Vivir con el virus, primera parte

Una enfermera abraza un bolso como si fuese una almohada y toma el asiento del colectivo como su cama, despierta, mira hacia los costados, todo el mundo tiene la cara tapada, se lleva la mano a la boca, siente la tela, ella también. Mario sabe que a las 11:00 pasa el recolector de la basura, se acerca a la ventana, la abre solo un poquito, mira casi disfrutando hasta que la imagen desaparece.

El cirujano plástico Maxwell Maltz teorizó en un libro, tomando como experiencia el proceso en pacientes amputados, que una persona demora 21 días en lograr un habito.

Vivimos con el virus, o con el miedo al virus siendo más justo, ya es parte de nuestra cotidianeidad, para quienes eligen quedar en su casa o para quienes no les queda otra opción que salir a trabajar. Un tachero exhibe orgulloso en la parte delantera de su auto su botella de alcohol en gel y ofrece barbijos que tiene a la venta, un electricista se saca el guante, agarra su celular, manda un audio, guarda su celular, se pone el guante y sigue trabajando.

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