Y un día, la cancha lo ovacionó

“Comentarios, Oscar Bergesio”: un repaso por la vida del periodista y por nuestro fútbol.

La simpleza, esa voz potente que jamás podrá ser confundida, el entendimiento del juego, el pincel de la bohemia para pintar sus narraciones y el aire a buen tipo que fluyó por décadas desde un micrófono no se extinguirá jamás. Oscar Bergesio, el gran comentarista radial del fútbol de Santa Fe, se ganó un lugar importante en el libro de la historia del periodismo santafesino.

Hoy, a sus 78 años, y luego de haber gambeteado a una enfermedad a fines de 2018, el Flaco goza de sus primeros días como jubilado del periodismo. Pero lejos de olvidar el oficio, la política, como representación de la sociedad santafesina, mantiene su nombre muy cerca de la gente.   

En el mes de agosto recibió el reconocimiento y entrega de la “Declaración de Santafesino Ilustre por su trayectoria y aporte a la ciudad desde el ámbito deportivo en su rol principal de comentarista de fútbol santafesino” por parte del Concejo Municipal de Santa Fe. Mientras que en los primeros días del actual mes de septiembre, por iniciativa del diputado Jorge Henn, fue distinguido por su ininterrumpido trabajo como periodista en la Legislatura de la Provincia. “A mí me parece que estos reconocimientos se les fueron de las manos, nunca me creí merecedor de tanto, yo creo que hay otros rubros que merecen lo que a mí me tocó y obviamente que se les tiene que dar mayor difusión. Pero más allá de todo lo que dije no dejo de sentirme orgulloso”. 

Con la tranquilidad de siempre y en la intimidad de su departamento (lindero al único lugar de Santa Fe donde se presentó Carlos Gardel, el ex Cine Apolo), Oscar recibió a Pausa tal como lo habíamos acordado, con el mate listo. “Todo esto llegó un poco después del anuncio de mi retiro y sobre todo cuando Fabián Mazzi me llevó a hacer mi último partido, cuando Colón jugó de local con Argentinos Juniors en la Copa Sudamericana. En esa transmisión Fabián me volvió loco, me puso a todos mis amigos al aire, Julio Ricardo, Alejandro Apo, Walter Saavedra, pero realmente lo que me movió las rodillas fue cuando anunciaron en la voz del estadio que era mi despedida y la gente se puso a aplaudir. A pocos minutos de empezar el partido, con mucho público, toda la cancha me ovacionó, y realmente me tocó, eso me sirvió para reconocer que con la gente me gané el respeto. Ahora que ya pasó estoy seguro de eso, yo siempre respeté a la gente, quizás pase por ahí, o porque le gustó mi estilo, no hay tanto misterio”.

—¿Cuál es el estilo Bergesio?

—No hay un estilo preconcebido, estudiado o premoldeado. Tengo una forma de decir las cosas en el micrófono que no modifica mis formas de decirlas fuera del aire, nunca pensé que había que “libretearse” con palabras de otros, yo me he “libreteado” de puño y letra, mis comentarios previos siempre los llevé redactados, siempre los leí tratando de que no se notara tanto de que estaba leyendo. Quizá el estilo fue la sencillez, sin tantos rebusques gramaticales.    

Tomó otro mate, pensó y dijo: “no se puede elaborar un personaje a través del periodismo, que es lo que está ocurriendo en los últimos tiempos, el que se mete en el periodismo y cree que es un sinónimo de vedetismo está muy equivocado, es un error garrafal, esto es un laburo, como otros tantos”.

El hincha

Antes del periodista y en relación al fútbol hubo una historia de hincha, una historia muy particular, que bien podría tomarse como esos casos excepcionales a la regla. “Yo tengo una historia muy triste como hincha de fútbol, recuerdo que fui a la cancha de Unión a ver un clásico (1957), y en ese momento tenía un “5” Unión que era espectacular, y ese tipo le ganó solo el clásico a Colón. Entonces me fui para el lado tatengue, para observarlo mejor, y desde ahí empecé a frecuentar más Unión, y además comencé a ir a las milongas de Unión, era el club que estaba de moda. Pero la verdad es que fui mucho más hincha de Colón que de Unión. De a poco comencé a ir más al club, a pasar las tardes, a jugar al dominó, a compartir momentos con los jugadores, hasta que en un momento dije basta. Me tocó la colimba, después por un compañero me hice burrero y empecé a trabajar en Agua y Energía y luego llegó el periodismo”.

