"Yo leo en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies", decía Walter cada vez que le preguntaban por su oficio. Su muerte es la partida de la sensibilidad del intelecto popular, de un tipo de radio que narraba el fútbol y la vida como pocos.
“Sentir el agua en las rodillas y empezar a caminar con el paso grotesco de un robot.
Darse cuenta que hay que salir de ahí. Pero hacia dónde ir, si el agua llega sin lógica y ahora empieza a clarear y se advierte el drama en el rostro desencajado de la gente. La calle es un río único y a contramano, un río endemoniado, y ahí pasa un 147 anfibio, corcoveando sobre el oleaje y una silla de ruedas vacía hundiéndose en el remolino y un perro cabalgando sobre una puerta placa con ojos de espanto y una bicicleta con el manubrio girando enloquecido como un tío vivo y una muñeca flotando boca arriba con los ojos de vidrio abiertos pero pestañeando y su cabellera rubia de sirena coqueta despeinándose.
Sentir el agua en la cintura, fría y oscura y empezar a tiritar de pavura.
Y ver una canoa con una viejita abrazada al gato que parece tener los pelos en llamas y el nieto, supongo yo que es el nieto, remando desesperadamente hacia cualquier lugar. Y levantar la vista y ver sobre los techos a la gente aferrada con lo negro de las uñas a la vida.
El agua impiadosa baja desde el norte con un odio humano".
El texto es un fragmento de “Parado en la ribera de asfalto”, una columna que Walter Saavedra escribió para Pausa cuando Santa Fe recordaba los primeros 10 años de la inundación de 2003.
Walter Saavedra falleció este jueves 18 de septiembre de 2025. El tipo que murió no era un simple relator deportivo, era la sensibilidad del intelecto popular que narraba la vida como pocos, y también un partido de fútbol. "Yo leo en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies", decía cada vez que le preguntaban por su oficio.
Escribir de Walter es viajar a una bohemia real -la que dicen que ya no existe-, es descubrir a un hombre de pocas palabras en una sobremesa extendida, pero con intervenciones extraordinarias, lúcidas y exquisitas, como ese Malbec con el que brindaba.
Walter fue revolución en estado puro del periodismo. Llegó en los noventa a Santa Fe para decir que “10 es más que 9”, y de ahí en adelante le dio a LT10 un lugar que nunca había tenido en la historia de la radiofonía santafesina. Aterrizó en las cabinas del Brigadier López y el 15 de Abril a pura creatividad y con un relato arrollador. Llegó y cambió todo, revolucionó al periodismo deportivo local y le hizo explotar la cabeza al oyente. Walter, a los que soñábamos con dedicarnos, nos cambió.
Lo escucho al Turco Cherep y me hace lagrimear en su triste recuerdo. "Enseñaba sin decir demasiado, compañero silencioso y exigente”, dice el Turco, y contiene las lágrimas por el amigo Walter. "Cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca devolviste una pared", escribió “el tipo de la radio” para todos los tiempos.
Lo recordaremos por sus palabras, por su inquebrantable espíritu justiciero (social), por sus relatos irrepetibles, por sus goles que quedan en nuestros corazones, por sus muletillas que hasta el día de hoy sabemos ocupar, por vomitarle palabras al sistema, desde adentro del sistema, y por quedarse afuera, como el sistema suele hacer.
Walter, el “Loco”, marplatense de barrio bajo, peronista como ese caserío que lo parió y bostero como el Riachuelo. Saavedra siempre supo adónde ir, lo expresó en sus relatos, en sus poemas, en sus espectáculos culturales y en cada una de sus actos.
El ser humano, el relator, el periodista, el que trató con tanto amor y respeto a las palabras hoy nos deja en el más doloroso silencio.
Gracias y hasta siempre “Waltergol”.




