limitación de la cantidad de licencias que podía tener cada empresa.

Clarín diagramó su estrategia: por un lado, comenzó una etapa de periodismo de guerra, tal como reconoció su editor Julio Blank; por otro lado, logró la complicidad del Poder Judicial para frenar la aplicación de la ley. Su objetivo principal era político: necesitaba aglutinar toda la oposición detrás de un candidato para desbancar al kircherismo. El elegido fue Mauricio Macri.

Con la maquinaria mediática a su favor, Macri llegó a la Casa Rosada. Durante sus primeros dos años de gobierno, firmó resoluciones y decretos que beneficiaron a sus padrinos políticos. El gobierno de Cambiemos descansa en la labor de los editorialistas de la corporación para la construcción de su relato.

Desde 2016, todas las medidas en el sector infocomunicacional beneficiaron a Clarín. La primera fue la derogación por decreto de los artículos más importantes de la ley de medios de 2009. Luego, la destrucción de los medios públicos (Canal 7, Radio Nacional, Telam, Encuentro, DeporTV y Paka Paka) y la persecución y vaciamiento de las empresas mediáticas pertenecientes al zar del juego Cristóbal López y al dúo Szpolski-Garfunkel. Clarín no tuvo que desprenderse de sus medios y sus competidores se debilitaron.

En tan solo un año y medio Cablevisión-Fibertel compró primero la totalidad Nextel y luego absorbió a Telecom. En 2018, el Ente Nacional de Comunicación y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia aprobaron la conformación de una compañía de telecomunicaciones con un valor de mercado que ronda los 11 mil millones de dólares. Así se armó el mayor holding de multimedios de América Latina.

El gobierno de Macri será recordado como el que permitió la mayor concentración de medios y redes de distribución de contenidos y comunicaciones de la historia argentina.

 

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