Adiantum y flamencos
Para Laura, de pelo cortito y corazón extenso
Me levanto tarde y preparo el café. No me importa la hora, a nadie le importa qué...
El contemplado
“En esta terraza mediocremente confortable, bebemos cerveza y contemplamos el mar. Sabemos que nada nos ocurrirá”. C. D. de Andrade
Así le dice Salinas al...
Taj Mahal
Otro yo mismo, por Mari Hechim
Voy a entrar a palacio y voy a pedir que venga el arquitecto
del reino. Le voy a decir: haga...
Esperanza
Y como escribir es, en cierto modo, entablar una conversación con los lectores, y siendo que escribir cada dos semanas un texto que para...
El peso del mundo
Terminó de poner la última caja en la pila y se detuvo. Se quedó un momento quieto. Cada vez que terminaba una jornada, necesitaba...
Melville
Otro yo mismo, por Mari Hechim
Se detiene y se mira la punta de las botas. Están húmedas,
hundidas en el césped con rocío. Finge que...
Día de elecciones
“…¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se...
El nombre del hijo
Desde el Dios padre para acá, hay muchos padres en la literatura que, en un ejercicio libre y azaroso, recuerdo aquí para este escrito....
Entre Marilyn y Lisbeth
¿Qué diferencia hay entre la imagen de Marilyn Monroe atajando el vuelo de su vestido blanco de las brisas del subte, y la de...
Miel y llamaradas
¿Qué hizo que mi hermana Edith, la más dulce, la más mansa de entre todas, se transformara en pocos segundos en un ogro lleno...