Bichos

Soy adicta a los patios. Me declaro biofílica. Necesito ver la vida flasheándola a mi alrededor.

En mi casa de Chacabuco, que tenía un patio que sigo sintiendo mío, gigante y salvaje, había no sólo mucha flora, sino también mucha fauna. Alacranes, ratones, pájaros por decenas, mariposas, bichos bolita, cascarudos torito, ciempiés, lombrices, gusanos, gatas peludas; también gatos y mi perro.

Los alacranes eran un asco. Entraban a la casa. Un verano conté 60. De noche a veces los escuchaba, y cuando no lo hacía, creía escucharlos. Una vez me picó a uno, y a mi perro también.

Después estaban los ratones. Ellos no entraban a la casa, se paseaban por los travesaños de la galería y vivían en el techo, en un hueco entre el cielorraso y el tejado. Mis amigos me decían que estaba loca, que los ratones traen enfermedades, pero yo los veía tan lindos, y pensaba “criaturitas de dios”, que daba mil vueltas hasta enfrentar su matanza. Entonces iba a la ferretería y compraba un granulado fosforescente que los ratones comían y eso los disecaba. Sus cadáveres no echaban olor a podrido sino que se convertían en momias.

El otro día me visitó un ratón acá, en mi nueva casa. Yo estaba de noche mirando una película y vi pasar una sombra por el tapial. Me pareció que era muy chica para ser un gato, así que salí a ver. Acurrucado contra un rincón, sobre el muro, estaba el ratoncito.Se quedó con los ojos titilantes y el hocico olftateándome a la distancia, curioso. Nos miramos un rato, fijamente. Todos los encuentros con animales son encuentros cercanos del tercer tipo.

Tengo un amigo que es incapaz de matar las cucarachas. Ellas invaden su cocina, pero él en vez de aplastarlas, las barre para afuera.  

Recuerdo también un encuentro furtivo con unos venaditos de la pampa, en los Esteros del Iberá. O la vez que pude ver y escuchar las ballenas.

Ayer nomás un hornero se metió en mi casa. Tuve que abrir de par en par todas las puertas y ventanas para que el pajarito encontrara la salida.

Hace un tiempo leí esto, y me gustó mucho: “Necesitamos un concepto distinto, más sabio y quizá místico de los animales (…) Nos sentimos superiores a ellos, y ahí está nuestro gravísimo error (...) En un mundo más antiguo y más completo que el nuestro se movían acabados y enteros, dotados con sentidos que nosotros jamás hemos perdido ni logrado, y viven escuchando voces que nosotros nunca oiremos”. (Henry Beston, The Outermosthouse, 1926).

 

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