arte museo callejero
Resignificar espacios: los pilares del Puente Oroño, intervenidos por jóvenes artistas urbanos de Santa Fe. Foto: Mauricio Centurión

Afiches, stencil, stickers y collages decoran la ciudad como una especie de galería a cielo abierto.

El paisaje urbano santafesino cambia constantemente y hoy podemos observar en la calle cada vez más intervenciones de artistas visuales realizadas con afiches coloridos que tienen frases o dibujos, stickers, stencil, collages o figuras individuales hechos en papel (past up) además de los ya conocidos graffitis, presentes en las paredes desde hace unas décadas. Estas expresiones, incluidas generalmente dentro del llamado “street art” o arte urbano, si bien comparten su vocación de existir en el espacio público, técnicamente son bien distintas.

En ciudades como New York, Berlín, Londres, Barcelona estas intervenciones son parte de edificios, bares y restaurantes; incluso se destinan grandes murales públicos para que los artistas puedan plasmar sus obras. De esta manera dejaron de ser consideradas como un acto vandálico para convertirse en un hecho artístico que embellece las ciudades. Siguiendo esa línea de pensamiento, en febrero, un grupo de artistas locales peistaperos/as, graffiteros/as, stencileros/as, de manera autogestionada (sin subsidios privados ni oficiales) se autoconvocaron para intervenir las columnas del puente Gobernador Oroño, con el fin de “resignificar un espacio muerto de la ciudad”. De ese modo, bajo una convocatoria libre a través de la redes sociales, llamada “La calle es Museo”, la tarde del 2 de febrero las y los artistas pusieron manos a la obra para dar paso a lo que hoy es una verdadera galería de arte a cielo abierto.

_Kehm

Uno de los impulsores de la jornada de “La calle es Museo” fue _KEHM (en Instagram: _kehm), hoy, uno de los peistaperos más visibles en las calles santafesinas. Fácilmente reconocible por sus afiches multicolores, con frases como “Es solo trabajo”, “Mereces lo que sueñas”, “Recuerde: usted también es parte de la fiesta”, “La piel no se chamuya”; entre otras. También cuenta con varios trabajos figurativos que se pueden ver en su cuenta de Instagram.

Para él, quienes realizan intervenciones en la calle lo hacen como una forma de expresión, un medio para canalizar lo que se siente. “Arrancó en mí como la necesidad de vomitar cosas que me pasaban, no tuvo mucha explicación y después fue mutando día a día. Llevo solo un año en esto, pero pasaron muchísimas cosas. Vengo de una rama dura como la ingeniería civil y el street art me estalló la cabeza”.

Su medio de expresión, el past up, es una de las técnicas del arte urbano más accesibles e impactantes. Se compone con elementos visuales (imágenes, texto, color) dentro de una superficie para luego pegarla sobre una estructura. Para decirlo en criollo, son diseños originales que se imprimen en papel y se pegan con engrudo en paredes y donde surja la oportunidad, preferentemente en el espacio público.

_Kehm asegura que para él es una ventaja no tener estudios formales sobre arte: “la cabeza no me restringe, si quiero combinar el azul con el verde, y tal tipografía, ¡lo hago! Vuelvo de mi trabajo en Buenos Aires y necesito pegar... No busco la suprema perfección”.

Foto: Mauricio Centurión

Fideo. hipocondríaco

Martín estudia arquitectura, en la FADU (UNL) su usuario de Instagram es fideo.hipocondriaco, ahí se puede hacer un recorrido por sus trabajos.

Para Martín lo más interesante del arte urbano y del past up en particular es su carácter efímero: “El graffiti puede perdurar más como el stencil, pero el past up al ser papel y engrudo se desgasta mucho más rápido”. Además aclara que la técnica del past up permite diálogos entre artistas que se dan en mismas paredes: “por ejemplo un trabajo mio muy conocido que es un chorizo con alas de mariposa fue tapado por unos paste up de animales torturados, posiblemente realizado por un activista del veganismo. Esa persona lo interpretó así, a mí me gustó eso”.

Dentro de su carácter efímero es también un arte en permanente transformación, “como el evento que hicimos abajo del puente Oroño ‘La calle Museo’. Me gusta para resignificar espacios para romper con la rutina”.

Pol González

Con 20 Años, Pol (polgonzz en Instagram) estudia Diseño de la Comunicación Visual en la FADU (UNL), pero dice que “no lo termina de desarrollar como artista y que siempre le gustó dibujar”. Es artista plástico y elige el graffitti como técnica de intervención en el espacio público porque “es la que más perdura a través de las décadas y tiene otra adrenalina”.

—¿Los graffitis siguen teniendo un componente de protesta o transgresión?

—Soy partidario de hacerme cargo de lo que hago y no soy de tomar partido por las problemáticas sociales, pero siempre es fundamental el graffiti en grandes manifestaciones sociales como lo que ha pasado en el conflicto de Chile, donde fue tomando una fuerza gigante para la denuncia.

Pol fue el otro impulsor de “La calle es Museo” y esa experiencia lo llevó a reflexionar sobre el arte colectivo: “Las pintadas colectivas son las mejores, como lo que sucedió en ‘La calle es Museo’. No le pedimos permiso a nadie, pero pusimos nuestras firmas para acercarnos cargo de lo que hicimos. Se sumó gente de distintas disciplinas como telas y slack line. En una tardecita que nos reunimos te cambia la perspectiva, donde pudiste usar tres horas para ver una serie en Netflix, pero te juntás tres horas con unos amigos para pintar y renovás la energía”.

