Hay que animarse a mirar el pasado

Por Víctor Hugo Morales

Resumen de la versión taquigráfica de su exposición ante las comisiones de Comunicaciones e Informática, de Presupuesto y Hacienda y de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados de la Nación, en el marco de las audiencias públicas desarrolladas entre el 8 y el 11 de septiembre.

Muchas gracias por esta oportunidad. Estuve leyendo todos estos días esta iniciativa. Mi primera sorpresa es pensar que esto, que en manos de un alumno del secundario sería fácil de estudiar en dos o tres días de trabajo intensivo, dé tanto trabajo a quienes piensan que no se puede tratar durante este año la ley de radiodifusión, con el argumento de que no se puede resolver en cinco minutos una historia de tantos años. Precisamente es una historia de muchos años.

Hemos leído otros proyectos, que tenían cosas muy buenas, pero casi ninguno de ellos –creo que ninguno– se animaba a mirar el pasado, ese pasado reciente, en el cual se formaron grupos hegemónicos que han hecho un inmenso daño a lo que llamamos la libertad de prensa.

De alguna manera, como periodista, esto me trae indignación. Estuve aquí, en otro recinto pero en la misma circunstancia, cuando se trataba de televisar el fútbol de las selecciones argentinas por la televisión abierta, y asistí a la demostración de enorme poder del grupo multimediático Clarín sobre todas las instituciones periodísticas que venían a representarnos.

Me acuerdo del bochorno que me provocó –y me vuelve a provocar– ARPA [Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas], que viene a ser la asociación que nuclea a los hombres de radio defendiendo intereses que están absolutamente por afuera de los intereses de los hombres de radio, que somos víctimas, con compañeros con los que nos cruzamos diariamente en los pasillos para preguntarles si ya les ofrecieron el retiro voluntario o si los van a echar. Las radios están empobrecidas, tienen enormes dificultades, por pautas publicitarias que son digitadas, y esto no solamente es para las radios sino para otros medios.

Por aquí han pasado Adepa [Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas], ATA [Asociación de Teleradiodifusoras Argentinas] y no sé cuántas instituciones más, y para mí, con todo respeto, bien mandados por el poder que ejerce sobre ellos el grupo más cuestionado cuando se trata de hablar de esta ley. […] Les importa el poder que acumulan y el poder que destruyen, es decir, las posibilidades económicas que destruyen en los demás.

Estuve aquí observando de cerca, entonces, cuando luchaban a brazo partido por no dar el fútbol de la selección por la televisión abierta, porque son muy egoístas, porque la avaricia es lo que los ha perdido frente a la opinión pública, porque van a todos los negocios, porque no se detienen absolutamente frente a nada.

[…] Conozco muy bien a quienes usan la libertad de prensa para lanzarse a todos los negocios. Los conozco del fútbol, los conozco por el robo que durante quince años hicieron del fútbol, una estafa... que no solamente iba contra el fútbol, sino que era otra estafa que tenía que ver con millones de personas que quedaban afuera de la posibilidad de ver el fútbol; por supuesto, la gente más modesta. Era una doble estafa. Yo veía solamente la que cometían contra el fútbol; ahora comienzo a ver, cuando se leen los ratings de televisión, la estafa que se cometía contra millones de personas que no tenían la posibilidad de ver lo que más aman, el fútbol. Era el único divertimento al que pueden aspirar millones de personas. Yo puedo ir al cine, al teatro, a donde quiera, por ahora, y gracias a Dios; pero hay millones de personas que también tienen el mismo espíritu festivo que yo y no pueden ir a ningún lado; pero, por lo menos, pueden quedarse en sus casas, a ver a Independiente, a Racing, a ver a su equipo favorito.

El fútbol les permitió comprar radios para ir destruyendo, poco a poco, los mensajes de los comunicadores que estaban enfrentados con el negociado que hacían durante quince años con el fútbol. Les permitió comprar radios que financiaban con las ganancias espurias que les daba el fútbol por televisión. Radios que perdían dinero a raudales, pero no importaba porque lo que querían generar era transmisiones y transmisiones para poder hacer flaquear a los otros, a los que no podíamos manejarnos de la misma manera porque no teníamos dinero, salvo el que vendemos a través de la publicidad.

