Foto: Mauricio Centurión

Referentes de organizaciones sociales y dirigentes territoriales cuentan cómo se vive el coronavirus en las barriadas de la ciudad de Santa Fe. Sin trabajo y sin changas es difícil parar la olla.

En el marco de la pandemia de coronavirus, la falta de alimentos y la imposibilidad de trabajar o de changuear son los problemas centrales en los barrios empobrecidos de Santa Fe. “Los barrios populares somos otro grupo de riesgo”, dicen desde La Poderosa. La sentencia no refiere solo a cuestiones sanitarias, agravadas ahora por la pandemia, sino también a una serie de carencias estructurales que dificultan el cuidado de la salud y la alimentación diaria.

Las medidas restrictivas por el coronavirus impactaron en todos los sectores sociales, pero en los barrios pobres son un verdadero drama. Allí no pueden hacer compras para pasar la cuarentena. Ni las familias, ni los comedores y copas de leche que funcionan por impulso de los propios vecinos. “Hay que llegar al que menos tiene porque no hay comida para todos”, describen desde la Vecinal del barrio Las Delicias.

No hay comida porque no hay dinero y no hay dinero porque no se puede salir a trabajar: así se resume el impacto de la pandemia en los barrios del norte y del oeste de Santa Fe. “El problema con la cuarentena es la falta de trabajo”, aportan desde la Vecinal de Las Flores. “Hay mucha gente que vive al día y la ayuda demora en llegar”.

En el siguiente informe, vecinos,  vecinas, referentes y dirigentes barriales hacen su propio relato de la cuarentena y dejan en claro, una vez más, que cuando las papas queman la salida siempre es colectiva.

La heladera vacía

“Esta cuarentena agarra a muchos con nada en la heladera. Hay gente que la está pasando mal porque no tiene el sustento diario, que trabajaba de forma no registrada y que a pesar de tener trabajo la está pasando mal. Hemos decidido con las organizaciones tener una mirada hacia esos sectores, a los invisibilizados que no se animan a decir que tienen hambre. Acá se está viendo que va a venir más desocupación y más miseria”. Rubén Sala, barrio Santa Rosa de Lima.

Las emergencias

“La preocupación general en los barrios postergados es la combinación letal de la emergencia alimentaria, la sanitaria y la sociourbana. Según el INDEC y de la UCA el 40% de la población del país está debajo de la línea de pobreza. En el Gran Santa Fe son 160 mil personas debajo de la línea de pobreza y 20 mil en la indigencia. Esas cifras son alarmantes y la combinación de esas tres emergencias son las que preocupan a las barriadas. Hay un dato que es crucial, que es el índice de densidad demográfica. En una manzana de una villa, por ejemplo en Las Lomas, vive tres veces más gente que en una del centro. Hay preocupación por si el coronavirus entra a los barrios populares, donde vive la mayor cantidad de la población santafesina”. Carlos Abad, Movimiento Popular La Dignidad.

Nos matan antes

“Los parámetros que miden cuál es la población de riesgo son muy diferentes. En las villas y en los barrios populares lo más común es que la gente no llegue a cumplir los 65 años: nos matan antes las malas condiciones de salubridad, la mala alimentación, el narcotráfico o las balas de la Policía. Otro problema que trajo consigo la cuarentena: se recrudeció el accionar violento de las fuerzas de seguridad, que ya circulaban libremente cacheando y verdugueando a nuestros pibes, pero que ahora tienen más vía libre para hacerlo”. La Poderosa.

Vivir al día

“El problema es la falta de trabajo. En Las Flores, si bien hay muchos empleados públicos, hay mucha gente que vive al día y la ayuda demora en llegar”. Alicia Castillo, Vecinal Las Flores.

“Los vecinos se están quedando en sus casas y con esta situación nos encontramos con que aquellos que tenían que ir a trabajar porque viven de changas, no tenían para comer porque trabajan al día. Hoy no tienen nada”. Rosalía Acosta, Vecinal Las Delicias.

