Sin Patrón es un proyecto de entrevistas a protagonistas del mundo de las cooperativas y mutuales. Hoy conocemos a la Cooperativa Agrícola y Tambera 9 de Octubre.
El Congreso Internacional “Las cooperativas construyen un mundo mejor” tuvo lugar en la ciudad de Santa Fe en el Año Internacional de las Cooperativas, y contó con la presencia de 120 stands de cooperativas, mutuales, Agencias para el Desarrollo y universidades.
La finalidad del Congreso, organizado por la Secretaría Provincial de Cooperativas, Mutuales y Emprendedurismo, fue visibilizar el rol que ocupan las cooperativas en la promoción del progreso económico y social, y de las formas en que el Estado puede apoyar el desarrollo cooperativo.
En ese marco se gestó Sin Patrón, un proyecto periodístico de entrevistas a protagonistas del mundo de las cooperativas y mutuales llevado a cabo por Pausa. En esta ocasión dialogamos con José Luis Motto de la Cooperativa Agrícola y Tambera 9 de Octubre.
—¿Cómo nace la cooperativa y cómo llega a este 2025?
—La cooperativa nace de un grupo de productores de tambos chicos y medianos que en la década del 90, ante una situación crítica de márgenes y también de supervivencia, porque en esa época muchos tambos quedaron en el camino, se reunieron a partir de un programa que promovía la Secretaría de Agricultura de la Nación, que era Cambio Rural, con el apoyo de INTA. Ese grupo se empezó a reunir, yo era un joven ingeniero que trataba de darles una mano para que se empezaran a organizar, para realizar actividades conjuntas, que en realidad era la raíz de la cooperativa: comprar semillas en conjunto, comercializar algunos productos también en conjunto, comprar medicamentos, y se llegó luego hasta alquilar un campo entre los productores. Todo eso no tenía una forma jurídica hasta que en el 2003, 10 años después, se llegó a concretar como cooperativa. Vimos que era la mejor manera de organizarnos y de darle continuidad para que el centro no sea el capital, sino que el centro sea la respuesta a las necesidades de los asociados. Con el paso del tiempo vimos que esa fue la decisión correcta y las nuevas generaciones que van ingresando entienden también que la forma de crecer es en conjunto. Por eso digo que el capital no fue el centro, lo humano fue el centro.
—¿Qué importancia tuvo enfrentarse como cooperativa a, por ejemplo, la cuestión de la innovación tecnológica?
—En nuestro caso fue clave porque nosotros centralizamos la posibilidad de sobrevivir al aluvión que fue en los 90 la soja. En el 97 surgió la soja RR, que fue un cultivo que arrasó con muchos productores pequeños que hacían ganadería o que hacían tambo, y nosotros para poder competir con ese gran cultivo que nacía y que avanzaba ferozmente, lo que hicimos fue focalizarnos en lo que es tecnologías de proceso en aquel momento, porque tecnologías de insumo o de grandes inversiones no podíamos, entonces nos focalizamos en lo que fue tecnologías de proceso, con eso logramos una importante eficiencia. Cuando empezamos a tener mejores resultados económicos, financieros, empezamos a pensar en innovaciones tecnológicas que implicaran inversiones. Ahí es donde alquilamos un campo en conjunto para recría, compramos alguna picadora para hacernos los silos nosotros mismos, alguna fertilizadora para que el mismo grupo preste servicio, o sea, a partir de una máquina los 17 productores tuvieron acceso a la fertilización, que en ese momento era una tecnología que estaba disponible pero a la cual no podíamos acceder porque tendríamos que haber comprado una máquina cada uno. Al comprar una en forma cooperativa lo logramos. Después, a medida que fuimos avanzando, armamos un circuito de calidad de leche y de registros a través de la informática y en la cual en tiempo real hoy podemos saber cuál es la situación de cada tambo. Hemos ido evolucionando mucho, pero el centro para nosotros siempre es la respuesta a una necesidad del asociado y los criterios de sostenibilidad económica y ecológica. ¿Por qué? Porque eso es lo que nos iba a dar continuidad. Nosotros vivimos sobre el suelo, vivimos de un ambiente, en el ambiente y al ser pequeños no podemos darnos el lujo de equivocarnos tantas veces. Entonces, la sostenibilidad tanto económica como ecológica fueron creo las grandes innovaciones del punto de vista de la manera de manejarnos.
—¿Cuántos asociados tiene hoy la cooperativa?
—Son 18 tambos que están vinculados directamente, que comercializan la leche con la cooperativa, pero hay más tambos, casi 50, que están en la zona de influencia, que compran a la cooperativa insumos o que nos acercan necesidades a las cuales respondemos. Hoy estamos trabajando, por ejemplo, en un anteproyecto para crear una red de parques solares para complementar la energía eléctrica que provee la EPE porque estamos con un problema de infraestructura de caminos y a veces con restricción eléctrica. Entonces, lo que la cooperativa va a agregar es este servicio, facilitar la instalación de estos parques y después hacer una especie de administración y seguimiento y, obviamente, el financiamiento a través de la provincia.
—¿Y cómo es esa asociación de ustedes con el Estado?
—Es permanente. Incluso si ves el nacimiento, nosotros nacimos de un grupo que promovía un programa de de la Secretaría de Agricultura de la Nación que subsidió el costo del asesoramiento durante 4 años. Después avanzamos muchas veces con créditos subsidiados o con créditos en los cuales la línea tenía un fin específico y nosotros armamos el proyecto para poder responder a la necesidad y encajar en esa línea. Cuando tuvimos cuestiones que tienen que ver, por ejemplo, con saneamiento ambiental, recurrimos a INTA, a la provincia y siempre tuvimos respuesta. Lo que hacemos nosotros es la intermediación entre la necesidad del asociado y la oferta o el apoyo del Estado.
—Entonces, infiero que cuando el Estado empieza a retirarse de todas esas políticas, de esos programas, esas líneas de financiamiento, se complejiza mucho el sostenimiento de las cooperativas.
—Sin duda. Nosotros pasamos períodos en los que nos asociábamos a otras cooperativas como una alternativa de cubrir otras ofertas del Estado. El rol del Estado, cuando falta, cuando empieza a retirarse, se siente. Y yo creo que en este sentido, cuando uno analiza, en el caso nuestro, 18 tambos que emplean en promedio entre ocho y nueve personas cada tambo, muchas veces cuando el Estado está subsidiando una tasa, en realidad lo que está haciendo es consolidando fuentes de empleo, que si no estarían generando otro costo que no se retroalimentaría. Cuando apoya a una cooperativa o apoya en este caso a emprendimientos productivos o de servicios, en realidad lo que aporta vuelve. Digo esto porque muchas veces se ve como que el aporte del Estado va a un saco roto, que se perdió ¿no? Yo cuando recorro los tambos y veo familias viviendo en el campo, cuando empezas a a ver camioneros que van y vienen a ese campo, veterinarios, ves lo que significa la industria lechera, digamos, y todo lo que lo que genera de valor agregado, uno ve que lo que pueda aportar el Estado vuelve a la comunidad en su conjunto.








