Flotar

¿Qué es una playlist? Trazo una línea que une dos hechos lejanos en lugar y tiempo: Radiohead liberando su disco “In Rainbows” a los oyentes en internet en 2007 (“pay what you want”); Playlist, Diseño, Canción: taller sobre playlist conversado entre Santiago Candioti y Eme de Melissa, músicos santafesinos (octubre 2025, organizado por El Instituto, Bitar-Ramírez). Leyendo sobre ambos hechos, ramifico en otro: una serie sueca que narra el nacimiento legal de la práctica, en la plataforma de la S, de unir canciones por alguna razón y reproducirlas.

Una playlist tiene su materialidad: una canción unida a la otra. Y en el mismo moño, como atando y desatando un vudú, las razones que inmunizan y dan placer al mismo tiempo. Tal es su materialidad que, quien arma una playlist in situ, tiene una profesión y un trabajo: el de DJ. Pienso en circulación de una lista, asociada a una tecnología (a grandes rasgos), y encuentro fonógrafo, jukebox, radio charts, televisión y videos, internet, plataformas. Reproducción pública legal o ilegal. Del gesto político y económico de Radiohead, que destruyó a las disqueras y le dio cierto poder a los oyentes, al íntimo y artesanal del taller de Santiago.

Además, pienso en lo que hace sentido en una lista de reproducción. Ato y desato razones para armar una playlist. El pulso móvil del corazón que escucha y elige, tiene también una intencionalidad: temática, conmemorativa, ambiental, emocional. Hago un repaso por mi YouTube para ejemplificar lo que quiero decirles: Música para bebés (Diego Frenkel), Cumple León (cambia cada año), Lectura en voz alta, Latinoamérica, Amigas Forever, Música para escribir, Bowie amor.

Viajo en el tiempo hacia atrás. ¿Eran listas de reproducción los descartes del REC en el pasacassette? Las canciones quedaban mordidas. Cuando me hartaba de escucharlas pisadas por la voz de la locutora o con el ruido del input de la tecla, las grababa arriba. Ahí nacía una maravilla, una aleación de dos canciones fusionadas, una deformidad con vida propia que duraba los segundos en que el dedo apretaba y aparecían el final de una sobre el inicio de otra. ¡Hermoso! Ese destiempo del dedo, un error en la compilación. Dos de ese viaje: Let´s dance de Bowie y Maniac Mondays de las Bangles.

Viajo en el tiempo hacia adelante. ¿Era una playlist la que usaba para hacer gimnasia en mi casa en los ´90? La radio se había roto y ponía vinilos en el tocadiscos: power metal y rap en inglés. El cuerpo me guardó tres canciones en la memoria repetitiva de piernas, brazos y abdominales: Be Agressive (Faith no More), You could be mine (Guns & Roses), Bring the noise (Anthrax y Public Enemy).

Viajo, mucho más atrás. La casa de mis amigas, primaria y secundaria: Parchís, María Elena Walsh, Canciones del jardín, Mercedes, Violeta, Horacio, The Police, Genesis, U2, Soda Stereo, Luis Miguel. Reproducíamos discos enteros, sin apuro, recostadas o sentadas, charlando o jugando. La escucha se alargaba. Duraba en el tiempo lo que duraban los discos.

Presente de la narración. Playlist: atar y desatar canciones para que quieran estar juntas ahí, ondeando en la fiesta del oído y del cuerpo. ¿Quisieron estar o elegimos? ¿Permanecen o es una ilusión, la misma de la escritura, la de algo fijo? Pincho esta pregunta adentro del primer párrafo de esta columna y aparecen dos canciones para unir dos tiempos y espacios en uno solo.

 

 

 

 

 

 

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