I- La cancha estaba a pleno. El césped; impecable, brillante y acolchado. La gente estaba eufórica, ansiosa, incontenible, como un gran cuerpo eléctrico que acumula energía y espera su descarga.

El día era perfecto, todo soleado y fresco. El cielo estaba limpio, el humo de los choris y de los fuegos se apreciaba nítido en su danza vaporea. La hinchada entraba intrépida como un trueno incansable de tambores y gritos. Las bombas se acoplaban como un deseo explosivo. Las banderas y el viento se buscaban.

El juego era parejo, más bien cerrado y áspero. En cada movimiento había miedo o desesperación o coraje.

El tiempo era un verdugo que latía lejos, inevitable. El aire estaba espeso y el azar era dios.  La pelota entró tímida, despiadada y certera. ¡La última pelota! La red tembló su furia, su suspiro del mal. Vacío. Ya todo era espantoso, fatal, definitivo.

La casa estaba fría, silenciosa y ajena. La viga estaba firme, a pesar de los años, buena madera. La soga era nueva, resistente y blanca. El nudo fue prolijo, técnico y corredizo. Los pies se sacudieron pero solo un poco, después ya no.

 

II-  Cuando entraron, la soga y la viga daban sus últimos chirridos.

—De última, si te sentís importante, pensá que tuviste mala suerte, qué se yo –murmuraba el Tuca, sierra en mano, trepando la escalera.

El Chiqui y el Flaco agarraban una pierna cada uno y miraban para todos lados, mientras esperaban el peso muerto en los hombros. Lo vieron por la ventana y se mandaron. Primero buscaron el ropero, llevaban puesto lo que habían alcanzado a manotear desde un tapial: El Tuca un pijama, el Chiqui una toalla, el Flaco una gorra de fútbol. Segundo, lo sentaron en una silla hasta que fue bien tarde. Tercero, lo dejaron como lo habían encontrado pero en el árbol de la puerta. “Home, sweet home”, dijo El Chiqui después de cerrar con llave.

 

III-  La calle estaba oscura; las veredas, mugrientas. Ni un alma se movía, la noche era una angustia de frío y de peligro. A los de la basura les dio lástima y lo alzaron. Cargaron también la rama todavía con la soga resistente y blanca. En la cabina del camión una radio pasaba comentarios grabados del partido. El tipo que manejaba pensaba en otra cosa.

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