Clásicos, la salsa del fútbol


En el día de la final Manchester-Barcelona, un repaso por las contiendas que desatan las alegrías y las tristezas de las multitudes.

Por Gastón Chansard
El barrio, la ciudad, la provincia o el país, cualquiera de esas jurisdicciones pueden ser viables para dividir pasiones. La rivalidad de un Boca-River separa a un país, Talleres-Belgrano a una provincia, Colón-Unión a una ciudad y Excursionistas-Defensores de Belgrano a un barrio. Hablamos de clásicos, que es equivalente a decir la “salsa del fútbol”, ya que el juego que supieron traer los británicos a estas tierras no sería tan pasional si no existiera el “otro”, el vecino, el innombrable.Con el último Boca 2-River 0 aún flotando en el aire, Santa Fe está expectante al tramo final de Unión en el Nacional B. Quizá por eso este sea el momento apropiado para bosquejar algunas líneas sobre un tema que despierta tanto amor como violencia en la sociedad argentina: los clásicos.La riquísima historia futbolera cuenta que el clásico más viejo del mundo se viene jugando desde mayo de 1888 en Escocia, entre los protestantes del Rangers y los católicos del Celtic. Si hay temas polémicos en una sobremesa, esos son el fútbol, la religión y la política. Pues en una de las islas británicas esas cuestiones se unen en cada choque -en el sentido más literal de la palabra- entre las dos pasiones escocesas. Para reflejar el grado de enfrentamiento en todos los aspectos, hasta el año 1989 el Rangers fichaba solamente a jugadores protestantes.En esta recorrida histórica, dejamos el continente europeo y nos ubicamos en nuestro país para llegar al primer clásico del fútbol argentino. Como no podía ser de otra manera, a orillas del Río de La Plata, en la barranca quilmeña, Quilmes Atlethic Club, con todos jugadores ingleses, se enfrentó un 25 de mayo de 1906 ante el que sería el rival de toda la vida, Argentino de Quilmes, el adversario que nació de la discriminación del Cervecero: con su actitud de no dejar ingresar jugadores criollos, los del Mate se agruparon y crearon un elenco íntegramente argentino. Aquel día, cuando la patria festejaba su cumpleaños 96, el cuadro con representantes británicos festejó el primer clásico de la historia en la Argentina con un claro 3 a 1. Las profundas diferencias sociales, culturales y políticas entre ambas instituciones marcaron los comienzos del clásico de la ciudad de Quilmes, que no se juega desde 1981.
El superSegún los datos que manejan diferentes consultoras privadas y la Secretaría de Medios de Comunicación de la Nación, los dos equipos que disputan el clásico más importante de nuestro país representan a algo más del 70% de la población. El organismo estatal establece un 41,5% de hinchas de Boca y un 31,8 %de River. La popularidad de los clubes con más hinchas de la Argentina y la cantidad de títulos logrados entre ambos justifican ampliamente el calificativo de “superclásico”.Aunque la historia cuenta que ambos nacieron en el mismo barrio, La Boca, y que luego River se mudó a Nuñez, la diferencia entre sus seguidores se reflejó de manera muy marcada entre las clases sociales: los sectores más humildes se inclinaron por los Xeneizes y los más acomodados por los Millonarios. Lo cierto es que con el correr del tiempo esa diferencia no fue tan importante y hoy hay hinchas de ambos clubes tanto en las villas como en los barrios cerrados.La primera vez que se vieron las caras fue el 24 de agosto de 1913, en la cancha de Racing, cuando River ganó 2 a 1. Y a nivel títulos, el mayor contraste aparece en los logros nacionales e internacionales. De los últimos, Boca posee 18 trofeos y su rival eterno 5; mientras que en el plano local, los de Nuñez ganaron 33 títulos y los de La Ribera 23. El historial en torneos locales marca una paternidad del equipo azul y oro, con 69 logros sobre 62. En total jugaron en 188 oportunidades.Luego del Boca-River, en cuestiones de cantidad de hinchas se ubica el clásico de Avellaneda, ya que entre ambos cuadros suman el 10% de la población nacional: un 6% de Independiente y un 4% de Racing. También los bonaerenses están segundos en títulos nacionales e internacionales, sobre todo por la importante suma de títulos que le aportó el Rojo al fútbol argentino. Pero en algo están primeros, y es en el vecindario. No hay clásicos rivales que tengan las canchas más cercanas en la Argentina, ya que sólo tres cuadras separan a las dos grandes pasiones de Avellaneda y desde lo más alto de un estadio se puede observar el del otro.
RótulosLos datos y las historias de cada uno de los clásicos los hacen a cada uno de ellos únicos e irrepetibles (también rápidamente olvidables), y en esas historias surgen datos para la estadística y para la sensación del pueblo futbolero. Esa sensación popular revela cuestiones que no admiten discusiones trasnochadas en mesas de bares. Por ejemplo, que el clásico de La Plata es el más desparejo de la Argentina. Estudiantes se cansa de ganarle a Gimnasia, sobre la hora, con una goleada de 7 a 0 o como sea; además el Pincha ganó torneos locales y copas internacionales y el Lobo nada: afirmaciones como esas son habituales cuando en cualquier punto del país se habla del clásico platense. Sin embargo, en las anécdotas históricas el más importante dato de color es en favor de los Triperos. El 5 de abril de 1992 quedará en la historia como el día que la hinchada de Gimnasia hizo temblar La Plata. Con un golazo del uruguayo Perdomo, el Lobo ganó el clásico en la cancha de su eterno rival 1 a 0 y las vibraciones producidas por el festejo tripero registraron un movimiento sísmico de más de seis grados en la escala Richter, medido por el Departamento de Sismología e Información Meteorológica del Observatorio de La Plata.En estas sensaciones del pueblo futbolero también surgen afirmaciones tales como que “el clásico de Rosario es el más pasional y antagónico de todos”. Aunque no existe el medidor de pasión, de estas aseveraciones futboleras surgen las mil y una historias que tejieron a lo largo de los años los hinchas, dirigentes, directores técnicos y hasta los propios jugadores que no eran de la ciudad, pero se identificaron rápidamente con los colores. El grado de odio mutuo es tan alto que a lo largo de la historia sólo 15 jugadores vistieron las camisetas de ambos clubes y desde hace 27 años no se produce un hecho de ese tipo: el último fue Juan Carlos Delménico, que jugó para Newell’s entre 1971 y 1973 y luego para Central en 1984. El grado de pasión y antagonismo lleva a los rosarinos a recordar y celebrar todo, desde la famosa palomita de Aldo Pedro Poy (1971) hasta el día que los suplentes de leprosos le ganaron a los titulares canallas (1992).


