ANUARIO 2025 | Santa Fe no escapó a la bajísima participación electoral que fue la norma en todo el país. El ausentismo dejó de ser un dato coyuntural para transformarse en un síntoma estructural de una democracia que parece convocar cada vez a menos personas.
Ni en las PASO provinciales, donde elegimos Convencionales Constituyentes. Ni en las generales, también para renovar autoridades en toda la provincia. Ni siquiera en las nacionales, que terminaron definiendo la nueva composición del Congreso. La baja participación electoral se consolidó en Santa Fe como uno de los rasgos más persistentes y preocupantes del escenario político reciente.
¿Cuánto responde a un “humor social” y cuánto a un hábito que puede estar muriendo? Es difícil saber. El ausentismo dejó de ser un dato coyuntural para transformarse en un síntoma estructural de una democracia que parece convocar cada vez a menos personas.
En los últimos comicios, la provincia registró niveles de participación históricamente bajos, incluso en instancias decisivas como las PASO y las generales. El fenómeno no distingue entre categorías ni colores partidarios: se repite en elecciones ejecutivas y legislativas, locales y nacionales. La pregunta ya no es quién gana, sino cuántos deciden no estar.
Lo peor es que lejos de generar alarma, el dato parece haberse naturalizado. El ausentismo no ocupa el centro del debate público ni aparece como una urgencia para la dirigencia política. Por el contrario, muchas lecturas tienden a minimizarlo o a interpretarlo de manera funcional: una victoria se celebra aun cuando fue definida por una porción cada vez más reducida del padrón.
A priori, las causas parecen ser múltiples y acumulativas. En un contexto de creciente desconfianza en la política, fragmentación social y crisis económica persistente es casi lógico que cierta porción de la sociedad interprete que votar es, al menos, innecesario. A eso se suma una oferta electoral que, en muchos casos, no logra interpelar ni generar expectativas reales de cambio.
En números, a veces, las cosas se entienden más: en Santa Fe, en las elecciones para elegir convencionales constituyentes en 2025, la participación fue apenas del 55,37% del padrón habilitado, lo que significa que casi 1,3 millones de santafesinos no acudieron a votar de los más de 2,8 millones habilitados. A nivel nacional, la participación en los comicios legislativos de octubre también fue baja, con un 63,38% de asistencia en la provincia, varios puntos por debajo de comicios anteriores y en línea con una caída generalizada de afiliación al acto de votar.
El ausentismo no es neutral. Impacta directamente en la legitimidad de los gobiernos electos y redefine la relación entre representación y ciudadanía. Gobernar con el respaldo de una minoría del padrón habilita decisiones formales, pero debilita el contrato democrático.
Lo decíamos en ese entonces, lo repetimos ahora: a diferencia del "voto bronca" del 2001 —cuando el malestar se expresó con altos niveles de voto en blanco y nulo—, en 2025 la forma predominante de expresión fue la abstención.










