La sangre unánime

"Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos"

Roque Dalton


Entre anoche y hoy tuve dos encuentros con dos jóvenes mujeres, conocidas y amadas. El de hoy fue una discusión en face, acerca de la frase de Axel K. que dijera: “… Yo me imagino unos finales del capitalismo que son un horror. Dejalo al capitalismo donde está, tratemos de mejorarlo”. Ella, militante feminista y artista, se indignaba porque trazaba una línea que llevaba de la lucha contra el patriarcado a la lucha contra el capitalismo. Yo me esforzaba para que se entendiera que, para mí, no existe esa línea con la nitidez que ella veía. Las luchas feministas no cuestionan, en este momento, el poder político, sino el poder cultural de la sociedad. Por eso el poder la “tolera”. Si se tratara de un proyecto de contrapoder político, sería diferente. Tenemos ejemplos en la historia: Chile, nosotros mismos.

Y creo que a eso se refiere Axel K cuando dice “me imagino unos finales del capitalismo que son un horror”. Es que, no hay caso, cuando un pueblo se prepara para una revolución, la contrarrevolución será tan sanguinaria que, como ya tenemos la experiencia, la podemos adjetivar como de “horror”. Lo cual no implica necesariamente que será derrotada. El problema es que la izquierda argentina es la que tiene que decirnos cómo va a ser esa revolución para que no haya tanta sangre derramada. Si piensan que el medio para alcanzar la toma del poder por el pueblo es una insurrección, habrá que esperar que ocurra y, por supuesto, propiciarla con argumentos políticos que expliciten por qué será liberador que ocurra esto. Para comprenderlo, supongo que los pueblos deben estar en condiciones de pensar qué es lo mejor, deben estar en condiciones de poder pensar.

Yo soy de izquierda y por eso votaría de nuevo a Cristina. Sé cuáles fueron los hechos de gobierno que ella y Néstor llevaron adelante a lo largo de su vida como activistas políticos. Ahí está por qué el poder actual los quiere aniquilar: un pueblo bien alimentado y educado puede plantearse cómo mejorar. Por ahora, el poder nos quiere analfabetos, angustiados, desarticulados, cada uno pensando sólo en cómo subsistir. Quieren un pueblo sin capacidad de rebelión, que no pueda ocuparse de la libertad y la igualdad.

En el encuentro vi fotos del trabajo que hacen en los barrios en el proyecto de oportunidad a los jóvenes: pibes sonrientes haciendo herrería, carpintería, boxeo, fotografía. Pienso que eso también es hacer la revolución: que crezca la dignidad en el pueblo para proyectar la esperanza de un mundo mejor.

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