No es lo mismo

“Las villas y los barrios populares somos otro grupo de riesgo por varios motivos. Vivimos en condiciones de hacinamiento. Según el último relevamiento que realizó el Observatorio Villero, hoy están viviendo entre cuatro y diez personas en cada hogar. Es muy distinto atravesar la cuarentena en una casa amplia que en un rancho con siete personas durmiendo en la habitación. Y eso sin mencionar la cantidad de villas y barrios populares que aún no tienen acceso a los servicios básicos, como el sur de barrio Chalet. ¿Cómo hacés para lavarte las manos cada dos horas si no tenés agua potable?”. La Poderosa.

El trabajo

“Sabemos que en contextos de emergencia la desigualdad social se hace aún más evidente y en este caso la imposibilidad de ir a trabajar y la pérdida de ese trabajo, mayoritariamente informal y precarizado, impacta fuertemente en la economía y en la dinámica familiar. No es solo una de las preocupaciones en el trascurso de la cuarentena, también convive con la incertidumbre del después y la posibilidad o no de retomar esas actividades. ¿Cuánto dura esto? ¿Qué va a pasar después? ¿Cómo se puede sostener? Son las preguntas de los vecinos con plena conciencia de que esto es un proceso que está iniciando”. Manzanas Solidarias, Tramas, Canoa y Centro de Salud Setúbal, Playa Norte.

Foto: Mauricio Centurión

En situación de calle

“Laburamos con consumos problemáticos de manera integral, comunitaria e interdisiplicinaria y también con personas en situación de calle. Esto en sí mismo es un problema para poder cumplir con el aislamiento preventivo porque quienes no tienen una vivienda no tienen dónde hacerlo. La situación de calle es un problema estructural, no tiene que ver con un problema climático. No coincidimos con los números oficiales que dicen que hay 30 o 40 personas en situación de calle, sabemos que hay muchas más. Esto es una gran complejidad para el abordaje de la satisfacción de necesidades básicas en el marco de la emergencia sanitaria, de alimentación, descanso y de higiene”. Sofía García, Red Puentes.

Pan de ayer

“Algunos recolectores están saliendo, otros no. No se está comprando lo que ellos reciclan, pero están acumulando para cuando se pueda vender y sacando cosas para comer. Por ejemplo, un verdulero que le da una fruta o un panadero que le da el pan de ayer. Hoy se está volviendo a eso, lamentablemente. Son los índices alarmantes de la miseria. La emergencia y el coronavirus ponen a la gente indefensa en mayor indefensión”. Rubén Sala, barrio Santa Rosa de Lima.

Malestar

“El aislamiento obligatorio generó mucha incertidumbre y un malestar generalizado, que en términos sociales refleja una desigualdad de acceso a recursos y servicios básicos de calidad por parte de poblaciones vulneradas. Todos los miedos y las dudas se sumaron y evidenciaron las dificultades para cumplir con estas medidas de aislamiento y prevención cuando no se posee una vivienda adecuada y una red de agua segura para atender las condiciones de higiene”. Manzanas Solidarias, Tramas, Canoa y Centro de Salud Setúbal, Playa Norte.

Comida

“Hacer compras grandes y aprovisionarse para una semana entera es imposible. Las vecinas y los vecinos de los barrios populares vivimos de changas, de hacer la calle, de la moneda que ganamos día a día y el aislamiento obligatorio nos corta esta vía de ingresos. Es muy difícil decirle a la gente que permanezca adentro si no tiene nada para comer. La ecuación es complicada: la demanda de alimentos se amplió en todos lados, porque más gente tiene hambre, pero el dinero alcanza para menos. Por eso decimos que somos otro grupo de riesgo: tenemos otras condiciones de vida y, por lo tanto, tenemos que ser contemplados de otra manera”. La Poderosa.

“Estamos ayudando a los que se acercan a pedir comida. Hay que llegar al que menos tiene porque no hay para todos. Siempre tenemos la frazada corta. Nosotros estamos dando vianda en el comedor porque los niños no se pueden quedar”. Rosalía Acosta, Vecinal Las Delicias.

¿Cómo salimos?

“La salida siempre es colectiva. En los barrios empobrecidos nadie se salva solo, es algo que aprendimos hace mucho. En la inundación de 2003, los que se metían en canoa a rescatar gente de los techos eran las mismas vecinas y los mismos vecinos. Cada vez que los gobiernos neoliberales aplicaron sus políticas de hambre, fueron las vecinas las que pararon la olla en los comedores y les garantizaron a nuestros barrios al menos un plato de comida”. La Poderosa.