Y se lanzaron a todo tipo de negocios parecidos a los del fútbol. ¿Quién no conoce el negocio de las AFJP? Claro, es muy difícil hablar. Todos los periodistas en conjunto –y bien hacemos– seguimos los rastros de cualquier elemento de corrupción que aparezca en los gobiernos. En éste y en los del pasado. Pero los rasgos de corrupción que aparecen en las empresas privadas, a veces, los perdemos de vista porque hay una gran complicidad.

En determinado momento, con el contratito del fútbol, que eran cinco papeles que nunca vio ningún dirigente –y que después estaban apurados por mostrárselos –les decían: “Vengan que les queremos mostrar el contrato”–, fundaron cadenas de televisión por cable en todo el país y, sobre todo, dijeron “tenemos un negocio tan bueno que lo vamos a poner a cotizar en la bolsa”. Por supuesto que con el conglomerado de otros negocios. Se trata de 264 empresas, ni más ni menos, de eso estamos hablando. Con ese papelito del fútbol, con ese contrato –por cierto, mal habido, sin licitación, sin nada– se lanzaron al negocio de las acciones de la bolsa. ¿Quiénes compraron una buena parte? Unos 400 millones, casi, las AFJP: con el dinero a los jubilados, acciones de más de 20 pesos, casi 30, que hoy día deben valer 6 o 7 pesos. Se trata de una diferencia de un dinero de los jubilados que se tragaban las diez AFJP, porque no quedó ninguna afuera, y el conglomerado periodístico en cuestión.

[El proyecto] le da tanto trabajo a algunos diputados que no pueden antes de diciembre estudiarlo, porque lo que quieren es que pase la oportunidad. Estamos frente a la posibilidad maravillosa de que esto se convierta en ley. Seguramente esto es perfectible. [...] Se habla del control parlamentario que podría llegar a tenerse a través de esta ley por parte del Poder Ejecutivo. Los gobiernos cambian, al gobierno lo podemos cambiar, siempre los podemos cambiar cuando no nos gustan, pero lo que no se puede cambiar son esos poderes que desconocemos, que la gente prácticamente no sabe que existen, que están por encima, efectivamente, de los poderes de los partidos políticos y de los gobiernos. Bien que lo saben.

El Comfer es inmensamente más poderoso que cualquier órgano que, por otra parte, va a tener el control parlamentario que se pueda instituir con esta ley.

El Comfer puede, por ejemplo, decir “no va más Cablevisión y Multicanal” y lo hace sobre algo que firmó un ex presidente muy poderoso de la República. Fíjense ustedes lo que se puede hacer. Es tan perverso el organismo del Comfer, creado por los militares, que no existe nada más importante que quitárselo de encima; nada puede ser peor que el Comfer si ejecuta todo lo que puede ejecutar desde el poder que tiene, y responde sólo al Poder Ejecutivo. La integración del Comfer es: un miembro de la Fuerza Aérea, un miembro del Ejército y un miembro de la Marina. Esa es la conformación natural. Ahora el Comfer es un organismo dependiente estrictamente del Poder Ejecutivo, a través del cual el Poder Ejecutivo podría hacer lo que quisiese.

Pues este gobierno se lo quita de encima y da la posibilidad de que haya un organismo donde haya control y discusión parlamentaria. A mí me parece absolutamente saludable. Si lo pueden mejorar y que sea solamente parlamentario, todavía mejor, para sacarle –si es posible– lo que corresponda al Poder Ejecutivo.

Finalmente, uno se da cuenta de a qué se oponen los diputados que se oponen, para quiénes están trabajando, al servicio de quién están en estos momentos.

[…] He comprado una revista de humor, y cierro con esto, señores. […] Esta revista de humor dice lo siguiente: “La prensa libre ante el desafío de la mordaza política. ¿Por qué el periodismo independiente debe defender su derecho inalienable a voltear gobiernos, impulsar lobbies empresariales, operar, crear imperios monopólicos y apropiarse de hijos de desaparecidos?”. Lo que les quiero pedir a los señores diputados es que esto, que es una broma, no sea parte de nuestra realidad a partir del 10 de diciembre.

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