En el recorrido de la entrevista, Oscar volvió al recuerdo de su condición de sabalero infante y adolescente, y mate amargo en mano lanzó: “el mejor clásico que vi como hincha de Colón fue un 5 a 4 en el 55, ganó Colón en su cancha”.

—¿Cuándo empezó el Bergesio periodista?

—A mí este trabajo me cayó de casualidad, jamás aspiré a ser periodista, y esto me agarró bastante “grandecito”, cerca de los 30 años, cuando Rodolfo Raviolo me pidió que le cubra un partido de la Liga Santafesina porque se jugaba cerca de mi casa. Después de cubrirlo me pidió un comentario, lo hice y a la semana estaba incorporado, primero como colaborador y después ya me pusieron en el staff del Nuevo Diario, que estaba ubicado en Rivadavia y Tucumán.

—¿Cuando aparece la radio?

—Estuve en el diario hasta 1976, cuando cerró por el Golpe Militar, y al poco tiempo me llamó Ricardo Porta, pero le dije que con el micrófono no quería saber nada, porque yo le tenía temor. No tenía ni idea si lo mío iba a salir bien, entonces fui una especie de empleado administrativo, le libreteaba La Tercera de LT9, que iba de 19 a 20 horas. Y un día estaba sentado en la mesa, todos estaban hablando, me hicieron una pregunta y hablé, entonces me di cuenta que ese bicho no mordía, y al poco tiempo fui comentarista.

—¿Se sintió suelto de entrada?

—Sí, siempre fui caradura, suelto.

—¿Y cuándo nace el comentarista?

—Recuerdo que Rodolfo Raviolo se había ido a LT10 y Enrique Cruz (padre) ya se había retirado, entonces yo pasé a ese lugar de comentarista. Luego hubo una cuestión económica con Porta, que a mí no me gustó, y me retiré de ese lugar, me puse a hacer estudios centrales.

Cuando recordó su etapa de estudios centrales en las transmisiones de fútbol, el Flaco no dejó pasar un enorme detalle laboral que influyó en otros colegas: “en esa tarea, cuando anunciaba los partidos, daba las direcciones de las canchas de fútbol, y no sólo las de Primera, también de la B y hasta las de la Liga Santafesina”.

Después de LT9 Bergesio desembarcó en el diario Hoy en la Noticia, “ahí me ofrecieron ser jefe de deportes, pero no quería saber nada, entonces muy amablemente le pedí como cuatro veces más de lo que ganaba en Agua y Energía, y me aceptaron la oferta. Me fui de LT9 y me instalé en el diario, pero ese medio se fue cayendo, no tuvo la repercusión que había tenido el Nuevo Diario”. 

El recorrido periodístico lo depositó en la publicación deportiva más importante del país. “El Gráfico aparece como consecuencia de Ernesto Patrono, que escribía ahí y fue mi jefe en el Nuevo Diario. En la primera etapa escribió Raviolo, después Patrono y después aparecí yo. El Gráfico en mi vida fue muy importante, me ayudó mucho en mi carrera, me hizo conocer a mucha gente, hice amigos y me hizo conocer a un tipo que venía leyendo desde que yo no tenía nada que ver con el periodismo, Osvaldo Ardizzone”.

La admiración le brotó desde que mencionó ese nombre, la expresión en la mirada fue otra y la acentuación en el relato también. “Yo le hice una muy linda nota cuando Osvaldo sufrió la gran desilusión de su amigo Menotti. Osvaldo lo cobijó, lo quiso, y de golpe el Flaco (Menotti) se transformó en un personaje del jet set porteño, y eso a Osvaldo lo mataba. En estos momentos no podría soportar a todos los payasos (periodistas deportivos) que están en la televisión, o lo que hizo un tipo casi de su etapa, como Horacio Pagani. ¡Se transformó Pagani! (risas). Yo lo quiero mucho a Horacio, pero periodísticamente se desdibujó”.

—¿Cuándo empezó a comentar en LT10?

—No recuerdo bien en qué año comencé en LT10, fue a mediados de la década del 80. Lo que sí recuerdo es que relató Rodolfo Raviolo, fue en la cancha de Colón, el tipo hizo una gran introducción para presentarme y cuando lo saludo le digo muchas gracias Ricardo (risas), casi me muero.