Cooperativismo

“El cooperativismo y la militancia nos permiten encontrar estrategias para seguir haciendo una moneda, mientras nos multiplicamos para acompañar todas las demandas particulares que una situación excepcional como esta genera. Y también son las redes de solidaridad las que nos permiten ir avanzando como organizaciones en cuanto a relevamientos de las realidades de la población trans, en coordinación con las instituciones estatales. Las organizaciones territoriales podemos dar respuestas e incluso orientar a los actores estatales en cómo abordar esas situaciones, porque durante todo este tiempo sobrevivimos a la pandemia que siempre representó para nosotras el sobrevivir a partir de la improvisación en una sociedad que nos asesina”. La Poderosa.

Adultos mayores

“Otro emergente fueron los adultos mayores que no podían salir de sus casas por la cuarentena, con lo cual las compañeras de los comedores asistieron a estas personas llevándoles comidas a sus domicilios. Resulta difícil abastecerse de alimentos porque los supermercados no están cerca y el abuso de precios en los almacenes hace que se dificulte llegar a fin de mes. Intentamos hacer la provisión de alimentos en todos los comedores”. Marilin Monzón y Verónica Díaz, Movimiento Popular La Dignidad.

Agua y jabón

“Por suerte los barrios no son el centro de contagio, pero si llega a entrar el virus a los barrios va a ser lamentable por las condiciones en las que se vive. Estamos por poner en la puerta del MTL (Movimiento Territorial de Liberación) una canilla con jabón para que los vecinos se laven las manos porque es muy difícil bajarse del colectivo, llegar a casa y que los chicos no vengan corriendo a tu encuentro”. Rubén Sala, barrio Santa Rosa de Lima.

Alcohol en gel

“La Dignidad montó un operativo (el 30 de marzo) de entrega gratuita de alcohol en gel para 800 familias del distrito noroeste de la ciudad. El distrito nuclea a 16 barrios con problemas serios sociourbanos y demográficos: a la emergencia sanitaria se le agrega la situación de precariedad, de falta de urbanización y con las condiciones socioeconómicas de la población resulta imposible comprar los productos de higiene que hay que usar. Ante el shock generado por la escasa oferta y la cantidad de demanda, la especulación que se genera sobre esos productos y el desabastecimiento de los productos, con organización comunitaria estuvimos asistiendo, como un gesto de que si se quiere se puede llegar con políticas a los barrios más postergados”. Carlos Abad, Movimiento Popular La Dignidad.

Violencia policial

“Una de nuestras principales demandas en este contexto tiene que ver con el accionar de las fuerzas de seguridad. Hemos sufrido un montón de situaciones de hostigamiento, de abuso y de violencia policial a los pibes y las pibas que asisten a las Casa de Red Puentes, pero también a los equipos interdisciplinarios de salud. Entendemos que las fuerzas de seguridad están cumpliendo una función pública, pero eso no tiene que ver con la violencia. No es una situación recomendable que los calabozos estén llenos de personas en situación de calle, sino que la situación ahí desata un nudo problemático muy complejo que tiene que ver con la precariedad sociourbana y con la vulneración de un derecho básico como es la vivienda”. Sofía García, Red Puentes.

La población trans

“Si hablamos de las villeras y los villeros como grupo de riesgo, también hay que hablar de la población trans como un grupo de riesgo. La cuarentena dejó al descubierto la situación de precariedad con la cual la población trans accede a sobrevivir, con la prostitución como regla, y dejó a las compañeras en una situación de emergencia integral, en cuanto a lo sanitario, en cuanto a lo habitacional, en cuanto a lo registral. Empezamos a detectar situaciones de compañeras que no solamente no habían accedido a la modificación de la identidad de género por distintos motivos, sino que ni siquiera tenían documento. Y si bien hubo respuestas esgrimidas desde los Estados, muchas de ellas no alcanzan por la complejidad que representan las situaciones de las compañeras”. La Poderosa.

Producción: Mariángeles Guerrero y Ezequiel Nieva

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