Agustín Rossi es varios políticos a la vez. Es una figura de nuestra provincia pero, sobre todo, es un referente nacional. Desde su banca en el Congreso dejó una fuerte impronta con sus discursos, pero también acumula ya un largo trayecto en Defensa. Su análisis, en un largo mano a mano con Pausa.

–Sos el único integrante del Gabinete que fue ministro hasta 2015 y retomó en 2020, podés hacer un inventario con pleno conocimiento de lo que había, de lo que hiciste o dejaste. ¿Cómo encontraste el Ministerio, las Fuerzas, la estructura civil, cuál fue el mayor cambio, cuál el daño, qué cosas tuviste que reparar o cambiar?

–Los cuatro años de gestión de Macri, y sobre todo los dos últimos años, las decisiones que se tomaron en materia de política de Defensa estaban más motivadas por una política de ajuste fiscal que de defensa nacional. Un modelo de Fuerzas Armadas achicado, sin despliegue territorial, con cierre de divisiones, intentos de unificación de secciones. Un gran error, un Ministerio que deja de lado su misión para complacer al ministro de Economía de turno. Uno siempre está condicionado por la evolución económica del país y su gobierno, esto puede retardar la implementación de determinada política, pero lo que no puede hacer es tomar decisiones políticas en base a esos condicionamientos de política fiscal.

–En campaña habías hablado de generar un fondo especial para reequipar las Fuerzas Armadas y a poco de asumir tuviste que ponerlas en movimiento por la pandemia. Incluso se ha criticado la compra de un Boeing 737, para reemplazar al viejo Fokker F28, con el que desplazan a médicos, tropas y provisiones por todo el país. ¿Cómo convive con eso?

–Las Fuerzas Armadas necesitaban y necesitan un reequipamiento, lo dije antes, lo digo durante y lo voy a decir después de la pandemia. El último proyecto que yo presenté como diputado y que fue acompañado por la mayoría del FPV, proponía la creación del FONDEF que destine fondos crecientes en el equipamiento de las fuerzas, que lleven del 0,35% al 0,50% de los ingresos totales del Estado. Primero reutilizando todo lo que se tenga, segundo fabricar en el país lo que necesitemos y por último comprar lo que no podamos producir pero con transferencia de tecnología para que podamos algún día sustituir esas compras y hacer todo aquí en Argentina. Ese proyecto tiene media sanción en la Cámara de Diputados y está tratándose en la comisión de defensa y presupuesto con acuerdo de los asesores para poder ser tratado en semanas o meses en el Senado. Con ese Fondo tendríamos un horizonte estable de inversión, que es algo que  no se resuelve de un día para el otro. Vos tomás una decisión hoy y el resultado pleno se ve en seis años, pero el flujo de recursos debe ser constante. Si nosotros queremos tener una política de Defensa eficaz con instrumentos militares capaces de cumplir con lo que prescriben las leyes y la Constitución Nacional, proteger la soberanía en el espacio aéreo, marítimo y terrestre y desarrollar las misiones secundarias que dicta el presidente de la Nación, me parece que lo que necesitamos es reequipar la fuerza.

–Hablando de misiones secundarias, ¿cómo llevan el enorme esfuerzo logístico que impuso la pandemia?

–Y tiene que ver con lo que decías del Fokker, que ya tiene 45 años, con el que trasladamos a médicos de todo el país, ahora fundamentalmente a Resistencia para fortalecer el sistema de salud de la provincia de Chaco. Necesitamos mejorar esa capacidad y de pronto aparecen críticas infundadas y miopes. Parecen la gata flora, por un lado de te corren porque no hay equipamiento de las fuerzas y por el otro te cuestionan el momento de la inversión o el orden de prioridades,

–Llama la atención que con estos recursos hayan podido desplegar más de 60.000 hombres en poco más de 100 días por todo el territorio nacional. Además de la actividad en 17 hospitales militares y la fabricación de elementos de protección personal. Vos dijiste en Bariloche que era el mayor despliegue militar desde el retorno de la democracia. ¿Tan así?