Y de la anécdota risueña a la mirada triste. El Flaco estiró su largo cuerpo y con bronca largó: “el enano (Raviolo) no merecía morirse sufriendo, así como se murió, por eso yo comparto la frase del viejo Ardizzone, que dice que “a la muerte hay que matarla”. Todos vamos a morir, pero con ese sufrimiento no, con esa garganta estropeada, de última ni hablaba, o al menos no se lo escuchaba. Se cayó a pedazos”. Miró el mate y para salir del tema preguntó: “¿Ya está frío?”

La escapatoria a la tristeza fue con un cambio de frente futbolero:

—¿Qué equipo o partidos disfrutó como comentarista?

—Un 3 a 3 de Colón y River, en 1975, un equipazo de Colón con el Gitano Juárez como DT. En general disfruté todo ese año, creo que fue lo más firme que tuvimos con el fútbol de Santa Fe, porque aquel equipo de Unión, el del “Toto” Lorenzo, no fue campeón porque no se lo propuso. Bañados en materia fecal los dirigentes armaron un equipo para no descender y estoy seguro que estaba para campeón. También le tengo mucho respeto al Colón que llegó a la Copa Libertadores en 1997, con aquel gol de Saralegui contra Independiente en cancha de Lanús, y tampoco puedo despreciar el Unión del 79 que termina subcampeón.

Todos iguales

En un momento de la charla, antes de hablar de los buenos recuerdos, Bergesio habló de padecimientos, en clara referencia al fútbol de los últimos años. “A lo mejor fui o soy un poco exigente, desde el banco nunca más escuché que le griten jueguen, jugá, todo es meté, corré, dale, dale. El ‘dale, dale’ es la frase que escucha en el banco de suplentes. Y transformar tan en atleta al jugador de fútbol no sé hasta donde le conviene al que juega bien, a los troncos seguro que sí, los que menos saben siempre tuvieron que correr, eso antes era una ley del fútbol. Empecé a tener la sensación de que todos los partidos eran iguales, y no sé si lo mío era traumático o era real”.

Etapa final

El padecimiento del fútbol de la última década, los viajes y el dolor de los huesos a la hora de subir largas escaleras para llegar a las cabinas de transmisión atentaron contra las ganas del Señor Comentario. “En la cancha de Unión dejé de ir aún trabajando, desde que pusieron las cabinas arriba de todo. La última vez llegué descompuesto”.  

—¿Extraña el trabajo?

—No, al menos todavía no. Mi retiro no fue una cosa repentina, yo tuve un problema de salud a fines del año pasado y a partir de ahí lo fui pensando. Los años que quedan los aprovecho para estar con mis nietos, con mis hijas, con mi mujer, con mis amigos, con mis peñas. Lo maduré bastante y me di cuenta que este era el momento de bajarme.

Y un día llegó el último partido. “Le decía que no a Mazzi, que ya estaba bien, y me insistía con que haga el partido de Colón-Argentinos Juniors, y Fabián tenía preparado todo para esa transmisión y la verdad que me emocionó mucho”.

Relatores

En un repaso fugaz por los relatores con los que le tocó trabajar, el Flaco dijo: “Con Porta me sentía muy bien, hasta que se terminó por lo que ya conté, y con el “Loco” Saavedra creo que metimos un golazo periodístico. Walter llegó a Santa Fe y arrasó con la fama de Ricardo Porta, que no era poco en ese momento. Recordó que Raviolo estaba buscando un relator para LT10, y fue Juan Carlos Morales (relator marplatense) el que le recomendó a Walter. Se fue para Mar del Plata y se lo trajo. Un día, en un partido internacional, Porta se lo encuentra a Juan Carlos Morales y le dice: “Yo te sigo apreciando mucho Juan Carlos, a pesar de haberlo mandado a Saavedra a Santa Fe”.

Bergesio hizo dupla con Porta, Saavedra y durante más de 20 años con Mazzi. “Con Fabián me metí cuando era muy pibe y la verdad que lo vi progresar mucho, ahora es un buen relator”.

