La salud pública, bien gracias. En lo que va del año, se dispararon los casos de enfermedades prevenibles y de intoxicaciones por monóxido de carbono (que se presumen son causadas por cambios en la composición del gas natural).
Poca vacunación, pocas campañas, poca prevención, cero en políticas sanitarias para la población, oscurantismo en el discurso oficial. Los resultados del ajuste del Estado se revelan en el aumento inusitado en los casos de enfermedades prevenibles, si hay una gestión pública interesada en el asunto.
El Boletín Epidemiológico de la primera semana de julio expresa los datos con claridad, marcando lo que ya será tendencia en el resto del año. Enfermedades de fácil prevención se dispararon. La comparación de los primeros seis meses (y una semana) de 2025 respecto de la media de 2020 a 2024 (esto incluye un año de Javier Milei y todo) muestran que:
• Hubo 139 casos de tos convulsa, aumentaron el 39%
• Hubo 35 casos de sarampión, un aumento de 1650%
• Hubo 123 casos de leptospirosis, un aumento de 215%
• Hubo 80 casos de hepatitis A, un aumento de 248%
• Hubo 375 casos de hepatitis B, un aumento de 7%
• Hubo 22.665 casos de sífilis fueron, un aumento de70%
• Hubo 974 intoxicaciones por monóxido de carbono, un aumento de 77%
• Hubo 58 casos de viruela de simio, un aumento de 1833%
Con la excepción de la sífilis, todas las enfermedades reseñadas son prevenibles por medio de vacunas, muchas de ellas integran el Calendario Nacional de Vacunación. Sin embargo, la combinación entre el avance del oscurantismo –expresado en antiderechos, antivacunas, terraplanistas y libertarios– en conjunto con el ajuste –que impactó en las campañas de vacunación, que fueron de nula difusión– redunda en el aumento de las enfermedades.
Puntualmente, en el caso de las intoxicaciones por monóxido de carbono se señala a la Resolución 703 del Enargas, de octubre de 2024, que autorizó la inyección de gas proveniente de Vaca Muerta en la red. Ese gas tiene un poder calorífico superior al gas tradicional, por lo que produce mala combustión en los aparatos domésticos, que no están adaptados al nuevo flujo. En consecuencia, con la llegada del invierno y el uso de calefactores, las intoxicaciones y muertes escalaron.







