El voto subibaja

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Variaciones electorales a nivel provincial y nacional.

Más de 860 mil votos llevaron a Hermes Binner a la
gobernación en 2007. Un poco tarde o con algún reparo, en 2009 apoyó a Rubén
Giustiniani en su competencia contra Carlos Reutemann en la elección a senador.
El Frente Progresista salió segundo, levemente por arriba de los 680 mil votos.
En 2011, el actual gobernador Antonio Bonfatti contó con un respaldo más
contundente de Binner, quien también fue candidato a la presidencia. Las
boletas mermaron otra vez: el Frente no llegó a los 680 mil sufragios y un candidato
mediático, Miguel Torres del Sel, quedó muy cerca de saltar del programa de
Susana Giménez a las oficinas de Casa Gris. Hubo triunfo para el ejecutivo,
pero se perdió el control de la
Legislatura, creándose así el difícil marco de gobernabilidad
que actualmente signa a la gestión provincial.
El lugar de Carlos Reutemann es el que Del Sel hoy ocupa.
Las diferencias de estilo –uno mudo, el otro locuaz– no implican variaciones en
los intereses y grupos que representan y, tampoco, en lo que sus figuras simbolizan:
el hombre que viene desde el afuera de la política profesional. El 2013, así,
se revela como una contienda crucial: Binner y Del Sel seguramente encabezarán
sus listas. Su choque es decisivo para la solidez de la gestión y para el
horizonte del 2015 en Santa Fe.
Mientras tanto, el kirchnerismo provincial nunca redondeó
una elección categórica. Rafael Bielsa perdió en 2007, Agustín Rossi quedó muy
atrás en 2009 (aunque renovó su bancada, en un mandato que culmina también el
año entrante) y, en 2011, resultó tercero. Una excepción es el resultado en las
legislativas de 2011, con la reaparición de María Eugenia Bielsa y sus más de
580 mil votos. Sin embargo, la composición de la Cámara de Diputados
provincial muestra a un peronismo dividido en demasiadas islas, sin una mayor
coordinación. Los efectos de la
Ley de Lemas todavía repercuten en la estructura: cada uno
hace fuerza por su lado, en contra del principio de unidad. Antes, ese escollo
era solucionado automáticamente por el funcionamiento propio de la vieja ley
electoral. Hoy, la mentada unidad es uno de los ejes del debate interno del
partido.
Los vaivenes del PJ local parecen desprendidos de los
movimientos a nivel nacional. De hecho, en 2009 Reutemann ya era un hombre de
la oposición, en aquella elección de diputados y senadores nacionales donde
hubo quienes le extendieron acta de defunción al kirchnerismo. El peculiar
resultado de 2009 –cuyo producto característico fue el patético Grupo A– indica
dos datos a tener en cuenta: el primero, que el kirchnerismo puede perder un
gran volumen de votos; el segundo, que puede remontar esa situación. El pase de
poco más del 30% al 54% que ungió reelecta a CFK en 2011 se explica en la
frenética tarea de gestión que tuvo lugar en aquellos años y, además, en un
dato sencillo: después de la disputa de 2008 por las retenciones, ese 30% del
2009 era, en sí misma, una cifra fenomenal de votantes. Votantes militantes,
casi.
Así, en 2011 se dibujó un mapa de gobernaciones inédito en
la democracia post 1983: todo es del PJ, excepto la ciudad de Buenos Aires y
Santa Fe. ¿Qué se juega en el 2013? Es simple, si hay (o no) interna en el PJ.
Dicho de otro modo, si evitan el enfrentamiento apostando a la Reforma Constitucional
o si se entregan a un intríngulis que históricamente jamás han resuelto:
encontrar un candidato nuevo y sucesor.
Publicada en Pausa #100, miércoles 29 de agosto de 2012

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