Las palabras de 2010: BICENTENARIO

200 años
Los masivos festejos del 25 de Mayo fueron el epicentro de una hasta ahora extendida y eficaz construcción de un relato histórico
Por Juan Pascual
Prácticamente no hay registro de una caminata de algún integrante de la oposición durante los festejos del Bicentenario, aunque la ocasión se prestaba desde el comienzo. Quizá exista, haya pasado, pero no cobró mayor presencia pública. Si así hubiera sido, se le hubiera impreso otro tono al hecho. En los desfiles de las provincias, en el día de los desfiles de soldados alegóricos. Una tarde, una pasadita. Apropiarse de un lugar para realizar una acción política de cualquier tipo: plantear la cuestión federal, indicar que no hubo diálogo para armar la fiesta, clasifican. Caminar y saludar, andar entre el público, antes que nada, clasifica.
Un sector apeló a unirse a esa suerte de contrafestejo –la reapertura del Teatro Colón– donde los principales actores fueron figuras de los medios. Ricardo Fort forma parte del Bicentenario por esa alfombra roja narrada por Catalina Dlugi. El teatro, la fiesta accesible por pantalla y los varios actores de la oposición allí. El maravilloso mapping 3D en el frente del teatro –el mayor en el mundo hasta ahora– completó el breve momento, junto al faltazo de la presidenta a la gala, que se justificó (aprovechando el desliz, en verdad) en algunas declaraciones inoportunas del macrismo sobre Kirchner.
El contrapunto es tan obvio que aburre plantearlo. Es demasiado rápido asumir que toda la operación política de la oposición pasó por esa noche del 24.
Varios millones de personas pasaron por la 9 de Julio. Un público que excedía cualquier pertenencia partidaria, social, étnica. ¿A qué se debió la defección de la oposición? ¿Por qué una gran parte de los políticos del Bicentenario no acompañó con más empeño la movilización más masiva de la historia argentina, la cual encima era celebratoria? ¿Cómo no se abrieron a compartir la expresión común de una alegría? ¿Por qué se perdieron esa oportunidad?
Hay algo de extraño en la voluntad política e histórica cuando se entrega la posibilidad completa no ya de armar el acontecimiento, sino siquiera hasta de interpretarlo o apropiarlo. ¿Habrá sido un error de cálculo del momento? Se venía de la danza veraniega de las reservas, del reparto de las comisiones en diputados, del triunfo en 2009 ¿Se habrá pensado imposible el éxito popular de los eventos, en tanto organizados por un gobierno en declinación? ¿Se habrá minusvalorado la capacidad del oficialismo para producir símbolos?
Al Centenario todavía se le debe, al menos en parte, las fotos mentales con las que muchas personas construyen su añoranza mítica por la Argentina agraria. Se le debe también el Martín Fierro, canonizado por Leopoldo Lugones superstar en el Teatro Odeón para toda la dirigencia de la época. Las historias de las visitas ilustres, los carruajes, las veladas de baile. El caldo del yrigoyenismo estaba cociéndose mientras la generación dorada del conservadurismo se solazaba. Las libertades políticas para nada eran las mismas que ahora: los rechazos anarcosocialistas se expresaban a bombazo limpio y la fiesta se realizó con un pleno Estado de Sitio.
En los días previos al desfile de Fuerzabruta se veía cada vez más que el espacio estaba siendo completamente cubierto por la vasta construcción simbólica del oficialismo, que culminaría con un desfile que mojonaba con un ajuste preciso diferentes hitos de los dos siglos y con un himno cantado por 3 millones de personas. Hasta el partido Argentina-Canadá, también el 24, hubo luz para la presencia opositora.
La estrategia, sobre todo más luego, se desplazó hacia cuestionar lo que cierta crítica académica desdeña en lo que llaman la versión Felipe Pigna de la historia. Hallan un caricaturización; quizá sea cierto, quizá no, la cuestión es cómo esa estrategia lleva el conflicto más al paper académico o la invectiva del periodismo editorial antes que a la construcción de memoria colectiva.
Con todo, cuesta encontrar un relato que haya armado linajes y raíces para el presente de un movimiento político con tanta efectividad como la explicitada en los festejos. Punto por punto se armó el espectáculo cultural (popular, de masas… qué debate terminológico estéril: fue ambas cosas y otras más a la vez) donde se imprimieron cada uno de los nodos de la historia con los que el kirchnerismo construye sus filiaciones. El festejo de la batalla de la Vuelta de Obligado es la última incorporación, el rescate de los bombardeos del ‘55 acaso la primera acción que marcó las técnicas de la operatoria. El aspecto distintivo del Bicentenario, donde se llevó el mecanismo al extremo, no sólo fue la efectividad de las síntesis e imágenes de la puesta en escena, sino cómo era transparente que políticamente se estaba aprovechando la oportunidad de relatar la historia.
Era explícito cómo allí se estaba construyendo y exponiendo un relato más o menos kirchnerista de la historia, guste o no. Esa evidencia, sin embargo, no se levantaba sobre una historia contada como una máquina de sucesiones naturales carentes de conflicto. Al contrario, se exhibieron conflictos y se tomaron posiciones con las carrozas: la Constitución ardiendo, la ronda de las madres, la fiesta democrática, la patria financiera y, además, el Siam Di Tella. Pero también allí estuvo el primer día dedicado al rock, el desfile de comunidades originarias, el himno cantado en el Valle de la Luna o la apertura del Salón en que se reconoce a los otros líderes históricos de Latinoamérica. Se hizo todo a la vista, porque así se planteó el efecto en el presente: el establecimiento a través del relato de los compromisos y las deudas. Los primeros quizás se puedan romper, las segundas a veces no son honradas. Sin embargo, su exhibición obliga y desafía a la oposición, a la contraparte, que queda expuesta a construir un relato de los compromisos y las deudas de igual envergadura.
Publicado en Pausa #69, disponible en los kioscos de SF

2 Comentarios

  1. LO MEJOR DE CRISTINA 2010 - LA LEY DE MEDIOS Ultimamente "el gran diario argentino" también ha perdido credibilidad. Con una simple anécdota lo van a comprender. Resulta que un canillita pretende cobrarle $ 10 por el diario a una señora. Es ... ... ... ... ...ta se queja, reprochándole:
    - "¿Cómo $ 10 si e ...n la tapa dice que vale $ 5?".
    - "¡Vamos, señora! ¿Usted todavía cree lo que publican estos tránsfugas?".
    Por otra parte, esta gente se la pasa tirando pálidas. La última fue que al enterarse de que se batieron todos los records en venta de O kms, ellos agregaron: "... pero hay escasez de nafta" o cuando aumenta el consumo en hipermercados o shopings, agregan: "... pero faltan billetes de $ 100".
    A veces en los noticiosos de su cadena televisiba repiten tanto las malas noticias que yo, en mi ingenuidad de un niño de 10 años, llegué a plantearme si, en el fondo, no lo hacen con una buena intención: como sería que se modifique el resultado para bien. Si se los grafico con un chiste de gallegos van a comprender mejor a lo que me refiero:
    Pepe y Manolo están en el cine. Pepe le dice a Manolo:
    - "Te apuesto a que la chica se arroja por la ventana"
    - "¡A qué no!".
    Finalmente, la joven se arroja al vacío desde un décimo piso. Pepe le confiesa a Manolo:
    - "Voy a ser franco contigo. Ya lo sabía porque ayer vi la película ..."
    - !Coño, yo también! ¡Pero nunca pensé que la chica se iba a tirar dos veces!"
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