La Birriteca abre sus puertas

En El Birri hay una nueva biblioteca lista para recibir a lectores de todas las edades.

Hugo, un vecino que siempre anda cerca de El Birri, cuenta que en la casita de más allá del hall vivía el bajabarrera. Eso cuando Hugo era joven y el tren andaba. Después, en los años de la privatización, fue la residencia de la persona contratada para cuidar la Estación, constantemente vandalizada. Hoy, en la casita de la ex Estación Mitre (Av. Gral. López 3698), el Centro Cultural y Social El Birri tiene puesta a punto la Birriteca.

“Acá se pueden ver las cicatrices del edificio”, muestra Hilda Cardozo, integrante de El Birri. En la casita se luce ahora el techo original y se lograron dos plantas, gracias a un entrepiso y una escalera de madera, un trabajo de calidad artesanal que incluye algunos tirantes reciclados de otros espacios de la Estación. Arriba hay espacio para los talleres del Centro Cultural y se montará la redacción del periódico El Papelón.

Los nuevos libros de la Birriteca llegaron desde bibliotecas populares, Lectobus, Eloísa Cartonera, Palabrava y la Biblioteca Gálvez, entre otras donaciones. El principal interés es reunir material de arte, literatura, cine, teatro, ciencias sociales, historia del carnaval, e historia de los movimientos sociales, explica Hilda. “La enciclopedia vieja es para hacer collage”, agrega Ema Zuberbuhler, también militante.

Afuera también se han hecho obras, con un mural en mosaiquismo hacia un lado y el piso de concreto del patiecito, hacia el otro. Entremedio, la luz y la sombra se corren una a la otra entre las hojas de un árbol que lleva, claramente, varios años ahí. No es un árbol nativo, se llama brachichito. También es conocido como árbol de fuego o árbol de la llama.

Después del incendio

La biblioteca tuvo distintos lugares dentro de El Birri. Estuvo primero en planta alta, para uso de quienes transitaban el Centro Cultural. A la par del desarrollo de los talleres, empezó a reunirse cada vez más material que se iba sistematizando. Antes del incendio de julio de 2019, funcionaba “Ratones de biblioteca”, una experiencia de restauración de libros. Muchas manos se fueron pasando la posta hasta concretar la Birriteca.

Foto: Victoria Martín

El impulso para construir una biblioteca con puertas abiertas al barrio se remonta al “Chocoleete”, un ciclo de encuentros de juegos y lecturas para chicas y chicos que nació a partir del contacto con los libros donados después del intento de desalojo de 2013. Poco después comenzaron las ediciones de “Palabras y Vinos”, eventos con micrófono abierto y presentaciones literarias, entre ellas los títulos del Colectivo editorial 4ojos, un sello que publicó literatura desde el Centro Cultural. A su vez, después del desalojo nació la Escuela de Carnaval, que une todos los talleres para infancias. En el seno de ese espacio nació el Taller de escritoras callejeras, que mutó a Club de Lectura y luego se lanzó a la producción de textos.

Las obras en la casita comenzaron en 2015, con los fondos de un reconocimiento otorgado por el Fondo Nacional de las Artes. Las tareas siguieron a medida que era posible financiarlas, con subsidios y los ingresos de las actividades autogestivas. En 2020, explica Ema, “al no haber talleres, nos dimos cuenta que era el momento de hacer la obra y además, sabemos que vamos a necesitar este espacio, porque el hall sigue negro, igual que cuando se quemó, y la sala todavía no está habilitada”. Se hicieron jornadas de trabajo colectivo para ordenar, limpiar, lijar y pintar; y se construyó el entrepiso y la escalera. Luego, se reunieron las donaciones de libros, los estantes, almohadones, pizarrones, plantas y banderines.

Inauguración suspendida

La inauguración estaba programada para el 24 de abril, en el patiecito, donde se venían haciendo las actividades culturales del Centro Cultural según las medidas de cuidado. Con las nuevas medidas que entraron en vigencia el viernes 23, tuvo que suspenderse. “Creemos que es importante considerar al trabajador de la cultura como al gastronómico, al de los gimnasios: como una fuente de trabajo. En un evento cultural hay una barra que autogestiona el espacio, se pasa una gorra, también hay protocolos y cuidado, todo eso es esperado por los artistas y quedó cortado. Hay que afinar un poco más el lápiz con el trabajador de la cultura. Que sea popular no significa que no sea trabajo”, dice Hilda, y Ema comparte.

El contacto con las familias de las niñas y los niños de Escuela de Carnaval se mantuvo desde que comenzó la pandemia, a la par de la entrega de bolsones alimentarios. En febrero, el Carnaval fue un momento de encuentro, distinto a los corsos de los años anteriores, porque el vestuario se montó en la Vecinal y el recorrido se hizo a lo largo de ocho cuadras.

En el camino a registrarse como Biblioteca Popular, la Birriteca proyecta encuentros en torno a la literatura y la palabra, para visibilizar la biblioteca en el barrio. También estaba previsto, a partir de junio, abrir al público dos días por semana. El contexto sanitario y el avance de las obras sobre la fachada determinarán en qué momento se podrán abrir finalmente las puertas de la Birriteca.

Hacia la reconstrucción

La obra que está avanzando sobre la fachada permitirá el resguardo del agua y se instalarán nuevas aberturas, entre otras tareas de conservación del edificio que el Centro Cultural solicita hace tiempo. “Como organización sabemos que son obras que deseábamos hace tanto, que necesitamos hacerles lugar y reconocerlas como parte de nuestra actividad. Varios de los planos con los que se cotizó la obra los hicimos nosotres y hoy todes estamos a disposición para que haya luz, que esté la llave, todo lo que surge cotidianamente al atravesar una obra. Nos acomodamos para que se pueda avanzar lo más rápido posible”, cuenta Ema.

Para la reconstrucción del hall, en función de lo previsto por el presupuesto municipal 2020 a través de la Mesa de Gestión Conjunta CECOVI (UTN), se avanza con los estudios para determinar los daños estructurales y las inversiones necesarias tras el incendio. A su vez, se ingresó en el Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat de la provincia un presupuesto para las primeras obras. Vale recordar que José Corral finalizó su último mandato sin ejecutar los cinco millones adjudicados por la ordenanza Nº 12607 de 2018, que contemplaba la inversión necesaria para la obra en curso de la fachada.

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