Por adopción

Oscar Bergesio nació en 1941 en Cañada Rosquín y llegó a Santa Fe a fines de 1947. “Mi viejo trabajaba en la usina de Cañada y por una cuestión de progreso laboral y afiliación peronista se vino a Santa Fe. Al principio estuvo solo y después con toda la familia, vivíamos en una pensión del centro, en 9 de julio casi Salta, y recuerdo que mi diversión era dar una vuelta y pararme en la esquina de Salta y 1° de mayo para ver el edificio de la Municipalidad, para mí eso era el rascacielos más grande del mundo, en ese momento no había otro edificio tan alto en la ciudad. Caminaba para verlo, para mirar las calles asfaltadas y los autos, recuerdo que cuando me vine de Cañada Rosquín había más sulquis que autos”.

Gardel, el décimo

Otra de las caras más pasionales y atractivas de Bergesio es la del tango. “Soy tanguero por herencia, mi viejo era tanguero y milonguero, bailaba muy bien. Hasta que me hicieron progresar en el paladar tanguero yo siempre escuchaba a Darienzo, la única orquesta que existía era Darienzo, porque en mi casa se lo escuchaba porque era la orquesta para bailar. Después conocí a Troilo y Pugliese, pero cuando conocí a Astor (Piazzola)… para mí fue palabra mayor”.

Al momento de hablar de los cantores de tango recordó un programa que hacía con Jorge Ricci, Café y bar: “se hablaba de todo un poco y se escuchaba tango, y un día dije que en la década del 40 y del 50 Gardel salía décimo entre los cantantes, terminé de decir eso y por teléfono los oyentes hacían turno para putearme, pero a esa idea la mantengo, creo que antes está el Polaco (Goyeneche), Edmundo Rivero, Ángel Cárdenas, Floreal Ruiz, Rufino y otros muy buenos que me estoy olvidando fueron mejores. Gardel no tuvo rivales, solamente Magaldi”.

—¿No le da ganas de hacer algo fuera del deporte?

—Le tengo ganas de un programa de preguntas y respuestas, pero me parece que estoy desactualizado. Un programa para veteranos.

Y cuando habló de veteranos el motor de la memoria se plantó en la vieja y querida Liga Santafesina de Fútbol. Indudablemente la Liga también entra en los afectos del Flaco, “en su momento iba a ver a Gimnasia de Ciudadela y después también lo veía a Ciclón Racing cuando hacía de local en cancha de Agua y Energía”.

Bergesio fue empleado de la vieja Agua y Energía, pero además fue dirigente del club y entre tantas historias recordó: “Los Midachi actuaron en Agua, habrá sido uno de los primeros escenarios para ellos, Miguel (Torres del Sel) trabajaba en Agua y por eso lo contactamos para que actúen”.

—¿Qué le quedó por hacer?

—Hice muchas cosas por fuera del deporte, una de esas fue hacerle una nota a Edmundo Rivero, lo que me significó ser el invitado de Rivero en El viejo almacén (Buenos Aires) durante toda una noche. Le hice una entrevista para un suplemento que tenía el Nuevo Diario. La nota salió perfecta, entonces le llevé tres o cuatro ejemplares a Buenos Aires. El tipo la miró y me dijo “usted se queda”. Esa noche estaban un montón de conocidos, me acuerdo que cuando quise pagar el mozo no me dejo, “¿Usted quiere que me despidan?, usted es invitado de Edmundo”.

Antes de ponerle fin a la grabación, algo más tenía que decir, y con tono amargo y frío (como el mate), lanzó: “me voy del periodismo lamentando que Colón y Unión no hayan podido ganar un campeonato. Creo que a los dos le faltó coraje para lograrlo”.

Recuerdos del histórico 1989

“En aquella final por el ascenso Santa Fe tenía dos buenos equipos, el tema es que a Colón le bajaron a un jugador muy importante, el “Chino” Wolheim. Las gestiones de Corral (presidente de Unión) en AFA hicieron posible que en lugar de una fecha de suspensión, le dieran dos, y así no pudo jugar los partidos”.

Sobre Madelón, luego de elogiar a Rabuñal, González y Castro, dijo que “jugaba muy bien, le arrimaba franela a la pelota, pero yo a Leo siempre lo cargo, porque se ganó todos los méritos de aquel ascenso, cuando en realidad Unión ascendió en cancha de Colón, cuando ganó 2 a 0”.

Cuando el partido estaba 0 a 0 en cancha de Colón, tuvo una oportunidad el delantero sabalero Oscar “Cacho” Vera: bajó un centro y quedó mano a mano con Tognarelli, pero su remate se fue muy cerca. “El gol que no hizo Vera es tan histórico como el que Fillol le tapó a Eduardo Stelick en la final con River del 79”, recordó.

 

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