El autor de la ley para cobrarle de un 2% a un 3,5% al patrimonio de nuestros 12 mil megamillonarios analiza las chances de aprobar el proyecto, cuál es su impacto cultural, a qué juega la oposición, cómo se concentra la riqueza global y más. Mano a mano con el diputado nacional Carlos Heller.

El hoy diputado nacional y presidente de la Comisión de Hacienda y Presupuesto corrige y suena confiado al decir “no englobemos a toda la oposición con Juntos por el Cambio, es un error”. Entrerriano de Villa Domínguez y porteño desde los 9 años, militante cooperativista en plena dictadura, fundador y presidente del Banco Credicoop, se cargó por pedido de Máximo Kirchner uno de los proyectos más polémicos y esperados por los votantes del Frente de Todos. “El proyecto está listo desde hace tiempo, no hubo presiones ni ninguno de los disparates que se dijeron” asegura en la previa Carlos Salomón Heller, el padre del aporte que no es impuesto pero es clave.

El proyecto está listo desde hace tiempo, las dificultades no pasan por una base confiable para definir el universo, lobbys o presiones, sino lo que está a la vista: el tratar un tema controversial mediante las sesiones remotas, que el sistema funcionase bien y no se estropease el debate por cuestionamientos sobre la imposibilidad de votar o firmar digitalmente.

–Repasemos algunos números del proyecto que ya ha ingresado a diputados: 12 mil personas, aproximadamente, con patrimonios superiores a 200 millones de pesos, alícuotas que ascienden del 2% al 3,5% para el tramo superior que sería patrimonios tres mil millones o más...

–Es importante aclarar antes que nada que hablamos de patrimonios declarados –y esto sabemos que suele no ocurrir– superiores a 200 millones de pesos al 31 de diciembre de 2019. El escalonamiento de alícuotas va desde el 2% para los que están entre 200 y 300 millones y llega a 3,5% para los que están por encima de tres mil millones, sin importar cuánto más posean por encima de esa cifra. Además hay un artículo que establece un aumento de la alícuota del 50% para los bienes declarados en el exterior, con una disposición que establece que si la persona física repatría el 30% de sus tenencias financieras en el exterior, esa sobrealícuota se elimina para el total.

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–¿Qué expectativas de recaudación tienen con éstos parámetros, tal como figuran en el proyecto y antes del tratamiento y debates parlamentarios?

–Lo que te diga siempre es sobre la base de proyecciones porque, por ejemplo, si hay una alícuota variable según la proporción de bienes en el exterior que se puede eliminar si se repatría ese 30% del que hablábamos, la variación en la recaudación que esperamos  estaría por encima de los 300.000 millones de pesos.

–Hay una cifra que está dando vueltas en la prensa que estipula que ese monto significaría aproximadamente entre un 30% y un 34% del gasto total que el Estado hizo para atender el impacto de la pandemia, ¿es así?

–Lo que el Estado lleva gastado en los distintos planes –según las informaciones que el propio gobierno ha difundido– está alrededor de los 850.000 millones de pesos. Pero no habría que dejar de tener en cuenta que este proyecto de aporte solidario y extraordinario tiene fines determinados, no es un ingreso que va a ir a compensar esos gastos sino que tendrá que ser destinado a cinco cuestiones establecidas que tienen que ver con la compra de insumos y equipamientos para esta emergencia sanitaria, pero también con financiar el Plan Progresar, ayudar a las pymes a sostener el empleo, promover el desarrollo de obras en barrios populares e inversiones en la generación de gas, con la particularidad de que se financian inversiones de largo plazo para agregarle valor a la provisión de un insumo esencial para la industria y su impacto en la balanza comercial argentina.

–Sabe perfectamente que –sobre todo hacia adentro del propio espacio del Frente de Todos– hay una impaciencia acerca de la fecha y la oportunidad de la presentación del proyecto. Se anunció allá por el mes de abril y en el medio circularon todo tipo de versiones. Uno desde afuera puede suponer algunas complicaciones o complejidades, mucho se ha escrito sobre esto.

