Recuerdo que cuando yo era chico, por Canal 13, pasaban una publicidad de Naranpol con Diego Degano en su esplendor deportivo. La misma consistía en el nadador junto a su hijo en el supermercado, y el borrego al pasar por una góndola llena de Naranpol decía: “aá, aá. Uito.” y señalaba el estante donde estaba el juguito mientras miraba al papá.

Yo no podía creer lo mala que era esa publicidad. Me indignaba cada vez que la veía… y la veía seguido. Un día la pasan y yo estaba con mi viejo. Me quejo, y mi viejo me revela una de las más grandes verdades que hasta el día de hoy permanecen irrefutables: “Las peores publicidades son las mejores. Porque son de las que más te acordás.” Seguro lo dijo fumando en pipa y acicalándose el fino mostacho. O no, pero la cosa es que lo que estaba diciendo era una genialidad. Y ahora resulta que hasta Durán Barba lo sabe. ¡Y ni hablemos del dueño del circo de Mickey Mouse!

Semanas interminables padeció la población santafesina con la avioneta del circo que estuvo hasta hace poco en la Rural. Fue tal el impacto de Mickey Mouse, el nuevo dueño de la Fox, que fue trending topic de toda charla setubalera, superando incluso a la calor y la humedad. En el predio de ATE llegó a corearse en una clase de acquadance para jubilados/as el hit MMLPQTP (en alusión a Mickey Mouse, claro), mientras la avioneta iba pasando por allí. Y mientras tanto, yo me enteré porque alguien me dijo: “¿Viste la historia de la avioneta en Humanos Santa Fe?”. Yo respondí que sí y al “estuvo buenísima” acompañado de una carcajada de parte de la otra persona me di cuenta de que me estaba perdiendo algo. Eso pasó como un mes después de que se instalara el circo en la ciudad.

No entendía cómo alguien le daba pelota a una avioneta publicitaria. Yo cuando ando por la calle voy hablando solo y con auriculares o pensando en alguna estupidez, o sea, hablando solo. Pero no se me ocurriría escuchar a la avioneta porque sé que es una publicidad. Es lo mismo que cuando se te acerca un rubio de camisa mangas cortas y corbata con un libro abajo del brazo. Es un mormón, rajás. Con la avioneta lo mismo.

Me dijeron que deseaban que “ojalá se estrelle y se haga pelota”, aunque no le deseaban la muerte al piloto; como si una cosa no implicara casi en un 99% la otra. ¿Por qué no usás auriculares y listo?, le pregunté. A ello me respondió que “cuando tenés un hijo si usás auriculares no escuchás lo que te dice el niño, si pensás en pavadas te olvidás de llevarlo a la escuela y al pediatra, o el chico puede cruzar la calle y lo choca un auto. Y si quiere dormir la siesta y vos descansar un rato, y pasa una y otra vez el avioncito…” Entonces, claramente, la culpa la tienen los hijos, no la avioneta.

Y les guste o no, la publicidad es muy buena porque es efectiva. ¿Aumenta la venta de entradas gracias a la avioneta? No lo sé, pero por algo el circo estuvo tanto tiempo. Sí, también puede ser que no podían dejar la ciudad por algún problema legal, pero dejemos de ser tan desconfiados/as. ¿La gente se entera de qué se trata el mensaje? ¡Sí, claro que sí! Voy a hacer uso por fin de mi título universitario en este periódico. Las siete preguntas que toda publicidad debe responder: 1. ¿Qué? El circo de Mickey Mouse. 2. ¿Dónde? En la Rural 3. ¿Cuándo? Dos funciones de lunes a domingo. 4. ¿Quién? Magos, malabaristas, acróbatas, payasos y Mickey Mouse, obvio. 5.- ¿Cuánto? (ponele) 2 por 1. La última semana 100 pesos las populares. 6 y 7 no le importan a nadie. Es el relleno, como por ejemplo el “Última semana”. Andá a la cancha, Jakobson.

Algún funcionalista yanqui podrá acusarme de que no dije el nombre del circo. No lo sé. Y la verdad es que tampoco importa saberlo. ¿Cuántos otros circos hay en la ciudad? (Sepan apreciar el gesto de darles el pie sutil para que descarguen su bronca contra la institución que más se lo merezca en los comentarios) Ya sabés dónde está, cuándo y cuánto: el nombre es innecesario. Además, yo ya llegué a una instancia de la vida donde tengo la memoria caché llena de datos inútiles y no quiero seguir acumulando información innecesaria. Me alenteja el cerebro. Por ejemplo, me sé de memoria la letra de “Mi abuela” pero no me acuerdo lo que me cuentan el día anterior. Y no es que no lo intente, pero me es imposible olvidarme de “enseguida mi abuela me cayó encima pa que le limpiara el patio y le pintara la cocina. Yo le dije abuela yo aquí vengo a descansar y ella me dijo no mijito usted aquí viene a trabajar”. Tengo que vaciar la papelera, ya sé.

Pero no nos vayamos de tema. Y no se hagan los/as piolas: que apenas empezaron a escuchar a la avioneta de Ricardo Ricardo Portaaa, a más de uno y una he escuchado murmurar “Volvé Mickey y dame un 2 por 1”.

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