Una disyuntiva difícil de resolver en el peor momento de la pandemia

La ciudad de Santa Fe triplicó los contagios de coronavirus en solo dos semanas y se restringió la actividad para reducir la circulación. Las protestas del sector comercial reinstalan el falso dilema entre salud y economía.

Las medidas anunciadas el viernes por la noche por el gobernador Omar Perotti y los intendentes de Santa Fe y Santo Tomé abrieron un nuevo frente de conflicto en medio del rebrote de la pandemia del coronavirus.

En línea con lo que ocurrió una semana antes en el Gran Rosario, el gobierno provincial restringió por dos semanas las actividades económicas y sociales en Santa Fe y Santo Tomé, con el objetivo de frenar el aumento de los contagios.

El retroceso en la flexibilización de las medidas restrictivas, que se replica en las principales localidades del país, motivó protestas, reclamos y manifestaciones por parte de los sectores afectados en forma directa, que se sienten abandonados por los gobiernos en todos sus niveles.

En el Gran Santa Fe el malestar se empezó a expresar el mismo sábado –pocas horas después del anuncio oficial– mediante la llamada “rebelión comercial”; con poco margen para los controles por parte del municipio, no fueron pocos los negocios que abrieron sus puertas desoyendo el decreto gubernamental.

Igual que en las principales ciudades del país, el domingo se replicaron las protestas contra el cierre de comercios y de actividades consideradas no esenciales. En nuestra región hubo caravana y bocinazo desde Santo Tomé hacia Santa Fe y una nutrida manifestación frente a Casa de Gobierno.

Santa Fe y Santo Tomé vuelven a restricciones más rígidas de actividad y circulación

La movida se repitió este lunes por la mañana, convocada por dueños de gimnasios, comercios y complejos de fútbol 5. Después de seis meses de ingresos recortados –y en algunos casos sin ningún ingreso y sin ayuda estatal–, piden que se evalúe la posibilidad de seguir trabajando con los protocolos sanitarios correspondientes.

En pleno rebrote de la pandemia y con el sistema sanitario al borde del colapso, el gobierno provincial enfrenta una disyuntiva para la cual no hay una sola respuesta que pueda satisfacer todas las demandas. Como al principio de la emergencia, parece reinstalarse con fuerza el falso dilema entre salud y economía.

Las medidas

El anuncio del viernes implica un retroceso de fase por 14 días en las dos ciudades más grandes del departamento La Capital. El motivo: Santa Fe triplicó los casos positivos de coronavirus en los últimos 15 días y Santo Tomé los duplicó.

Las restricciones combinan lo que en un momento se llamó Fase 2 y Fase 3. En concreto, se suspendieron por dos semanas el comercio mayorista y comercio minorista de rubros no esenciales (con excepciones), los locales gastronómicos, los shoppings, el personal doméstico, las actividades religiosas, las obras privadas que ocupen más de cinco trabajadores y las actividades deportivas y culturales.

En el sector comercial la decisión cayó como una bomba y durante el fin de semana se sucedieron las negociaciones entre las autoridades provinciales y municipales y los referentes del sector. Finalmente, se acordaron una serie de excepciones –la más importante es la autorización para que los rubros no esenciales puedan trabajar fuera del microcentro entre las 14 y las 19.30– pero eso no logró calmar los ánimos.

Voces y reclamos

En forma autoconvocada, comerciantes mayoristas y minoristas y titulares de bares, restoranes, peluquerías, gimnasios y complejos deportivos volvieron a manifestarse este lunes en la Plaza 25 de Mayo contra las restricciones dispuestas por las autoridades.

No son marchas anticuarentena como las que fogonea el macrismo. Los manifestantes no niegan la pandemia ni desconocen los riesgos sanitarios. Simplemente, piden que se les permita trabajar. Las consignas expresadas ponen en primer plano sus situaciones particulares:

  • ¿Tu trabajo te da de comer? Entonces tu trabajo es esencial.
  • Los gimnasios no cerramos, somos parte de la solución, no del problema.
  • Cierro si los políticos donan sus sueldos a mis empleados y alimentan a mi familia.
  • Queremos trabajar: los negocios siempre hemos cumplido con los protocolos y nos controlan todos los días.
  • Nadie nos ayuda, el comercio ya no puede sacar más préstamos.

