Aulas vacías: un desafío educativo

Por la pandemia del coronavirus, las clases del primer cuatrimestre en la UNL se dictarán a través de plataformas virtuales a partir del 1º de abril.

La UNL enfrenta un urgente desafío pedagógico. A fuerza de coronavirus, las 1500 cátedras que se dictan en todos sus niveles tienen que pasar obligadamente a la pura virtualidad. El proceso fue encarado en poco más de 15 días. Está en juego la continuidad de la vida académica de miles de estudiantes, que esperan ansiosos la apertura de las aulas virtuales, prevista para el 1° de abril. Las carreras de la institución de pregrado y grado, presenciales y a distancia, comenzarán de manera gradual y con apoyo virtual a partir de este miércoles.

La decisión se tomó el 15 de marzo, en el marco de la crisis desatada por la llegada del Covid 19. El Comité de Emergencia de la UNL definió la postergación por dos semanas del inicio del año académico, que será bajo el apoyo virtual, y la suspensión de todas las actividades presenciales en las facultades en que ya habían comenzado. Desde el 15 de marzo una febril actividad sumió a quienes lideran este proceso, uniendo al personal que se ocupa de lo más duro de la tecnología junto a referentes de las 10 unidades académicas de grado de la UNL.

Plataformas, ambientes virtuales, recursos tecnopedagógicos. Toda una terminología que hace años se desarrolla en la UNL y que hoy se impone hasta en los docentes más renuentes a incorporar la virtualidad en sus prácticas educativas. La cuarentena aceleró procesos cuyo impacto todavía está por verse. Por lo pronto, este año el estudiantado no va a perder su cursado.

Cómo se hizo

Alejandra Ambrosino, directora del Centro de Educación y Tecnologías (CEDyT), y Daniel Comba, Director de Planeamiento y Gestión Académica, son dos referentes en esta apuesta.

“Hoy estamos pensando en el primer cuatrimestre”, dice Comba. “Es todo muy cambiante. Conforme veamos que en las primeras semanas arranque y se vayan ajustando las primeras cuestiones que hay que ajustar, no va a ser algo tan automático, pensaremos en el mediano y en el largo plazo. Sin la experiencia acumulada de la Universidad, más de 20 años, no podríamos haber proyectado el inicio virtual de más de 1500 cátedras en 15 días. Tenemos las capacidades institucionales desarrolladas, gente idónea que trabaja desde hace muchos años en el área”.

Ambrosino detalla el proceso: se conformaron equipos de gestión en cada unidad académica para articular con las cátedras en sí. Son 45 personas diseminadas, más el 100% del personal específico del Rectorado. La plataforma sobre la que trabajarán los docentes y estudiantes se llama Moodle y es la que está en uso desde hace tiempo en los cursos virtuales y la apoyatura digital que ofrece la UNL. Mientras tanto, por medio de tutoriales, documentos y otras estrategias, se trabaja en la sensibilización y adaptación de los docentes a la nueva realidad (virtual). “La UNL usa entornos virtuales desde 2001 para la modalidad a distancia y desde 2004 como apoyo a la presencialidad. La comunidad UNL tiene un recorrido. La población en general tiene pistas de la existencia y del trabajo en las aulas virtuales”, dice Ambrosino con orgullo.

Hacia el futuro

“El principal impacto es que todas las cátedras van a tener una experiencia de virtualidad, cosa que hasta la actualidad no era muy frecuente. Lo mismo va a pasar con los estudiantes. Hay carreras donde los estudiantes se gradúan sin pasar por una experiencia virtual. No es ni bueno ni malo, es un dato. Ahora van tener esta experiencia”, grafica Comba.

Para Ambrosino, la virtualización va a dejar como saldo “la revisión de nuestras prácticas pedagógicas”. “Lo que se reconfiguran son escenarios, sujetos, intercambios, modos de representación y los modos en que la comunidad universitaria aprende y se comunica. Vamos a aprender a movernos en un escenario donde todas nuestras relaciones y experiencias educativas están altamente mediadas por tecnología, donde cambian nuestras prácticas en el espacio y en el tiempo”.

“El desafío, más que tecnológico es comunicacional. Una comunidad que se encontraba para vincularse en la presencialidad, marcada por el recinto, por el edificio y los horarios pautados, debe encontrarse en la virtualidad en escenarios digitales y con prácticas diferentes”, dice la especialista.

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