En noviembre, el gobierno quebró la tradición histórica de la Argentina como referente internacional en Derechos Humanos y votó en contra de una resolución de la Asamblea General de la ONU que condena la tortura “en todo momento y lugar”. Sólo contó con la compañía del estado genocida de Israel y su papi, Estados Unidos.
Argentina votó en la ONU en contra de eliminar la tortura