–Hubo mucha fantasía en esas especulaciones, se ha dicho de todo. Desde que había discusiones sobre los montos, las alícuotas, que había oposición en el Ministerio de Economía, que se estaba esperando la resolución en las negociaciones por el tema de la deuda, que íbamos a ponerlo en un paquete más grande de modificaciones impositivas. Nada de eso fue cierto. Nosotros preparamos el proyecto y los números son exactamente los que llegan al parlamento, esto se originó en una conversación de Horacio Verbitsky con Alberto Fernández, donde menciona un proyecto que Máximo Kirchner le comentó que tenía entre manos. Máximo habla conmigo y me pide que me ponga a trabajar en él, lo charlamos con muchos compañeros y compañeras del espacio y punto. Siempre apuntamos a una iniciativa que grave a poca gente con mucha capacidad contributiva y que recaudase lo más posible. El trabajo clave fue encontrar ese punto de equilibrio. Si en vez de poner el piso en 200 millones de pesos lo hubiésemos bajado a 100, se incorporarían automáticamente 20 mil personas más y la expectativa de recaudación apenas aumentaría. Triplicaríamos el universo de alcanzados con un incremento potencial de recaudación muy bajo y ampliando las posibles resistencias al proyecto. Y luego había un punto clave, poner en debate un proyecto tan delicado e importante en el marco de la virtualidad apenas estrenada, no era lo mejor para probar el sistema. Ese fue uno de los puntos de la demora, no la cantidad de cosas que se dijeron. El sistema se puso a prueba con otras iniciativas y después de que tratamos la moratoria o la ampliación del presupuesto, con votaciones que se definieron por cinco votos de diferencia, quedó demostrado que estamos en condiciones de encarar una votación controversial y presentamos el proyecto. Quiero decir que a mí me alegran las expectativas del espacio del Frente de Todos y de la sociedad en general, creo que hay una demanda de la ciudadanía en general en el sentido que le hemos dado al proyecto. Cuando nos sentíamos asediados por la inquietud de compañeras y compañeros, más confirmábamos que estábamos en el camino correcto.

–Horacio Verbitsky había asegurado, citando fuente sólida, que se presentaba el 14 de julio pasado y luego de eso hasta se llegó a suponer que no se presentaba este año.

–Ese es un debate interminable que aceptamos pero ya es historia, ahora veremos cuándo lo podremos tratar porque el normal funcionamiento del parlamento en adelante es un tema complejo a resolver por las autoridades de la cámara. El proyecto ya tiene giro a la Comisión de Presupuesto y cuando llegue el momento lo comenzaremos a tratar.

–Teniendo en cuenta que la distribución de las cargas impositivas expresan las relaciones de poder hacia adentro de una sociedad, podríamos mensurar la importancia del aporte en éste esquema de tensiones, más allá de que no sea un impuesto. Uno tiene la sensación de que hay sectores concentrados de la economía de este país que no están dispuestos a pagar ni por única vez algo que puede abrir el camino a tributos regulares, ¿que tiene un impacto cultural y político más allá del monto? ¿Lo compartís?