Tras seis meses de actividad restringida y sin una salida en el horizonte, las protestas interpelan al Estado en sus tres niveles –Nación, provincia y municipio– y demuestran que la asistencia dispuesta para esos sectores no ha sido suficiente.

Puede parecer menor, pero es un antecedente que se debe observar: el incumplimiento de las medidas sanitarias no solo pone en riesgo al conjunto de la sociedad –no olvidemos que después de cada marcha anticuarentena se disparó la curva de contagios– sino que también socava el principio de autoridad pública. Si el Estado no logra hacer cumplir las disposiciones que apuntan a cuidar la vida y la salud, después los médicos no pueden hacer magia.

Respuestas de los gobiernos

Buena parte del malestar de los sectores más afectados por la pandemia está relacionada con la imposibilidad de acceder a ayuda estatal. Las empresas más grandes reciben aportes del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), los desocupados y los trabajadores y las trabajadoras informales pueden acceder al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), pero para el grueso de las capas medias de la economía la única alternativa son los créditos a tasa subsidiada.

Ante la prolongación de las medidas restrictivas, la provincia puso en marcha distintos programas de asistencia:

  • “Santa Fe de pie”: subsidios a sectores afectados por la crisis sanitaria que no hayan podido desarrollar su actividad con normalidad, que incluye financiamiento para sostener los niveles de empleo.
  • Medidas tributarias y tarifarias que apuntan a reducir la presión fiscal sobre las empresas: diferimiento del pago de los impuestos Inmobiliario, Ingresos Brutos, Sellos y congelamiento de tarifas.
  • Asistencia Económica en Emergencia: la provincia ya desembolsó 200 millones de pesos a través de aportes no reintegrables de entre 10 mil y 50 mil pesos para comercios o servicios que no han estado exceptuados de las restricciones (gimnasios, salones de eventos, jardines infantes, academias y centros culturales).
  • Financiamiento para la producción: un programa por el cual la provincia va a movilizar 2000 millones de pesos de asistencia financiera, a través del Nuevo Banco de Santa Fe y de otras entidades financieras que participan del mercado de crédito regional. El gobierno otorgará garantías y subsidiará tasas para reducir el costo del financiamiento.
  • Créditos para capital de trabajo: préstamos de hasta 18 meses, con tres meses de gracia para el pago de capital con subsidio de tasas por parte del Estado provincial.
  • Préstamos para la adquisición de bienes de capital de origen nacional, con un plazo de hasta 36 meses, un período de gracia de tres meses para el pago de capital y una tasa fija del 24%.
  • Plan de pago para deudas tributarias devengadas al 30 de noviembre de 2019, que tendrá vigencia hasta el 28 de setiembre de 2020.
  • Si en octubre, noviembre y diciembre las actividades restringidas continúan sin funcionar, la provincia va a seguir asistiendo económicamente a esos sectores con un aporte que va desde los 50 a los 70 mil pesos.

En el gobierno provincial saben que esas medidas no son la solución para sectores que difícilmente arriesguen a meterse en nuevas deudas. “Tendremos que seguir pensando variantes para las actividades y para que la gente pueda trabajar. Serán muchos los meses que tendremos que convivir con esta pandemia. Para que esto no se repita, necesitamos un comportamiento mejor de la sociedad”, señaló este lunes el ministro de Gestión Pública Rubén Michlig en declaraciones a LT10.

Un virus en el peor momento

Por lo pronto, parece un hecho que las restricciones seguirán aún después de los 14 días que fijó el gobierno. “Las medidas de orden sanitario difícilmente se puedan cambiar. Nosotros las tomamos porque los expertos de Salud nos pidieron que lo hagamos para evitar el colapso sanitario. La idea es diminuir la circulación”, apuntó Michlig.

Nuevos protocolos sanitarios asoman como alternativa ante el parate de la actividad comercial, cultural, deportiva y recreativa. El virus circula cada vez con más fuerza y las restricciones –está a la vista– son difíciles de hacer cumplir. La salida de la pandemia y la “nueva normalidad” son, todavía, ilusiones en un horizonte lejano.

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