–Desde la Guerra de Malvinas, corrijo. Nosotros lo que hicimos es dividir el territorio en 17 regiones de emergencias con un comando por zona que actúa bajo mis directivas expresas, de Presidencia de la Nación o por pedidos de gobernadores e intendentes. Y lo hemos hecho con mucha eficacia con los recursos de los que hablábamos, optimizando lo que tenemos, un esfuerzo enorme. Hoy estamos en ocho mil actividades en todo el país, con 80 y 100 tareas por día en promedio. Tenemos bases desde Tartagal, hasta Ushuaia, pasando por Uspallata y la Isla Martín García, regimientos cordilleranos, sobre la costa del Uruguay, una cobertura que no da ninguna otra institución del Estado. Los comandantes actuales de las Fuerzas asumieron el 28 de febrero y el 3 de marzo tuvimos el primer caso de Covid 19 en Argentina y el 9 de marzo se decretó la pandemia. Nosotros desde ese mismo momento conformamos el Comando de Emergencia Central que se reúne a diario en la Sala de Situación del Ministerio de Defensa, lo conduzco yo asistido por esos comandantes que te decía y el resto del Gabinete de Defensa. De ahí salen las acciones en base a las hipótesis de ayuda humanitaria y sostenimiento de los sistemas sanitarios locales y de nuestros hospitales militares y el Centro de Aislamiento del Apostadero Naval de Buenos Aires. Actualmente contamos con equipamiento para realizar exámenes en forma directa sin recargar al Malbrán y hemos hecho vuelos de repatriación con la Fuerza Aérea desde países como Perú, Brasil y Ecuador. Un despliegue enorme sin dudas.

–En el 2017 y como diputado FPV impulsaste la derogación del Decreto 721/16 que posibilitaba la autonomización de las Fuerzas Armadas y debilitaba la conducción civil en un contexto latinoamericano convulsionado por la militarización del gabinete de Bolsonaro, el asedio a Evo en Bolivia y la escalada de las agencias de seguridad de Estados Unidos en la definición de “nuevas amenazas” y misiones de las fuerzas militares del continente. Finalmente con el Decreto 571/20 derogaste otros dos decretos macristas que impactaban en la Ley de Defensa, ¿lo considerás suficiente?

–Lo que hicimos es volver las cosas a su lugar, la Argentina tiene pactos democráticos que cumplir y uno de los más importantes es diferenciar claramente seguridad interior de defensa nacional. Hay tres leyes, la de Seguridad Interior del gobierno de Alfonsín, la Ley de Defensa Nacional del gobierno de Carlos Menem y la Ley de Inteligencia del gobierno de De la Rúa que establecen claramente que las Fuerzas Armadas son un instrumento militar que no puede operar en cuestiones de seguridad interior, que son asunto de las fuerzas policiales jurisdiccionales y las federales. Eso se respetó los 37 años de democracia salvo los dos años finales del macrismo. Debajo del paraguas de las nuevas amenazas y con la punta de lanza de combatir el narcotráfico, quedó abierta la posibilidad de excesos y confusiones. Por eso el decreto que vos mencionabas no significa una vuelta al kirchnerismo sino al pacto democrático esencial. Y es doctrina antigua, ya desde 1878 los Estados Unidos definieron que las Fuerzas Armadas atienden la defensa nacional y las policiales o guardias nacionales a la seguridad interior. Fijate que hace días, cuando se produjo el pico de revueltas por el asesinato de George Floyd, Trump mandó a reprimir a las Fuerzas Armadas, que no estaban facultadas ni preparadas para eso.

–Mucho se habla acerca de si las actuales Fuerzas Armadas son radicalmente distintas a las que actuaban bajo la doctrina de la seguridad interior, si son verdaderamente democráticas. ¿Vos creés que si al presidente Macri o cualquier otro se le ocurriera lo mismo que a Trump las fuerzas responderían como las americanas?

–No tengo ninguna duda, sería exactamente igual. No está entre sus funciones y los que conducen las fueras al margen de la conducción política y civil lo tienen perfectamente claro. Ellos tienen la obligación de reclutar, adiestrar y conducir al personal militar que opera bajo la conducción del Jefe del Estado Mayor Conjunto, debajo de las directivas estratégicas del Comandante en Jefe que es el presidente de la Nación y su delegado que es el Ministro de Defensa.

–Hablando de la coyuntura: el comunicado de Juntos por el Cambio sobre el asedio a las libertades y el atropello a la república, apuntando a Cristina por el asesinato de su ex secretario privado, sumado a las manifestaciones que ya son en contra del gobierno y la reaparición de Macri azuzando a su electorado, ¿para vos constituyen una ofensiva destituyente? 

–Ese comunicado quedará en los anales del canallismo político argentino, es una operación descalificatoria sobre la vicepresidenta y el gobierno en general asumido por un sector de la oposición, no toda, que nunca va a dar tregua y se opondrá a todo lo que hagamos. Es el discurso del odio y la violencia que encarna Patricia Bullrich que comienza a movilizar a sus adeptos, con episodios lamentables como la agresión al camión de C5N y el periodista Ezequiel Guazzora. Tenemos que estar muy atentos y seguir tomando las decisiones que hay que tomar, esto no puede apartarnos del camino.