–A mí, sinceramente, no me preocupa que los milmillonarios de la Argentina estén en contra del proyecto sino que haya gente común a la que le han ganado la cabeza y terminan razonando de la manera que vos acabás de explicitar, eso sí es un problema. Gente que ni por asomo está alcanzada pero le han metido que el gasto público es muy alto, o que la carga tributaria de la Argentina sobre los millonarios y sus empresas es muy alta o que el problema es el ajuste de la política. Hace poco en un programa del canal Diputados TV dije que la suma de todos los impuestos que podríamos llamar progresivos, que gravan patrimonios y ganancias de empresas y personas jurídicas, todos sumados no alcanzan lo que se recauda por IVA en nuestro país. Eso demuestra que nos debemos un profundo debate para modificar nuestra estructura tributaria y que rechace esto de que lo que hay que hacer es ajustar el gasto, la Argentina no soporta más de esa medicina. Tampoco puede resolver sus problemas endeudándose permanentemente y por lo tanto necesita de una política fiscal que grave a los que están en mejores condiciones para aportar. Y esto ha pasado en todo el mundo, Estados Unidos y Gran Bretaña establecieron enormes alícuotas a las ganancias de las grandes fortunas después de la Segunda Guerra Mundial y para reconstruir sus economías, su infraestructura devastada. Pero coincido con lo que decías en el sentido de que más que el aporte, lo que no quieren es que se discutan éstos temas, lo que los irrita es que se ponga en debate la discusión sobre quiénes son los que tienen que pagar para que haya recursos que permitan llevar adelante políticas públicas para construir una sociedad más justa.

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–Este debate y el trabajo para conseguir los votos que permitan sancionar el aporte, puede ser un banco de pruebas para esa reforma de fondo que decías y que habrá que encarar en otro momento.

–Yo no quisiera que éste debate se convirtiera en ese debate de fondo porque puede desnaturalizarse por completo. Queremos que la discusión esté planteada en los términos de un Aporte Solidario y Extraordinario, es muy importante no perderlo de vista y no es esquivar una necesaria reforma tributaria, yo tengo posturas públicas y anteriores sobre esto y creo que algo de eso va a aparecer con el debate por el presupuesto 2021. Yo no tengo dudas, por otro lado, que el proyecto se va a tratar y de que vamos a tener las mayorías parlamentarias necesarias, que en el caso de este tema requiere una mayoría especial de 129 votos positivos para diputados y los vamos a superar ese número con una holgura razonable. Yo creo que a la hora de ubicarse frente al tema los y las legisladoras van a tener en cuenta el mandato que tienen y si más del 70% de la ciudadanía cree que el aporte está bien, tendrán que obrar en consecuencia recogiendo la voluntad popular. Vivimos un montón de años con presidentes que decían que “si decían lo que iba a hacer no me votaban” u otros que prometieron pobreza cero, que iban a suprimir el impuesto a las ganancias o la lluvia de inversiones para una Argentina potencia, nosotros creemos en honrar el contrato electoral y ejercer cargos electivos para interpretar el mandato popular, no para hacer los que se nos ocurre.

–Ya por estas horas hay empresarios vinculados a la UIA, a la Mesa de Enlace y algunos estudios jurídicos que patrocinan a los potenciales alcanzados por el aporte, que dicen que hay razones para declararlo inconstitucional, por retroactivo y confiscatorio, que hay gente que puede tener elevados patrimonios pero escasa liquidez y que se verían obligados a rematar bienes para afrontarlo. ¿Te parece razonable? ¿Previsible?

–Yo creo que no deberíamos analizar las cosas con la óptica de los que están en contra, son objeciones previsibles y no creo que puedan prosperar. Nosotros estamos convencidos de que este Aporte Solidario y Extraordinario no tiene nada que ver con el impuesto a bienes personales, que es permanente y va a rentas generales. Lo único que tienen en común es que se toma la misma base de datos para calcularlo. Cuando la justicia se tenga que expedir debe tener en cuenta esos argumentos, para nosotros es justo, necesario y jurídicamente inobjetable. Creer que alguien que tiene 200 millones de pesos de patrimonio declarados, no tiene cuatro millones de pesos de liquidez es francamente muy difícil de aceptar.

–Y ya que hablamos de los patrimonios declarados, hace un tiempo hacíamos nota con Hernán Arbizu sobre el modus operandi de BlackRock en Argentina y nos decía que –según su experiencia como ejecutivo de cuentas del JP Morgan- los millonarios argentinos suelen declarar en promedio el 25% de sus patrimonios reales. Hay una Argentina que escamotea ganancias, una estructura offshore. ¿Creés que el gobierno y en general los economistas heterodoxos o del campo nacional y popular cuentan con datos y herramientas para intervenir en éstos asuntos?