Xhumanzx

Lourdes (IG: xhumanzx) estudió la secundaria en la Mantovani y realizó capacitaciones en La Esquina Encendida sobre arte urbano. “Con las pegatinas arrancamos el año pasado con una amiga, María Victoria (IG: vickymartinez26), y empezamos a ir a las convocatorias de Fideo.hipocondríaco y de _Kehm”.

—¿Cómo les surgió expresarse en la calle, qué las movilizó?

—Siempre quisimos hacer algo y en la ciudad el ambiente del arte es muy endogámico. Entonces sin planear demasiado, la idea fue salir al espacio público, arrancando con el past up. Quizás antes era algo espontáneo y ahora empezamos a reflexionar más nuestra práctica. Yo hago muchas “estampitas” y ya en la secundaria se me empezaron a chocar los valores cuando empecé a conocer más sobre el feminismo, las disidencias, y todos los temas relativos a los derechos de las mujeres. Esto empezó a chocar con mis valores cristianos. Entonces es como que me apropié más de la imagen de los santos y las santas, de la cultura religiosa para intervenirla”.

—Tu técnica mezcla lo artesanal y el diseño más tecnológico...

—Sí, ahora diseñamos a nivel digital, pero en mi caso antes hacía ilustraciones analógicas. Lo que sí hacemos de forma artesanal es intervenir las obras, con acrílicos o los materiales que tengamos, una vez que están pegados en la pared. La idea es cambiarle la imagen ahí en vivo y en directo.

—¿Qué pasa con las mujeres en este rubro?

—En el evento ‘La calle es un Museo’, por ejemplo, éramos las únicas dos chicas, algo raro ya que la convocatoria era abierta, así que nos pusimos a pensar por qué no se están animando las mujeres. En general el arte callejero ya es así. La mayoría en los colectivos de artistas urbanos son varones.

Vic

Vic (IG: vic.cc) es el nombre artístico que eligió Victoria para convertirse en una artista que como tantos otros tiene su mayor vidriera en las redes sociales y el escenario de su arte en la calle. Estudia Diseño de la Comunicación Visual en FADU (UNL) y asegura que “si bien todo comenzó como algo improvisado, no paró de crecer”.

—¿Cómo se te ocurrió dedicarte a este tipo de intervenciones?

—Desde la Mantovani me gustó mucho dibujar y tenía una pagina en Instagram donde subía mis dibujos. Mis amigas insistían para que suba más o que haga stickers. Luego hice una serie con frases que estaba pensando yo y los imprimí, y como no tenía ganas de venderlo porque lo sentía como algo muy personal, comencé a pegarlos en los colectivos ya que era el transporte que usaba. Ponía mi Instagram y la gente sacaba fotos y me mandaba mensajes re positivos como “me alegraste la mañana”. Entonces me dieron ganas de seguir haciéndolo.

—¿Y las stencileras y graffiteras cómo vienen participando?

—Si bien conozco amigas que hacen cosas en relación a las artes visuales, a la hora de salir a la calle parece que les cuesta ir y mostrase en público, poner el cuerpo. No sé si tendrá que ver con que los varones están más organizados o salen entre amigos. Si bien yo nunca me sentí minorizada, son siempre varones. Creo que el estereotipo del graffitero, siempre es “El” artista. Nunca te imaginás que hay una mujer detrás.

Anónimo o público

En los años 80 y 90, el street art principalmente estaba integrado por grafitis que no eran firmados por sus autores. Si existía un seudónimo era apara marcar un estilo, pero recordemos que las redes sociales no existían, por lo tanto era muy difícil conocer la identidad del artista, o entrar en contacto con él.

Dentro de los artistas callejeros que Pausa entrevistó hay distintas opiniones sobre el tema. Para _Kehm si bien la firma es fundamental “Nadie canta para no ser escuchado”, sus redes se mantienen con su nombre artístico donde tampoco publica fotos personales con el fin de manejarse en el anonimato.

Fedeo.hipocondríco, en cambio, deja ver en su cuenta de Facebook, su nombre y apellido, e incluso podemos ver imágenes su cara. Para él “las redes sociales, sobre todo en IG la imagen es lo que más importa, y para alguien que le gusta trabajar con la imagen es una herramienta fundamental”. En esa línea Pol hace pública también su identidad “es una manera de hacerme cargo de ese papel de comunicador que tengo”.

Lourdes como Vic tienen cuentas de Instagram distintas a las personales, ambas firman sus trabajos esperando devoluciones de la gente pero Vic no asocia su cuenta personal y mantiene su usuario solo con publicaciones de sus trabajos “me gusta que conozcan esa otra voz mía como vic.cc”.

Foto: Mauricio Centurion

Dentro o fuera del sistema

Es bastante común ver cómo el sistema tomó estas formas de expresión que en un momento se presentaban como asociadas a la ilegalidad y hoy se convierten en obras de arte que embellecen las ciudades.

El caso extremo del artista británico Bansky lo demuestra. Cuando realiza una obra en la pared de una propiedad duplica su valor, tal como ocurrió en 2014 en una casa de la ciudad inglesa de Cheltenham.

Como decíamos al principio de esta nota en las ciudades más importantes del mundo se destinan espacios de la vía pública con permisos oficiales para el arte urbano. Incluso el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires incorporó al arte urbano al circuito turístico oficial.

En el barrio de Palermo son decenas los bares y restaurantes intervenidos con algunas de estas técnicas, como la fachada de Tegui del cocinero Germán Martitegui, reconocido entre los 100 mejores restaurantes del mundo.

Según _Kehm “es inevitable cómo el sistema lamentablemente te come. Ocurrió con otras manifestaciones culturales como el trap. Además, por el costo de los materiales, creo que es difícil negarse”.

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