–Vos creés que la oposición no se siente completamente representada por esta confrontación, que hay una oposición razonable que se desmarca de esta campaña.

–Es así, nosotros con todos los gobernadores opositores tenemos agenda política y diálogo permanente. También con intendentes y el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

–Respecto del caso de Vicentín, ¿cómo ves la solución del gobierno provincial de gestión mixta público-privada y, en caso de que el juez del concurso siga rechazándola de plano, la eventual expropiación?

–Acá tenés un caso de cómo los sectores políticos radicalizados que mencionábamos recién desvirtuaron la propuesta del presidente de la Nación para rescatar la empresa, que para nosotros era y es un camino viable, para defender los puestos de trabajo en cuestión y pagar las deudas a proveedores y al Estado, que es acreedor preferencial. Esos sectores y los dueños de la empresa pretendieron montar un escenario similar al de la 125 y fracasaron absolutamente. La foto del 9 de julio en Casa Rosada, donde aparece el Presidente de la Sociedad Rural en esta idea de hacer un país sin odiadores y entre todos es muestra clara. Las movilizaciones violentas serán repudiadas y las señalaremos con toda dureza cada vez que se produzcan. Lo que pasará con Vicentín no lo sé francamente, la propuesta del gobierno que conduce Omar Perotti es muy consistente y seria, más allá de lo que piense el juez que no le ha hecho lugar. Ahora habrá una fase de conciliación entre los dueños de la empresa y el gobierno de Santa Fe para analizar esta propuesta y espero que salgo algo productivo de ahí. No quisiera adelantar opiniones en ese sentido.

–¿Cómo ves la fortaleza interna del Frente de Todos en la provincia y la oposición de los dos frentes políticos que lo enfrentan? 

–El Frente de Todos tiene una conducción clara que es el gobernador Perotti y todos trabajamos no sólo para volver a gobernar la provincia sino también retenerla con una gestión exitosa y promover los cuadros políticos que conduzcan un nuevo período al cabo de estos cuatro años de gestión. En las elecciones de 2021 y 2023 vamos a seguir trabajando juntos, no hay dudas sobre eso. La oposición tiene matices, tanto en el FAP como Juntos por el Cambio, hay que ver cómo evolucionan cuando se acerquen las coyunturas electorales. Pero no tenemos que fijarnos en eso y hay que concentrar la propia fuerza y gestionar en un contexto muy complejo para después elegir a los mejores compañeros para suceder a Omar en 2023. Nosotros somos hombres y mujeres de gestión y eso es lo que debe llevarse toda nuestra atención, nuestro espacio político dentro del Frente trabaja para que al gobernador le vaya muy bien, para que nos vaya muy bien a todos.

–Anticipando una efeméride de la semana próxima, los 10 años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario: eras jefe de bloque del FPV, Néstor Kirchner estaba entre los diputados que conducías y el protagonismo de los dos es indiscutible en una lucha con muchos protagonistas, ¿cómo fue militar voto a voto esa Ley? ¿Qué recordás de aquellas jornadas?

–Sobre fines de 2009 hubo un intento de debatir el tema pero no llegamos a darle tratamiento parlamentario. Antes de iniciar el año legislativo en 2010 tuve una reunión con Cristina donde me pidió que lo impulsemos haciendo base en el acuerdo transversal que había en las distintas fuerzas políticas. Se hicieron audiencias públicas en las comisiones donde tuvieron un gran protagonismo Juliana Di Tullio y Vilma Ibarra. En los momentos previos a la votación hicimos un reunión de bloque en la que participó Néstor y en la que una diputada le preguntó si había libertad de conciencia para votar. Fiel a su estilo, Néstor le dijo que por supuesto, pero que tuviese en cuenta que la presidenta de la Nación lo impulsaba, que el presidente del bloque iba a votarla a favor y que el presidente del PJ que era él, también. Todos se rieron pero se marcaron los lineamientos de cómo iba a conducirse el bloque. Luego Néstor se encargó desde su oficina en diputados de llamar a todos y todas para sacar la ley por mucha diferencia y no tan ajustada. En mi libro (Hombre de palabra) que recopila todos mis discursos en el Congreso como jefe de bloque del FPV hay un capítulo específico sobre esta ley. Se titula “Un acto de belleza parlamentaria” y eso fue para mí, la ley más bella que me tocó votar.

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