–Estoy de acuerdo con que este es uno de los grandes problemas de la actualidad, de todos modos aclaremos que no tiene nada que ver con este aporte porque por lo no declarado nadie va a pagar nada. No tengo la experiencia de Arbizu, pero ese dato es valioso y cuando uno mira los registros de la plata que hay globalmente en los paraísos fiscales tiene claro que hay una permanente evasión, que no tiene nada que ver con problemas de seguridad jurídica ni mucho menos. Este problema requiere de acciones internacionales mancomunadas, la Argentina está trabajando en ese sentido: hay medidas para combatir las triangulaciones en las exportaciones, que son una manera de manipular los precios de transferencia cuando dos empresas de un mismo grupo se venden los producido a precio bajo para tributar poco en el país y luego lo revenden en el exterior utilizando la estructura offshore que han generado…

–El caso Vicentín SAIC y Vicentín Group por ejemplo…

–Precisamente, y el de muchas más. Es un fenómeno global que se está combatiendo. En éstos días leía en un artículo de El País que las telcos nortemericanas facturan en Europa desde Irlanda la mayoría de sus actividades, por la baja tributación que tiene ese país. Trump amenazó con represalias y generó conflictos entre Estados Unidos y la Unión Europea. En otras épocas, la disputa era por el acceso a la escasez pero hoy se discute cómo se distribuye la abundancia. Se genera mucha riqueza pero concentrada en pocas manos, lo que genera una enorme pobreza, una situación injusta porque los recursos están. La CEPAL dice que América Latina pierde más de seis puntos anuales por evasión impositiva, por lo que uno podría decir que si se resuelve ese problema, los desequilibrios fiscales que padecen países como el nuestro estaría resuelto. Pero también hay que decir que los paraísos fiscales están todos ubicados en territorios del G20, por lo tanto allí deberían establecerse reglas para que no sigan sucediendo éstas cosas. Si no hay adónde llevarla el problema se resuelve.

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–Por último, ¿cómo ves a la oposición, en líneas generales? Vos decías que tenías confianza en lograr los votos necesarios para la sanción del aporte. ¿Hay colaboracionistas y destituyentes? ¿Tienen más de un líder en términos políticos?

–Yo creo que calificamos mal a lo que llamamos oposición, porque estamos hablando casi exclusivamente de Juntos por el Cambio y no es así. Digamos que hubo una elección hace poco más de un año, donde un 60% votó en contra del gobierno de Cambiemos y un 40% lo apoyó pese a la gestión que realizaron. Digo esto porque la derrota en primera vuelta por ocho puntos fue estruendosa y mucho más amplia que la de Macri en segunda vuelta en 2015. Perdieron, tienen que aceptarlo. Eso nos dijo el jefe de la bancada de Cambiemos, con esas palabras y pidiendo que acompañemos, que les demos gobernabilidad respetando el voto popular. Y ahora se atribuyen el derecho como minoría derrotada de indicarle a la mayoría lo que se puede o no discutir, qué proyectos tratar o no, una locura. Seamos inteligentes para verlo, la diferencia entre la fórmula ganadora y la perdedora está compuesta por un gran número de fuerzas políticas que no votaron contra Alberto y Cristina, sino contra Macri. Yo no los englobaría en la denominación genérica de oposición, son bloques que coinciden parcial o totalmente en algunas leyes y otras no, aprueban en general y discrepan en particular, son fuerzas políticas distintas del oficialismo pero no responden a Juntos por el Cambio, que quiere englobarlos para hablar del “consenso” que tanto reclaman en éstas horas y que ya está establecido por los reglamentos parlamentarios según las mayorías necesarias para votar las leyes, son los consensos de la democracia. No hay que permitir que tergiversen esto, no les hagamos el juego.

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