Cartas que vienen, mates que van

Queres un mate? Diálogos e-pistorales, letras entre el papel y la pantalla.


Por Juan Almará

Cartas, mates y comunicación digital. Viejas tradiciones y nuevas tecnologías. Leonardo Pez y Julia Ruiz publicaron Querés un mate? Diálogos e-pistolares por Ediciones UNL. El libro, que se inscribe en la colección Itinerarios, se plantea como un intercambio postal electrónico entre los dos autores (el Juglar y la Potota, según los apodos que toman). En un estado de constante búsqueda, crean su propio espacio literario, desafiando géneros y formatos. Para adentrarnos en la propuesta, declarada de Interés por el Concejo Municipal de la ciudad y de Interés Cultural por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, charlamos con Leonardo.

El origen
—¿Cómo nace la idea de realizar un libro de estas características?
—En realidad, el libro no fue la idea inicial. Todo surgió de un intercambio que data del 2007. Con Julia compartíamos un encuentro literario coordinado por el escritor Alfredo Di Bernardo. Buscábamos algo nuevo para no agotarnos: ese fue nuestro leit motiv. Así apareció el feedback epistolar. El mate estaba ahí, dando vueltas. Era eso de “escribo, te paso el mate, vos respondés y me lo devolvés”. En el 2009 nos aprueban un proyecto CreAr de la UNL. A partir de ahí nos vemos obligados a pensar en el formato libro y seguimos intercambiando, pero con un ritmo más acelerado. Una de las cuestiones que apareció fue el nombre. Y pensábamos que el mate tenía que estar, porque es algo muy presente, por lo menos en las primeras cartas. Y también se manifiesta en el espíritu del libro, porque es algo bien argentino. A su vez, hubo procesos en la manera de construir el producto final. En el medio nosotros fuimos cambiando. Porque uno se va animando y suma lecturas y experiencias.


El canal
—¿Por qué eligieron el correo electrónico como medio?
—Fue por la practicidad. Cuando funcionaba el encuentro literario nos veíamos, pero no de manera muy seguida. El mail, en aquel momento, era el lugar de intercambio más claro. Nos facilitaba el ida y vuelta y nos permitía pensar que lo epistolar se puede reinventar y resignificar a través de las nuevas tecnologías. La magia de recibir una carta no es la misma que la de recibir un mail. Pero en este caso optamos por el correo electrónico por esa mezcla de facilidad y de ser jóvenes de fines del siglo XX y comienzos del XXI. Y te soy sincero: no sé qué hubiera pasado si empezábamos a escribirlo en 2010 o 2011, con Facebook ya instalado. Hay una idea según la cual el uso de nuevas tecnologías genera distracción o favorece determinadas conductas. Pienso que eso depende de cómo uno las utilice. Lo que está bueno es hacer algo distinto al fin que se les da normalmente. Veo algunos facebooks o blogs que se dedican a la literatura. Tal vez esa etapa de exposición que significaba leerle a alguien un texto, ahora se quema subiéndolo a las redes sociales. Y me parece genial. Si arrancábamos hoy no sé de qué medio nos habríamos valido, pero en su momento fue el mail. Aunque aclaro que hubo una epístola que fue entregada en mano. Una sola, la excepción, la oveja negra.

El tiempo
—¿Se plantearon de antemano un determinado ritmo de escritura?
—En cada una de las epístolas ponemos la fecha, porque eso habla del momento en que fueron escritas. Yo vengo de la poesía, y soy más de escupir lo que quiero contar y punto. Acá hubo un trabajo más elaborado. Cuando tuvimos la noticia de que se aprobó el proyecto y empezamos a pensar en el libro, nos aceleramos un poquito más. Pero básicamente, no existió un ritmo. El núcleo fue experimentar hasta dónde uno sigue siendo su propia voz y cuándo descubre otra.

De figuras y palabras
—Uno de los recursos literarios de los que se valen son los caligramas. ¿Por qué los eligieron y que retos les supuso?
—Eso responde a cómo fuimos encontrándonos en cada momento. En las primeras cartas estábamos conociendo nuestros límites y viendo cómo respondía el otro. Fue algo del momento, obviamente incentivado por las lecturas. Si uno piensa en el surrealismo, tiene a Apollinaire como el referente máximo. También están Girondo y Vicente Huidobro. En mi caso, Huidobro es una lectura que conocí a través de Julia. Le presté atención a los caligramas porque me parecen maravillosos: resignifican la literatura, pero sigue siendo literatura. Porque es un dibujo, pero hecho con letras. Ahí utilizamos un recurso que nos excede y que fue descubierto por otros. Nos planteamos como podíamos ubicarlo. El caligrama tiene un gran desafío: vos pensás en una forma y el texto tiene que responder a ella. Si haces un caligrama de una campana, el texto tiene que hablar de una campana. Fue un trabajo muy lindo. Es verse a uno mismo de otra manera. Lo disfrutamos mucho, pero no sé si lo volveríamos a hacer porque supone cierto nivel de exigencia. Además, uno va incorporando otros recursos. Tal vez en ese momento lo vimos como algo mágico, extraordinario. Fue producto de una etapa y, en ese caso, funcionó la idea de diálogo. Nos enviábamos caligramas y respondíamos hasta intervenir el del otro.

Julia Ruiz y Leonardo Pez, en la presentación

Enjambre
En la sala Saer del Foro Cultural de la UNL, los escritores, junto a la música y a una ficción radial, presentaron Querés un mate? Diálogos e-pistolares. La escena se planteó el 12 de julio: “Arrancamos Julia y yo recitando cada uno la reseña biográfica del otro. Después leímos algunos fragmentos de epístolas. Julia narraba las mías y yo las de ella, jugando con la idea de que el que lee es el que la recibe. En el medio, se montó una ficción de programa de radio conducido por Alfredo Di Bernardo y Valentina Fornés, donde hicieron una crítica del libro de tono humorístico. Allí se dio lugar a las respuestas de la gente. Un mes antes de la publicación, convocamos a través de mails y redes sociales a responder la pregunta ‘¿querés un mate?’. Tuvimos cerca de 40 contestaciones. Mandaron frases, oraciones, conceptos muy únicos. Y los incluimos en esta ficción radial. Después, entre quienes respondieron la consigna sorteamos un ejemplar. La presentación se cerró con una función musical a cargo de Esteban Mannarino en guitarra y Rodrigo De Brix en voz, ambos de la murga La Clave. Quedamos muy contentos y recibimos críticas interesantes”.

A futuro
—¿Tienen pensadas otras actividades referidas al libro?
—La idea es que el movimiento no se detenga. Por eso pensamos en tocar algunos contactos para hacer nuevas presentaciones en zonas aledañas, como Paraná o Santo Tomé. Por otro lado, seguimos utilizando el muro del evento en Facebook. Queremos eternizarlo. Buscamos sumar las respuestas de la gente, e invitar a nuestros amigos virtuales a que piensen que contestar a las epístolas de la Potota o a las del Juglar. Con Julia compartimos la idea que este es un paso muy importante, pero no el último. Que el mate siga, porque nunca se termina, siempre hay una nueva ronda.

Publicado en Pausa #98, a la venta en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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