La Avenida y el Centenario

El Boca-River se ganó el mote de superclásico, el de La Plata es el clásico más desparejo, el de Rosario el más pasional y el de nuestra ciudad es, sin lugar a dudas, el de la paridad. Colón y Unión se enfrentaron por torneos de la AFA en 80 oportunidades, de las cuales el Sabalero se impuso en 26, el Tate en 25 y empataron las 29 restantes. Con respecto a quién es más grande en Santa Fe, eso va de la mano de los logros deportivos y la mayor cantidad de hinchas, y hasta en eso la distancia es leve entre uno y otro. Los rojiblancos recordarán por siempre el ascenso de 1989 y los rojinegros retrucarán que jugaron torneos internacionales, el “4 a 0 y se fueron” y que son la mitad más uno en la zona (en todas las encuestas que se hicieron sobre el tema Colón pasa el 60%). Por ahora el Sabalero goza de estar en una categoría superior al de su eterno rival y de su coqueto estadio para jugar la Copa América, mientras que el Tate espera ansioso el ascenso que le permita volver a jugar entre los grandes.

La lista de clásicos en nuestro país es enorme y probablemente se los podría catalogar con algún título por características especiales, pero para eso habría que escribir un libro y no una simple nota. Seguramente en ese libro se podría hablar de San Lorenzo-Huracán, el más bohemio, tanguero y porteño de todos; de Gimnasia y Esgrima-Juventud Antoniana, allá en Jujuy y Salta; de San Martín-Atlético Tucumán y otros tantos más pequeños en números de simpatizantes, pero no por eso menos pasionales, como el viejo clásico capitalino que se reeditará en la próxima temporada de la B Nacional, entre el recién ascendido Atlanta y el temible Chacarita.¡Salud por nuestro fútbol y por nuestros clásicos! Pero este brindis va con un deseo: que sean con hinchas locales y visitantes en todas las canchas.
Publicado en Pausa #75, a la venta en los kioscos de SF

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