Que el tema sea el amor

¿Quién puede olvidarse del cuerpo de Brad Pitt en posición horizontal, suspendido en el aire, mientras cae lentísimamente traspasando la lona del ring hacia un fondo de agua oscura, en Snatch, de Guy Ritchie? Un golpe de puño en la pelea había sustraído la ley de gravedad para el gitano. Es una de mis películas preferidas, aparte de las de Tarantino. Sin dudas, el boxeador que con tanta gracia interpreta BP, es inolvidable.

Esto me recuerda a El Golpe, con Paul Newman y Robert Redford, que se filma pocos años después de Butch Cassidy and the Sundance Kid. Raro que dos hombres tan hermosos no sólo no compitieran, se dice, sino que además se hicieron grandes amigos.

¿Y Humphrey Bogart en Casablanca? ¿Hugh Grant en Notting Hill?

La belleza es un don admirable. Y no son bellos sólo los hombres que pueden verse en una pantalla. ¿Cómo no quedar extasiada frente a Philip Marlowe en El largo adiós? ¿Y frente a la elegancia e irreverencia del Corto Maltés? ¿Pensar lo lindo que sería tener un amigo como Seymour Glass?

Hace poco me enamoré de Lee Gun. Es un personaje de una serie coreana, Fated to love you. Fue un flash tan repentino y tan imprevisto que apenas terminé de ver la serie busqué otros trabajos del actor, que se llama Jang Hyuk. Pero no. Me costó trabajo y tiempo entender que mi amor no estaba dirigido al actor, sino a su personaje. Parece que hay cinco versiones de la historia, hechas en Taiwán, China, Japón y Corea del Sur. Y me preguntaba ¿qué es lo conmovedor en este tipo? ¿Cuántos actores hay que tienen esos labios que parecen suaves o que son más bellos?

Brad Pitt, si bien sabemos lo atractivo que es, no es tan hermoso en otras películas, como por ejemplo Leyendas de pasión o cualquier otra. Hugh Grant ha hecho algunas películas lastimosas.

Así es que, cuando un personaje parece haber sido hecho a propósito para ese actor, se lleva nuestro corazón, porque la historia que te cuentan puede ser floja, a saber: en casi todas las series coreanas las mujeres son sumisas, a veces hasta que “crecen” por alguna razón, dulces, pequeñas y no pueden referirse a su amor ni manifestar deseo sexual tanto como sí pueden hacerlo los hombres, siempre muy altos y lindos. También ocurre que los hombres no te aman, solamente, sino que dicen “te voy a proteger”. Las mujeres tienen frecuentes accidentes: en una sola serie una mujer puede estar a punto de ahogarse tres o cuatro veces siendo una excelente nadadora. O se emborrachan, o se lastiman, siempre en posición de indefensión, le dan la oportunidad a su hombre de protegerlas. Es común que, en medio del éxtasis del amor, los actores se miren largamente y él diga, como ofreciendo una flor: “sos tan linda y estúpida”. Es frecuente el triángulo amoroso: el valor de una persona está dado por el deseo de ese otro que intercede en la pareja.

Lo que no es tan frecuente es un personaje como Lee Gun. Transmite una plasticidad física, mental y emocional tan vertiginosas, su interpretación es tan excelente, los diálogos son tan buenos que, nada, eso, me enamoré.

No miro noticieros: si aparece por ahí que Cristina dio un discurso, lo busco y lo escucho. El impacto de las primeras semanas de pandemia me provocó un extrañamiento y un pavor callado. No soporto ver violencia ni muerte. Ni noticieros ni thrillers. No hay explicaciones, fue un deslizamiento. Punto. Nunca más. Déjenme, al menos por ahora, con alguna literatura tipo Aurora Venturini, y con films donde el tema sea el amor.

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